Primeras planas

Tensión entre esbirros de Puigdi y sicarios de Junqui

Los "creativos" de Convergència le añaden el epíteto de europeo al PDC para sortear las trabas del Registro de partidos. Urkullu rechaza la independencia y la deposición de Homs

20 septiembre, 2016 09:00

La panda del "pantumaca" es la imagen predilecta de los medios. Cincuenta sujetos para un predicado, cual que van a hacer lo que les salga de los genitales porque ellos son Cataluña, el pueblo catalán, el palo del pajar y los amos del corral. El director de El Punt Alcázar, Xevi Xirgo, compone una oda a Francesc Quico Homs, el Sabio de Taradell según Ramón de España en CRÓNICA GLOBAL y El Español. 

Xirgo no puede disimular su gozo y admiración, de modo que saca el botafumeiro a pasear para glosar las aventuras del último mártir vivo: "L'exconseller de la Presidència Francesc Homs ahir es va quedar tan ample. Pit i collons, se'n diu del que va fer ahir. Perquè no recordo gaires casos en què s'hagin dit les coses tan clares, tenint en compte, és clar, que ho deia davant d'un jutge. Va acusar l'aparell judicial d'estar al servei del PP, els va dir que eren poc demòcrates i no va tenir pèls a la llengua ni davant del Suprem ni davant dels periodistes catalans i espanyols que el van escometre amb preguntes en sortir".

¿Pecho y cojones? Vaya revuelta de las sonrisas. Más parece un revuelto de huevos y pechuga de pollo. La declaración ante el juez Palomo, que así se llama el magistrado del Supremo, es pasto de la confusión. Mientras la prensa soberanista se solaza con el papelón de Homs, en el resto le cae la del pulpo, esto es una manta de palos por chulángano y bocazas. 

Hay una versión distinta del contenido, traza y sustancia de lo depuesto el lunes por el encargado de negocios del nacionalismo catalán en Madrid. J. G. Albalat y Pilar Santos firman en El Periódico la crónica de los sucesos acontecidos en el interior de la sede judicial. Homs enchufó el ventilador, pero sin concretar: "Días antes de que se celebrase la votación del 9-N, el entonces ‘president’ Artur Mas, recibió una llamada de un miembro del Gobierno de Mariano Rajoy para ofrecerle un pacto: si el día de la votación (prohibida por el Tribunal Constitucional) no salía públicamente a analizar el resultado, el Ejecutivo central no emprendería ninguna acción contra la Generalitat. Según fuentes jurídicas, el episodio lo detalló este lunes el ‘exconseller’ y portavoz del PDC, Francesc Homs, ante el Tribunal Supremo, confirmando así la fluidez de los contactos que ha habido entre la Generalitat y el Gabinete de Rajoy estos últimos años pese a que unos y otros lo han intentado ocultar. La víspera del 9-N, El Periódico publicó que Joan Rigol, el histórico dirigente de Unió y responsable del Pacte Nacional pel Dret a Decidir había actuado como emisario de Mas para hablar en secreto con representantes del PP y del PSOE con el objetivo de evitar el choque de trenes".

De ser así, la línea de defensa de Homs hiede a pescado podrido. Rigol el mediador y un comunicante anónimo que habría dado vía libre al referéndum, pero sin pasarse en el alborozo. Es aquello de mear y no echar gota. Hozando en las contradicciones, el torpedo de las tierras de Vic pretende colar que todo estaba pactado, amañado y coordinado con el conserje de La Moncloa. Es raro, viene de Homs, cuya credibilidad es la misma que la de un tahúr del Mississipi, pero todo es posible en el solar ibérico

Los palmeros del proceso han rebajado el 9-N de copón de la baraja a "pseudoconsulta" entre solteros y casados con tortilla de patata y un porrón de cerveza con gaseosa. Y frente a esa juerga de la democracia, el Estado malo, la democracia "low cost" (Tardà dixit) y los fiscales al servicio de la reacción, que no saben aguantar una broma.

