Primeras planas

El prestigio de la Warner y el "apoyo" de Trump

Trapero informará hoy al fiscal de los riesgos de precintar colegios. La Warner pidió a Interior que tapara al canario Piolín. Todavía no ha dimitido nadie en ese ministerio

27 septiembre, 2017 10:12

En España todo se hace mal. Qué diferencia, por demás, con la culta y refinada civilización catalana. No hay más que ver las despedidas a los expedicionarios del 98 como si los guardias civiles fueran futbolistas de la selección. "No estáis solos" y "A por ellos" son los hits del momento en la cutre y casposa parte de la península que no fue catalanizada cuando los romanos. La prensa soberanista se regodea en las imágenes de las turbas haciendo el pasillo a los de la porra. Jordi Turull, tan exquisito y atinado como de costumbre, advierte que el "ardor guerrero" no parará el referéndum. ¿Ardor guerrero? Tal vez la recopilación de escraches contra las policías, en El Español, contribuya a explicar la mala leche que genera el proceso de los claveles y las impresoras.

Aún no ha dimitido el responsable de haber contratado el torpedero Piolín para hacinar a los policías en el puerto de Barcelona. Aquí sólo dimite José Manuel Vargas, el presidente de Aena y de las colas en el aeropuerto. En cambio, el lechuguino de los barcos sin honra sigue tan campante mientras le van a meter un paquete al madero que llamó zulos a los camarotes del crucero de la vergüenza. El despropósito no tiene límites.

La imagen de una marca

En La Vanguardia, Maika Navarro firma la historia del cachondeo con los dibujos animados: "El sábado, unos operarios trataron de tapar con lonas las figuras de los dibujos animados. Una maniobra de camuflaje que desató una campaña internacional que exigía la inmediata liberación del canario. La pregunta fue instantánea: “¿A qué lumbreras del Ministerio del Interior se le ha ocurrido semejante medida?” Pues no. Fue la todopoderosa compañía Warner Bros, con derechos de imagen de los tres dibujos animados que amenizan el exterior e interior del barco, la que exigió esta semana al Gobierno que o escondía a sus muñecos u obligaba a la naviera a llevarse la embarcación.

La Vanguardia telefoneó ayer tarde a la responsable de comunicación de Warner en España, quien declinó hacer ningún tipo de declaración. Pero una fuente oficial al corriente de los quebraderos de cabeza que el barco está causando estos días al Ministerio del Interior confirmó a este diario la información".

Claro, la prestigiosa institución mundial Warner Bros no puede permitir que el Demonio de Tasmania, patrimonio animado de la humanidad, se confunda con la "policía española", que dicen en TV3.

Para hoy está previsto que el señor "major" de los Mossos d'Esquadra, molt honorable Josep Lluís Trapero, vaya a la reunión con los jefes las otras policías de menor rango. Salvo contratiempos de última hora, el admirable defensor de la Generalitat se personará ante el fiscal y sus secuaces para decirles que la orden de precintar los colegios es de difícil cumplimiento y puede provocar disturbios generalizados.

El apoyo exterior

Entre tanto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está con Trump, que le apoya mucho pero duda de que no se vaya a votar. O sea, otro desastre. Javier Casqueiro firma la crónica en El País: “Estamos tratando con un gran, gran país y debería permanecer unido. He estado mirando cómo se ha desarrollado todo, ha sido un proceso que ha durado siglos. Creo que nadie sabe si se va a votar. El presidente ha dicho que no se va a votar y que hay mucha gente que se opondrá a eso [en alusión al referéndum]. Solo puedo hablar por mí, pero me gustaría ver que España continúa unida”. Esa fue la respuesta de Donald Trump a la primera pregunta que se le formuló ayer, en el Garden Rose de la Casa Blanca, sobre si había ofrecido su apoyo a Rajoy en la sesión de trabajo que celebraron".

Sigue: "Trump dijo todo ese párrafo de corrido, alertado del interés de los medios españoles que acompañan a Rajoy sobre Cataluña (los periodistas norteamericanos no hicieron ninguna pregunta al respecto) y con la sensación de que quería quedarse ahí, no ir más lejos, seguramente porque no hacía falta. La prensa española no cejó y le volvió a requerir para saber si le había ofrecido a Rajoy algún consejo sobre cómo afrontar el desafío separatista".

Y añade: "El presidente de EE UU contestó: “Creo que la gente de Cataluña, los catalanes, llevan mucho tiempo hablando de esto, pero apuesto a que si se tuvieran cifras precisas, encuestas precisas, se descubriría que aman a España y no se irían de su país. Yo respeto un país unido, respeto a su presidente y creo que los catalanes se van a quedar en España. Creo realmente que la gente de Cataluña seguirá en España. Sería una tontería no hacerlo, estamos hablando de seguir en un país verdaderamente grande, precioso e histórico”, afirmó".

Los manifiestos

En el frente de opinión, Eduardo Mendoza se faja, denuncia que no ha firmado manifiesto de ningún tipo y elabora una tribuna en El País sobre lo que hay: "Cataluña no es un país de ideas. Las relaciones humanas, el pragmatismo y la creatividad artística son sus principales virtudes. En uno y otro terreno subyace un elemento infantil que hace a Cataluña especialmente atractiva, como se demuestra por un turismo que la desborda. Y los visitantes acuden en masa a ver la obra de Gaudí y la de Dalí, dos artistas que apelan a lo que algunos llaman “el niño que todos llevamos dentro” y esta cualidad le ha permitido pasar rápidamente y con éxito de una economía industrial en decadencia a una economía de servicios y a Barcelona en la capital europea del desmadre. Nadie escapa a este influjo. Lo mismo se aplica las grandes manifestaciones públicas. Comparadas con las broncas de cualquier otro país, las manifestaciones que tienen lugar en Barcelona, sea para protestar o para exigir, son una fiesta escolar. La gente se ríe, se abraza, canta y su comportamiento, en todo momento ejemplar, hace que la manifestación parezca un juego. Los corresponsales extranjeros, que del niño ven la inocencia y no la rabieta, flipan y se apuntan a una causa tan guai. Del mismo modo, las actitudes desafiantes de los dirigentes, los insultos y las descalificaciones les salen del alma, pero vistas objetivamente, son de tebeo".

Para acabar manda a todo el mundo al rincón de pensar un rato: "Alguien dijo que la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares. Lo mismo se puede decir de la opinión pública: algo demasiado importante para dejarlo exclusivamente en manos de los medios de información. Y esto va también para el periódico en el que aparece este artículo. En medio de la vorágine, alguien tiene que pararse y ponerse a pensar un poco más a fondo".

El filósofo Manuel Cruz firma una indispensable columna en El Confidencial: "En cierta ocasión, le preguntaron al gran Juan Marsé por el origen de la inquina que le tenía a un escritor mallorquín, ya fallecido, al que no dejaba de dedicar pullas desde las páginas del semanario humorístico Por favor, allá por los años setenta. Su respuesta siempre me ha dado que pensar: ‘Ya ni me acuerdo’. Algo parecido, a este paso, podría acabar pasando en Cataluña".

El Nacional entrevista a Josep Rull, consejero de Fomento que resiste el asedio en su departamento con vistas. Titular: "La presència testosterònica de la policía al port està entorpint greument les exportacions". Y así todo el día.

27 de septiembre, santoral: Vicente Paúl y Cayo de Milán.