Primeras planas

El turno de Junqueras y un domingo republicano

Sánchez sondea elecciones en abril. Expectación ante el comienzo del juicio y el papel del líder de ERC. Monedero augura mucho sufrimiento independentista si no hay Presupuestos

12 febrero, 2019 09:49

Se atribuye al milagrero Iván Redondo, cuya fama se sustenta en que consiguió hacer alcalde de Badalona a Xavier García Albiol y presidente de Extremadura a José Antonio Monago, la opción del 14 de abril para celebrar elecciones generales. El movimiento ha descolocado a los estrategas nacionalistas, dedicados a poner condiciones al presidente Pedro Sánchez por si se le antojaba lo de gobernar con Presupuestos en vez de con decretos. De un plumazo, la filtración a la agencia de noticias oficial del 88 aniversario de la proclamación de la II República como posible hito electoral deshizo todas las especulaciones sobre el alcance y sentido de la manifestación de Colón más la presión independentista sobre el Gobierno. 

A los barones del PSOE les parece estupendo que Sánchez se abstenga, en principio, del superdomingo 26 de mayo. Sólo tienen un reparo y es que ese 14 de abril republicano también es Domingo de Ramos, entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén e inicio de la Semana Santa. También está libre el 28 de abril, que según algunos medios es la fecha que más le gustaría también a Sánchez. Debe confiar en el factor introspectivo y reflexivo del ciclo religioso, pasión, muerte y resurrección de entre los muertos. Los rivales políticos se malician empero que Sánchez va de farol, que sólo persigue presionar a los independentistas con el amago de una inminencia, el riesgo de que las tres derechas llamen a la puerta antes de lo previsto. PP, Ciudadanos y ERC aceptan el envite de unas elecciones a la mayor brevedad. Elsa Artadi no cree, en cambio, que Sánchez vaya a convocar así como así. 

Sea como fuere, el presidente ha ampliado el escenario. Comienza el juicio por el intento secesionista y podría coincidir con una campaña electoral a cara de perro con ecos, reverberaciones y voces del pasado de las dos Españas entre tumbas profanadas. El Gobierno ha prometido que en el próximo Consejo de Ministros, tal vez el último, decretará el traslado de los restos de Franco. Al tiempo, atacan las últimas moradas de Pablo Iglesias, la Pasionaria y el panteón de la División Azul en el cementerio de la Almudena. La prensa caricaturiza en portada a los 12 encausados por rebelión, sedición y malversación y relata la cuenta atrás de la vista como si fuera la previa de un clásico balompédico, con el juez Marchena de Mateu Lahoz, el trencilla. En el calentamiento, puñados de CDR queman neumáticos en las carreteras y cortan un rato la Gran Vía de Barcelona. Son las mascotas animadoras. Seguim i seguirem

El ausente planea sobre el Supremo. El Punt Avui le concede honores de portada. También le dedica unas líneas Arcadi Espada en El Mundo: "Una parte del independentismo y de la opinión pública española ha caracterizado a Puigdemont como un cobarde, desleal con sus compañeros de asalto, a los que dejó abandonados en el momento supremo de plantar cara a la suspensión del autogobierno. La primera condición para que ese relato cuajara fue un hecho ciertamente anómalo. El Parlamento catalán proclamó la independencia el viernes 27 de octubre por la tarde y una hora después el Consejo de Ministros decidió aplicar el artículo 155 de la Constitución, previa aprobación del Senado. Sin embargo, al día siguiente Puigdemont se daba un baño de masas en la ciudad de Girona, donde había sido alcalde, y almorzaba con toda tranquilidad en un restaurante del centro. No es la idea que comúnmente se tiene sobre las actividades de alguien que acaba de proclamar ilegalmente la independencia de una parte de un Estado democrático y que meses después afrontará una acusación de rebelión. De modo que Puigdemont es hoy un prófugo gracias a la pasividad algo lerda del Gobierno y de las autoridades judiciales. Y también gracias a un acuerdo con sus compañeros. Los protagonistas no han revelado los detalles, porque los hechos de aquellos días cruciales aún pertenecen, en parte, al dominio de la propaganda. Pero la idea de la traición de Puigdemont es una puerilidad falsa".

elpais

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En el ABC, Salvador Sostres comenta las apuestas entre los encausados. Dos a uno, más o menos, a que habrá una cierta clemencia: "Los independentistas saben que tendrán un juicio garantista, conscientes de que Marchena y el Supremo no querrán ser enmendados en las instancias europeas donde se jugará el partido de vuelta, y calculan penas de 8 años por sedición en grado de tentativa y la poca malversación que pueda demostrarse. Esperan un indulto parcial -de la mitad de la pena- que les ponga casi inmediatamente en el tercer grado: es lo que Sánchez juega a hacerles creer para cobrarse por anticipado la tramitación de los presupuestos. Pero también conocen el escaso valor histórico que ha tenido la palabra de un socialista, y temen el dedo acusador de su propia turba, la que ellos mismos excitaron haciéndole creer que la independencia estaba a la vuelta de la esquina".

Oriol Junqueras comienza a cobrar protagonismo. Ricardo Coarasa firma en La Razón una crónica sobre el estado de ánimo del preso número 1: "A escasas horas de sentarse en el banquillo para enfrentar una acusación por rebelión y malversación por la que la Fiscalía pide para él una condena de 25 años de prisión, Oriol Junqueras aún confía en un gesto de Pedro Sánchez que alivie su complicada situación procesal. Así lo aseguran en el entorno del expresidente Carles Puigdemont, donde sorprende que el líder de ERC mantenga a estas alturas su fe en una solución política. «Tiene una visión absolutamente desquiciada de lo que va a suceder», añaden esas mismas fuentes, que no entienden que el vicepresidente de la Generalitat todavía confíe en que el tribunal «va a ser generoso», una convicción, subrayan, «sustentada en un desconocimiento absoluto de lo que está pasando». «Sigue pensando que se puede ser el negro bueno de la plantación y parecer blanco», añaden con un cierto sarcasmo".

El gurú de Podemos, Juan Carlos Monedero, debuta en El Món con un artículo largo y denso en el que trata de explicar a los demiurgos de la unilateralidad que el cuanto peor casi nunca es mejor: "La normalització democràtica que implicava consolidar políticament la majoria que va fer fora Rajoy amb la moció de censura es dinamita per l'impossible del referèndum d'autodeterminació. Potser hi ha gent tan obtusa que pensa com a sortida el "com pitjor, millor" que duria el govern tripartit de la dreta amb l'extrema dreta a l'Estat. Gent que ja ho dona tot per perdut i creu que amb un govern autoritari s'incrementarà la repressió i aleshores les masses reaccionaran i sortiran al carrer a defensar la independència de Catalunya. Però el més probable és que Catalunya perdi les seves llibertats amb un 155 inclement i inconstitucional, que l'olla que duu tant de temps cuinant els demòcrates els acabi escaldant sense cap xivarri i que aquesta extrema dreta espanyola, que a més és neoliberal, trobi punts en comú amb l'extrema dreta catalana, que sempre ha estat neoliberal, per a desterrar durant una generació qualsevol alternativa democràtica. Mentrestant els jutges controlaran, per davant o per darrere, el full de ruta de la dreta. Amb Puigdemont cridant des de Waterloo i els polítics catalans que van saber no fugir, a la presó".

12 de febrero, santoral: Eulalia de Barcelona y Saturnino y compañeros mártires de Abitinia.