Según la dirección del viento, Homs habla de jornada histórica o de apaño consensuado mientras luce el pin de la estelada como supremo gesto de valentía ante la magistratura. Lo flipa en colores y lo mismo se refiere al destino trágico de los pioneros que al triunfo del pueblo soberano alzado en votos. La confusión es absoluta. Mientras en Madrid el soberanismo estrecha lazos y aparenta unidad, en los subterráneos de la Generalitat se libra una batalla encarnizada entre el PDC y ERC, un duelo a muerte entre esbirros de Puigdemont y sicarios de Junqueras. Marta Lasalas, en El Nacional le pega un repaso a las tensiones entre cartagineses y romanos: "Els estirabots públics no són més, segons fonts de l'Executiu, que el reflex de cara enfora d'un clima que es va enrarint per moments portes endins. La desconfiança entre els dos partits que lideren el Govern es veu atiada per la necessitat de marcar perfil –expressió de curiós record a la plaça Sant Jaume– de cara a unes eleccions on els avui socis s'hauran de veure les cares i que està previst convocar la tardor vinent. O, potser abans". 

En estas que los "creativos" del PDC creen haber dado con una solución para bautizar la nueva Convergència a gusto del Registro de partidos. El asunto viene con la firma de Josep Gisbert: "Partit Demòcrata Europeu Català. Ésta es la nueva denominación que la dirección de la antigua CDC ha enviado al registro de partidos políticos para sortear las trabas a su inscripción oficial que hasta ahora se le han puesto desde el Ministerio del Interior. El nombre es una variación de la denominación aprobada en el congreso fundacional celebrado los días 8, 9 y 10 del pasado mes de julio y es el tercero que somete a la consideración del registro de partidos, después de que hasta ahora los de Partit Demòcrata Català y Partit Català Demòcrata le hayan sido rechazados, con la esperanza de que esta vez sea la buena y efectivamente a la tercera vaya la vencida".

¡Eureka! Ahí es ná, partido europeo, molón y referendario. Están que se salen en el chiringuito de los hermanos Homs y el Astucias. Han agotado las existencias de "Melody", el licor de crema catalana.

En Euskadi y entretanto, han pasado de País Brusco a País Vasco y/o provincias vascongadas. Urkullu, que no es un levantador de piedras y ni siquiera un aizkolari se confiesa en la portada de El País. Pedro Gorospe y Mikel Ormazábal le arrancan este titular: "La independencia en el siglo XXI es hablar de imágenes del pasado". Ahí va el arranque de la pieza: "Urkullu acusa a Mariano Rajoy de haber “dejado pudrir los problemas vasco y catalán” y defiende la posibilidad de una consulta a la ciudadanía legal y pactada. Se muestra dispuesto a buscar un terreno común con Podemos en torno a la ley de claridad que propone esta formación, a semejanza de la fórmula canadiense. Sin embargo, es realista. Su meta es una soberanía compartida. “Hoy es imposible que un Estado se pueda declarar independiente”, opina. “La independencia en el siglo XXI es hablar de imágenes del pasado”. Ve muy difícil algún acuerdo con el PP, y condiciona su apoyo a cualquier Gobierno a que “se afronte la agenda vasca, empezando por el cumplimiento íntegro del Estatuto”".

Y la cuestión del millón: 

"Pregunta. El PNV ha pasado en ocho años de perder el Gobierno a disponer del mayor poder institucional. ¿Los vascos son pactistas y moderados?

Respuesta. Sí, así ha sido a lo largo de la historia. Siempre ha sido una realidad en Euskadi la búsqueda del acuerdo, a diferencia de lo que sucede en el conjunto del Estado".

Los tiempos están cambiando. Pactistas y moderados unos, secesionistas y atolondrados, aquí. La vuelta de la tortilla.

20 de septiembre, santoral: Andrés Kim Taegon, Eustaquio de Roma y Francisco de Posadas.