Primeras planas

Siempre Pujol y el 155 GTI Turbo de Casado

Manifestación histórica en Londres para pedir un referéndum de vuelta sobre el brexit. Tardà y que el desembarco de Normandía iba a ser en Cádiz

21 octubre, 2018 11:34

Unas setecientas mil personas, dice The Guardian, se manifestaron ayer en Londres en solicitud de un nuevo referéndum sobre el brexit. El 23 de junio de 2016, el 48,1% de los electores británicos votó a favor de permanecer en la Unión Europea; el 51,9%, a favor de abandonarla. De David Cameron, el genio que impulsó este referéndum y el de Escocia en 2014, no se sabe nada. Tuvo que dimitir nada más conocerse los resultados de la votación sobre la Unión Europea. La demagogia, el populismo y el ultranacionalismo asomaron la gaita en las islas británicas. Fue el gran triunfo de un tal Nigel Farage, ya retirado, y de Boris Johnson, cabecilla del ala trumpista de los conservadores.

Fue una manifestación histórica la de ayer, afirman los medios. Estuvo a la altura de las protestas contra la invasión de Irak. Las negociaciones para el abandono ordenado de la Unión han revelado que el brexit es tan mal negocio para los ingleses como para el continente. Se mintió mucho en la campaña y ahora resulta que el fontanero polaco no es quien le quita el trabajo al proletariado de Liverpool. 

Un sector creciente de la población inglesa quiere repetir la consulta, empeño abocado a la melancolía. Votaron a Barrabás y esa desgracia ya no tiene remedio. Además, sus teorías han hecho fortuna en Italia, Hungría, Austria y Polonia y avanzan en Francia, Alemania y España. La UE acumula toneladas de descrédito que saldrán a relucir en las elecciones de mayo. Demasiada burocracia y demasiado lejos, a huevo para que populistas de izquierdas y de derechas hagan de la Europa de Bruselas culpable de todos los males. 

Noticias de Cataluña. El Mundo viaja a los orígenes del proceso secesionista. Esteban Urreiztieta entrevista a Jorge Fernández Díaz. El exministro del Interior revela que se comisionó en verano de 2012 para parlamentar con Jordi Pujol a fin de sofocar lo que entonces era un conato de incendio. Del texto del diario de Unedisa: "Pujol escuchó atentamente la introducción de Fernández Díaz en mangas de camisa, paseando nervioso por su despacho, y asumió, en su turno de réplica, la responsabilidad política de la deriva independentista. Fernández Díaz no recuerda que mencionara ni una sola vez durante las horas que duró la reunión al entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas. Tampoco al secretario general del partido, su hijo Oriol. Lo percibió en todo momento como el jefe político del nacionalismo catalán pasado y presente".

Sigue la pieza: "Encajó mis comentarios y mis reflexiones, que por otra parte eran hechos que expuse con toda claridad, hasta que en un momento dado levantó el teléfono y llamó a su secretaria para pedirle un ejemplar de El caminant davant del congost --El caminante ante la encrucijada--, un libro suyo de conversaciones. Me lo entregó y me dijo: 'No tendrás tiempo de leerlo entero por tus labores como ministro, pero, sobre todo, lee el prólogo'. Me lo fijó con un clip, me lo dedicó cariñosamente y me añadió: 'Aquí se sintetiza por qué he tomado esta decisión y no queda otro remedio".

Dos años después confesaría Pujol aquello de la herencia del avi Florenci. A día de hoy, el nacionalismo le ha perdonado. Sus nietos de la CUP, los primeros.

Otro interesante testimonio es el de Joan Tardà en El País. Habla Manuel Jabois con el diputado republicano y escribe: "Hace un año Joan Tardà se dirigió a los estudiantes de la Universidad de Barcelona: 'Tenemos el compromiso de parir la república, pero quien la ha de capitanear sois vosotros. Y si no lo hacéis, habréis cometido un delito de traición a las generaciones que no se han rendido, y cometeríais un delito y una traición a la tierra”.

¿Ustedes no los han traicionado prometiéndoles una república?

—No, no, no. Hemos ido improvisando. Y fuimos descubriendo cosas, como que la coyuntura internacional no era favorable.

—Pero anunciaron que lo sería, y que las empresas no se marcharían.

—Bueno. Los grandes intelectuales de la Segunda República española estaban convencidos de que los aliados desembarcarían en Cádiz y lo hicieron en Normandía. ¡Y toda la estrategia, toda su estrategia, estaba basada en esto! Bien, estas cosas pasan".

Pues así, con dos pares, los de Pujol y Tardà, se escribe la historia, del congost a la improvisación, descubriendo que el mundo no nos mira, que el dinero es cobarde y que con el 47% no hay mayoría para el Catexit. La frivolidad total.

De improvisar también sabe un rato la contraparte. Casimiro García Abadillo y Cristina de la Hoz interrogan en El Independiente a Pablo Casado, que improvisa un 155 ampliado y con mejoras en los alerones y parachoques. Es el 155 GTI Turbo, un concept car de fantasía. De la entrevista:

P. –¿Qué haría usted ahora en Cataluña si fuera presidente?

R. –Aplicar el Artículo 155 de inmediato con la extensión temporal que hiciera falta y con la amplitud competencial necesaria en Educación, en televisión y radio públicas, en los Mossos y en Instituciones Penitenciarias. Hay que hacerlo ya porque el cúmulo de ilegalidades que estamos viendo no hace falta que se discutan en el Parlamento. Las órdenes que se están dando a funcionarios, el pulso que se está echando al Estado y la situación de violencia, alentada por autoridades públicas en las calles, así como en la ocupación del espacio público para la propia propaganda es algo que ya hace irrespirable la convivencia.

El caso es que el PP tenía mayoría para haber impuesto en toda su crudeza el artículo y se quedó más que a medias. Según Casado fue "por la exigencia de Ciudadanos para hacerlo instrumental y sólo para convocar elecciones; y demasiado escaso competencialmente por la exigencia del PSOE de que no afectara ni a la educación ni a la televisión pública". 

Aguas revueltas en Ciudadanos. La eurodiputada Carolina Punset deja el partido y acusa a la dirección de prácticas estilo KGB, además de un giro "machista y ultraliberal". La versión de Cs es que han expulsado a Punset por haber gastado recursos públicos en una visita privada a Puigdemont. Se conoce que fue en un coche oficial. Un carajal aliñado por la noticia sobre el control de seguridad en el aeropuerto de El Prat que no habría pasado Albert Rivera por indicación de sus escoltas de la Policía Nacional, pero a despecho de los guardias de seguridad. 

La prensa contraria se ceba con el líder naranja y subraya que ese tipo de controles son aleatorios y sirven para detectar rastros de drogas o explosivos en las pertenencias. Excita la leyenda urbana de la afición a la cocaína. Palabra de Forocoches. Si le diera por la nariz no le arraigarían los injertos de pelo. O una cosa o la otra. Rivera es pasto del maledicencias del estilo de la que emparentó como pareja gay de hecho a Borrell con Ortega Cano o las que sufrió Maragall respecto al alcohol. Son campañas de propaganda de la misma factoría.

Que dice la CUP que no aguanta al Govern autonomista de Torra, que no negociará los presupuestos y que elecciones ya.