Una menor conversa con un anónimo por internet / PX

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Vida

Abusos sexuales a menores a través de internet

Las nuevas formas de comunicación se traducen en métodos inéditos de violencia como 'grooming', 'happy slapping' o 'sexting'

5 julio, 2019 00:00

El 84% de los jóvenes catalanes ha sufrido algún tipo de violencia a través internet durante su infancia, y más de la mitad ha sido expuesto alguna vez a material sexual virtual cuando era menor­, según el informe de Save The Children Violencia viral. Y es que las “las nuevas formas de comunicación también se han traducido en nuevas formas de violencia”, explica a Crónica Global Marina Bartolomé, responsable de prevención de la Fundación Vicki Bernadet.

Grooming, happy slapping o sexting son algunas de las prácticas de las que los menores pueden ser víctimas a través de las redes sociales y que, a pesar de suceder en un entorno virtual, pueden derivar en abusos o agresiones sexuales, ya que “una agresión es un abuso que implica violencia e intimidación y, por tanto, también se pueden producir sin contacto físico, a través de internet”, aclara Bartolomé.

Imagen ilustrativa de una víctima de extorsión por imágenes de contenido sexual / EP

Imagen ilustrativa de una víctima de extorsión por imágenes de contenido sexual / EP

Contacto con menores

Unas formas de violencia que, a través de la tecnología, adquieren también nuevas particularidades, como la temporalidad --se repite en el tiempo al estar disponible en la red-- y el aumento de la victimización, así como permitir el contacto con menores. Este es el caso del grooming, un método por el cuál un adulto aborda a un adolescente haciéndose pasar por alguien de su edad con la intención de conseguir contenido de carácter sexual. “Para ello establece un vínculo de confianza que forja a través de conversaciones, y de una relación de amistad, en un principio”, explica esta experta en prevención.

“Comienzan a hablar, el menor le cuenta sus problemas, le pregunta por la relación con sus padres y sus amigos; así crea una conexión hasta que un buen día le pide una fotografía desnudo. A partir de ahí, las peticiones pueden ir a mayores, y si el niño se niega, le puede amenazar con publicarlas”, relatan desde la fundación.

Un usuario navegando por internet / PX

Un usuario navegando por internet / PX

¿Cómo protegerlos?

Para proteger a los niños es “imprescindible dialogar”, subraya Cristina Pulido, autora de la tesis doctoral Prevención de los abusos sexuales en internet. Acciones preventivas online, quien aboga por el “modelo dialógico de prevención de conflictos” que consiste en contar con la comunidad educativa --“el colegio es donde más tiempo pasan los menores”-- así como con los familiares, para formar e interaccionar con los adolescentes y evitar situaciones de riesgo.

Pulido también señala la importancia de dirigir la prevención a las interacciones. “En muchas ocasiones se ha centrado en prohibir cosas al niño: 'No hagas esto, no hagas aquello'. Pero lo que es necesario es enseñarle qué acciones pueden conllevar un riesgo y cómo protegerse ante ellas”, señala. Otro aspecto a tener en cuenta es que “para niños y adolescentes, internet no es un mundo paralelo, es tan real como el espacio físico. Lo que lleva a que, en muchas ocasiones, por vergüenza, intente esconder que es víctima de una agresión y no pida ayuda, porque además el abusador lo aísla de su círculo de amistades y de su familia”, advierte Bartolomé.

Abuso viral

Otra nueva forma de violencia es el happy slapping --bofetada feliz, en inglés--. Una extensión del ciberacoso. “Una persona sufre una agresión y la graban o le hacen fotografías y ese contenido se comparte a través de internet, y todo el mundo tiene acceso a la humillación de la víctima”, explican desde la asociación. Lo más grave de este tipo de violencia es que la agresión nunca acaba. “Al estar en la red, el ataque se perpetúa en el tiempo, y cada vez que se reproducen las imágenes, la persona puede ser victimizada de nuevo a través de comentarios insultantes o que se rían de ella”, lamentan desde la Fundación Vicki Bernadet. Una agresión a la que contribuye no solo el que la perpetra, sino también el que graba las imágenes y todos aquellos que las comparten. “Lo más perverso es que la intención no es herir a la víctima, sino compartirlo, que se vuelva viral y obtener más likes y seguidores”, apuntan.

Un policía revisando las redes sociales / EP

Un policía revisando las redes sociales / EP

“Tanto consumir como distribuir este tipo de contenidos forma parte del abuso”, advierte Pulido, que recuerda el caso de Amanda Todd, la adolescente canadiense que se suicidó en 2012 tras sufrir acoso virtual. “Conoció a un tipo mucho mayor que ella, y éste se hizo su amigo. Las relaciones abusivas no empiezan de repente. Lo que suelen hacer los agresores es manipular al menor, hacerles creer que pueden confiar en ellos”, explica la autora de Prevención de los abusos sexuales en internet. Fue así como, tras un largo periodo manteniendo conversaciones, cuando le pidió una fotografía semidesnuda y ella se la envió, porque confiaba en él. “A raíz de la primera imagen, le pidió más y más explícitas y ella se negó, por lo que la amenazó con hacerla pública, y la difundió en todas las redes. Así fue cuando comenzó a ser víctima de ciberacoso”, relata.

Reacción social

El de Todd fue un caso de sexting, una práctica que consiste en distribuir material de contenido sexual, pero Pulido recuerda que “hay que diferenciar entre las personas que lo hacen por voluntad propia de los menores que lo hacen bajo coacción, cuando algún adulto se aprovechan de su vulnerabilidad para obtener ese material mediante engaño”. Además, una vez las imágenes se difunden a través de internet, recuerda que la tendencia es “culpabilizar a la víctima”. Motivo por el que sostiene que “la reacción social es muy importante ante cualquier tipo de violencia” y que debería producirse un “apoyo espontáneo” y una actitud de denuncia ante el agresor.

Para luchar contra el efecto espejo que tiene internet, un canal más que usan los abusadores para acceder a sus víctimas, Bartolomé subraya que “hablar es la forma de prevención más importante. Cuando los adolescentes verbalizan un abuso sexual, es porque se les ha dado un espacio para hacerlo”, cuenta. Abordar las conductas de riesgo, que conllevan ciertas prácticas, puede ser una buena herramienta para combatir los abusos. Otra asignatura pendiente, apuntan desde la Fundación Vicki Bernadet es “incluir educación afectivo-sexual” en las aulas “para poder abordar la sexualidad, y que los jóvenes se sientan a gusto al hablar de sus relaciones sociales, pero también para poder prevenir la violencia en las redes hablando de los riesgos”, enfatizan.