Vida

'Abc' presenta a la directora de instituto que dijo "no"

El diario entrevista a Dolores Agenjo, responsable de no ceder a las presiones de la Generalidad y a las amenazas por correo. Mas disfruta el momento. El chispazo del 9-N ha fundido los plomos del Estado.

11 noviembre, 2014 12:02

La sensación de euforia entre los nacionalistas, soberanistas, independentistas y referendarios es absoluta. La disparidad de criterios, también. Y aún así, con alianzas tan extrañas como la de Mas y Fernàndez (CUP), con la ANC en vías de disolución y con ERC cayéndose del guindo, el repaso táctico, estratégico y comunicativo que le han pegado al Gobierno del Reino de España es antológico, como un 0-5 o un 2-6 en el Santiago Bernabeu. Es mejor tomárselo así, a tenor de los comentarios en las redes sociales. Algunos de los partidarios de la independencia parecen en realidad voluntarios en el pelotón de fusilamiento que debería ajusticiar ya a los unionistas, españolistas y/o fascistas. Las huestes más activas del frente nacional (catalán, por supuesto) en las redes insultan sin reparos, a cara descubierta, como si Cataluña ya fuera la república de sus sueños de comisarios políticos. Algo de miedo sí da la estupidez.

Marta Rovira, secretaria general de ERC, sostiene que la desconexión comenzó en 2010 para reivindicar el papel clave de los republicanos, el independentismo cinco jotas. Ahí está el reconocimiento implícito del nuevo liderazgo de Artur Mas, la constatación de que el chispazo del 9-N ha fundido los plomos del Estado y de que la autoría del cortocircuito es de Convergència. En la prensa de Madrid empiezan a salir del estupor ante la impavidez marianítica de Rajoy y atisban una reacción de la Fiscalía de Torres-Dulce. La Razón incluso señala que los requerimientos pesarán sobre Mas, Ortega, Espadaler y Rigau, el cuarteto "wanted" a los que se podría llegar a acusar de desacato y prevaricación. Se parten y se mondan.

En El Mundo confían menos en la acción de la justicia y aseguran que la derecha del PP remueve la silla de Rajoy. Salvador Sostres y Arcadi Espada analizan los resultados y extrapolan que ni haciéndose trampas al solitario podrían ganar los separatas un referéndum de autodeterminación en Cataluña. La credibilidad de los datos que ofrece la Generalidad es un misterio como el de las caras de Bélmez o el fantasma del Palacio de Linares. Afirman que han votado 2.305.290 personas y la cifra va a misa, como si dudar de la fiabilidad o de la honradez de quienes cuentan y recuentan fuera negar que el Sol sale por Oriente y se pone por Occidente.

En el Abc abordan el asunto de las cifras con el metodo cartesiano y publican una página gráfica en la que muestran a la misma persona votando tres veces. Es lo mejor del diario, el respeto por el valor de la fotografía, por la fuerza de la imagen, por eso del "testimonio gráfico". El montaje está en que no aparece Jimmy Jump, el de la barretina, por ningún lado. Ni casi monjas votando. Cataluña es el centro del mundo y Jump está a por uvas en un partido de fútbol para canguros en Melbourne. Deberán pasar algunos días más para que la moral cambie de barrio, pero el 9N merecería un documental sobre la limpieza "democrática" de lo que pasó este domingo y cómo hemos llegado hasta aquí.

A este lado del Ebro, en Cataluña, la resaca hace estragos y aún se escuchan las carcajadas de Mas mientras repasa la hemeroteca. De fondo se oye la rumba del gitano Antón. En medio del fangal, con los Pujol-Ferrusola enredando por aquí y los Rakosnik por allá, con ERC a varios cuerpos de distancia según su Centre d'Estudis, en un limbo cautelar, se maneja Mas en la incertidumbre como Ahab en la niebla. No hay más ley que la ley del mar, musita prognático y promete una paga extra para los funcionarios. Además de astuto, el capitán de la tripulación es generoso.

En la derrota hay dignidad y ejemplos de ciudadanía, de valentía y de moral cuya recompensa son las amenazas, los insultos y el desprecio. La periodista de Abc Esther Armora entrevista a la directora de instituto de L'Hospitalet de Llobregat que dijo no a la Generalidad y se negó a prestar el centro de su responsabilidad para un acto suspendido de forma cautelar por el Tribunal Constitucional, fondo del caldo de la cuestión. Escribe Armora: "Dolores Agenjo, la directora del Instituto Pedraforca de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) que se plantó en solitario a las presiones de la jornada soberanista, tiene claro que volvería a hacer lo mismo si el proceso siguiera sin ofrecerle garantías. Ayer, un día después de la pseudoconsulta, la directora llegó como cada lunes puntual a su clase de las 12.30 horas. Lo hizo, según afirma, con «la conciencia tranquila» por «haber hecho bien las cosas, aunque «preocupada» y «consternada» por una serie de amenazas que encontró de buena mañana al activar su correo. «Estoy perpleja, lo único que he hecho es no desobecer al Gobierno ni a la justicia», dice la profesora en una entrevista concedida a ABC. Antes de entrar en los motivos que le condujeron a no ceder las llaves de su instituto, aclara que no se apeó del proceso en el último momento sino que fue «una decisión muy meditada». La Generalitat le llamó dos veces en menos de 48 horas para ver si se había replanteado su decisión, pero ella se había asesorado legalmente y conocía los riesgos que conlleva el desacato a un alto tribunal y al Gobierno".

Llamadas de la Generalidad primero y amenazas en el correo electrónico después...

Miquel Porta Perales, en la tercera del mismo Abc, recompone el tablero, ordena las piezas y analiza la próxima jugada: "Es cierto que el independentismo –a pesar de la agitación nacionalista– parece haberse estancado. Pero, también lo es que el nacionalismo catalán está en la fase de acumulación de fuerzas. «Hemos ganado la semifinal y ya estamos dispuestos para jugar la final», declara una dirigente independentista después del 9N. Y es que el totalismo nacionalista –inasequible al desaliento– insiste en la tarea de persuadir, emocionar, aglomerar y movilizar a un «pueblo» al que regala los oídos diciéndole que está «cargado de razones, convicciones, ilusiones y sonrisas», que su «lucha por la radicalidad democrática y la dignidad de Cataluña es un ejemplo para el mundo» y que al final del «proceso» les espera –otro «ejemplo para el mundo»– un «país nuevo». Así estamos. ¿Para cuándo el relato desacomplejado del «no» a la independencia que refute el totalismo nacionalista con sus falacias y ficciones?".

Mientras tanto, los desafectos empiezan a ser señalados como Dolores Agenjo, una directora de instituto legal. Siempre anticatalanes y ahora, además, enemigos de la democracia.

11 de noviembre, María Maravillas, Victoriano, Valentín y Verano.