Primeras planas

Nociones de etiqueta para reporteros en El Prat

Sostres se entrega a la Guardia Civil y denuncia las pintas de 'manguis' de los colegas de la prensa. La CUP, el mango y la sartén. ERC y el éxito evolutivo de confundirse en el ambiente

15 agosto, 2017 09:11

Normalidad relativa en el aeropuerto. El séptimo de caballería, siempre al quite, agiliza el trasiego de pasajeros con vistosa eficacia en la disolución y dispersión de las colas. La Guardia Civil suscita un gran efecto. Palabras mayores el Cuerpo. Hasta los independentistas más feroces exhiben una suerte de reverencial temor en presencia de un "número", sea cabo o guardia raso. 

Si los agentes de la Benemérita pudieran hacer huelga ardería Troya. Birria de sueldos, servicio permanente y condiciones profesionales más que perfectibles. Sin embargo, el particular estatus semi-militar del Instituto Armado impide tal escenario. Todo por la patria. El honor es la principal divisa, artículo primero del reglamento.

Los vigilantes de Eulen se sienten vigilados y han denunciado la presencia activa de los guardias en sus puestos de trabajo. "Eso es competencia desleal", braman los cabecillas de la huelga, con el empedernido fumador Juan Carlos Giménez al frente del operativo contra el capitalismo. Los ires y venires del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, reflejan la maduración tardía del problema. Ahora, ya en la fase terminal de las vacaciones, Rajoy ha convocado un consejo de ministros extraordinario a fin y efecto de aprobar el laudo de obligatorio cumplimiento. No es previsible un cambio de modelo. La seguridad aeroportuaria seguirá en manos de contratistas privados a pesar de la impecable solvencia de los medios públicos.

Entre la admiración y el entusiasmo escribe Salvador Sostres una crónica en el ABC que merece el premio periodístico Duque de Ahumada: "Bella calma bienhumorada en la primera jornada de huelga total en El Prat. Sólo tuvieron que esperar los que todavía de madrugada acudieron al aeropuerto con la antelación de los días bárbaros y que ayer resultó ya innecesaria. Todo lo demás fue rutina de perfil bajo, casi aburrida de no ser por el encanto de comprobar con qué poco le bastó a la Guardia Civil para restablecer el buen funcionamiento de las cosas".

Tras la magia del orden, Sostres apunta al desaliño del rebaño informativo: "La única presencia grotesca de la mañana fue la de los periodistas, amontonados en un rincón y muchos de ellos sentados en el suelo como los pordioseros. El cronista de ABC se distinguía por ser el único que vestía pantalones largos y porque siempre se mantuvo en pie. El suelo sólo lo usó para pisarlo: y fuerte, como en casa le enseñaron. Los demás tendrían que reflexionar sobre cómo se comportan en público si pretenden que les tomen en serio y ya no digamos que les respeten".

Sostres añora la prehistoria de Julián Cortés Cavanillas, el corresponsal del diario monárquico en Italia que hizo un cameo en Vacaciones en Roma.

¿Pero cómo van a ir los periodistas mejor vestidos que los políticos? El estilo queda comprendido entre Garganté y Titot, de modo que la etiqueta no desdeña chanclas, bermudas y bicicletas. Cada época tiene su nuevo periodismo y en esta es tendencia llevar pantalones rotos.

Portada de 'La Razón' del 15 de agosto de 2017 / CG

Portada de 'La Razón' del 15 de agosto de 2017 / CG

El País se ha convertido en tremendo ariete contra el proceso. Tras los ecos del "Cataluña no es Kosovo" de Xavier Vidal-Folch, el diario constata que la CUP ejerce mando en plaza. Dani Cordero firma el texto sobre los mangoneos cuperos: "“Les gusta gesticular y nosotros no nos distraeremos”, lamentó ayer el consejero de Territorio, Josep Rull. El Gobierno catalán hace equilibrios para mantener el apoyo de los anticapitalistas y no resquebrajar la mayoría en la que se apoya la estrategia de Puigdemont. Los 10 escaños de la CUP son indispensables para sacar adelante las normas vinculadas al proceso independentista. La CUP intenta adueñarse del discurso que tiene como eje el proceso independentista catalán. Se ha erigido en portavoz del Govern en materias que la Generalitat evita —o simula querer evitar— hacer públicos, al afirmar, por ejemplo, que tanto el censo como las urnas para el referéndum del 1 de octubre están ya listos. Y no ha vacilado en cargar contra el Ejecutivo catalán y especialmente contra el PDeCAT, la antigua Convergència. El último episodio ha sido la petición de que el consejero de Empresa, Santi Vila, no continúe en el Gobierno autónomo tras el 1-O, después de que este criticara y decidiera denunciar judicialmente el ataque de Arran, grupo vinculado a la CUP, a un autobús turístico". 

Anna Gabriel maneja con mano de hierro el momento, la situación y el contexto y tiene al PDeCAT agarrado por los bajos como en el chiste del dentista, pero con el sacamuelas desarmado. Así las cosas, La Razón aventa una encuesta que augura gran cosecha de votos para ERC, cuya exitosa estrategia consiste en confundirse en el ambiente y que se desmelenen Puigdemont y Salellas. Firma el análisis Andrés Rojo, que escribe: "De celebrarse hoy elecciones autonómicas en Cataluña, PDeCAT –el partido que ha estado más años en la Generalitat desde la Transición– sería la tercera fuerza política en el Parlament con 19 escaños, es decir, quedaría por detrás de ERC y Ciudadanos. En las últimas elecciones en las que la antigua Convergència se presentó con sus propias siglas, en 2012, Artur Mas logró 50 escaños, es decir, el desafío independentista le ha costado a la antaño fuerza hegemónica en Cataluña más de 30 diputados. En número de votos, la debacle se cifra en casi 600.000 catalanes que han emigrado de las filas convergentes: de los 1.116.000 que logró Mas en 2012 se llegaría ahora a 537.000 según el estudio de NC Report". 

El arco parlamentario quedaría de la siguiente manera: ERC, 40; C's, 24; PDeCAT, 19; PSC, 17; CSQP, 16; PP, 12 y CUP, 7. O sea, un campo de berzas con los convergentes en caída libre.

15 de agosto, santoral: Asunción de la Virgen Maria, Alba, Azucena, Estrella, Mar, Paloma, Reyes y todas las marías.