Primeras planas

¿De Girona a chirona?: El señor Masdelomismo se presenta voluntario

El presidente de la Generalitat es es un "payés asilvestrado", según Sostres. Puigverd lo retrataba el domingo en 'La Vanguardia' bajo el título "Puigdemont en la última carlistada"

11 enero, 2016 08:55

ABC: Puigdemont redobla el órdago independentista

El Mundo: Puigdemont activa el plan de Mas y declara la "preindependencia"

El País: Puigdemont: "Mi programa de Gobierno es el mismo de Mas"

La Razón: Editorial: "España necesita ya un Gobierno estable que garantice la unidad"

Ara: El president del 27-S

El Periódico: Puigdemont acelera

El Punt Avui: Puigdemont: "Ens hi deixarem la pell"

La Vanguardia: Puigdemont se compromete a culminar el proceso separatista

Puigdemont. El señor Carles "Masdelomismo" (hallazgo de Inés Arrimadas) es el nuevo presidente de la Generalidad, el conejo en la chistera del Astut, el número tres por Gerona, un nuevo convergente, digno sucesor de Pujol y Mas, un recambio de emergencia, una rueda de repuesto, un parche en el pinchazo del "proceso", un torpedo en la línea de flotación de lo que queda de Cataluña, el regalo de Reyes de Mas. Puigdemont es el sujeto de todas las portadas para el mismo predicado, un periodista, qué nivel.

El "president" se ha presentado voluntario para tomar la colina del "pantumaca" (con el casticismo con el que se escribe pan con tomate en los bares Madrid), la cota 705 de la Serra de Pàndols. Tiene más peligro que un primate con twitter y según el doctor Trillas algo en su aspecto y en su rostro augura un futuro penitente. Ya exalcalde de “Chirona”, dicen de él que era el intelectual orgánico de Convergència en las tierras gerundenses. Debutó de plumilla en "Los Sitios", que ahora se llama "Diari de Girona".

Verbo inflamado de eslóganes, Puigdemont supone el renacer de la carlistada. En La Vanguardia, Antoni Puigverd trazaba el domingo un retrato hiperrealista bajo el título "Puigdemont en la última carlistada: "Si Mas llegó a la política por azar, ya que comenzó como tecnócrata, Carles Puigdemont lleva el nacionalismo en el corazón y ha sido desde muy joven el intelectual orgánico de Convergència en Girona. Si Mas surge de la Barcelona pija, instrumentalmente nacionalista, de escaso fervor catalanero, Puigdemont proviene de la abrupta y profunda Catalunya vieja, donde mamó del tronco más antiguo del nacionalismo conservador: el tradicionalismo de origen carlista. Puigdemont nació en Amer, a medio camino de Girona y Olot, en una zona montañosa y rural, pero también industrial, que, atravesada por el Ter, separa las tierras de Vic de las de Girona. Tierra de Remensas (allí se firmó el compromiso con que los payeses aceptaban el arbitraje del rey Fernando) y de carlistas: durante la Guerra de los Matiners fue centro de operaciones del general Cabrera, que fue derrotado muy cerca del pueblo de Puigdemont. Cuidado con el tópico carlista y rural!: Amer se industrializó ya en el XIX y ahora es sede de una multinacional catalana, Hipra, pionera en la exportación de fármacos veterinarios".

También en fin de semana lo dejó claro Arcadi Espada. Cita de memoria: "La mala noticia es que Cataluña todavía no ha tocado fondo; la buena es que falta poco".

Es lo que hay y avisados/aviados estamos. Las claves maestras del embrollo las ofrece el historiador Joaquim Coll en El Periódico: "Cuando ya parecía imposible, Artur Mas se avino a tirar la toalla. Una decisión impuesta por la única lógica que cuenta en política: salvar el poder y, si puede ser, el honor. Ir a marzo suponía no solo el entierro del proceso separatista, sino también de CDC y del propio Mas. Pero sin honores. Aunque el president saliente lo haya explicado como una decisión personal, se resistió hasta el límite. Su vanidad, que quedó al desnudo en la comparecencia del sábado, se lo dificultaba. Han tenido que ser muchas las presiones dentro de su partido para que finalmente diera el paso. El procés se ha convertido en un modus vivendi para un importante conglomerado político, intelectual y mediático y la perspectiva de ir a marzo suponía su ocaso. Mas tenía igualmente perdida la presidencia en las elecciones y ha optado por salvar su honor sin renunciar un día a volver como Churchill o De Gaulle. Se despidió con una durísima reprimenda hacia la CUP, logrando la autoinmolación política de los anticapitalistas. Un episodio inaudito sobre el que sobrevuelan muchos interrogantes. También con una velada amenaza hacia sus adversarios: "A partir de ahora me conocerán mejor". Su confesión de que "hemos corregido lo que las urnas no nos dieron" inquieta enormemente".

Se han reactivado los coros y danzas del catalanismo. El director de El Punt Avui, Xevi Xirgo, da un paso al frente y sopla el trombón: "El nou president de la Generalitat, Carles Puigdemont i Casamajó (el 130è president de la Generalitat, poca broma), va superar ahir, i amb nota, el debat d'investidura. Va fer un bon discurs, valent (“Ens hi deixarem la pell”, “No ens tremolaran les cames”, “No són èpoques de covards”) i amb contingut (disseny definitiu de les estructures d'estat, plena internacionalització del procés, Banc Central Català, millora d'infraestructures, pla de xoc social...). Un discurs, no s'enganyin, fet amb presses (“He tingut poc temps per preparar-lo”) i forçosament cenyit als acords de Junts pel Sí i la CUP. Tenia poc marge, però tot i això el va brodar. Estic convençut que molts ciutadans van descobrir ahir que Puigdemont té un bon discurs. I van descobrir sobretot que té també unes rèpliques brillants. Perquè se'ls va cruspir".

No es de la misma opinión Salvador Sostres, que analiza en ABC al inesperado Puigdemont con hacha y bisturí en una autopsia a lo vivo de un "payés asilvestrado": "Quien sí va a beneficiarse del trueque en la Generalitat va a ser el Estado, en tanto que es bastante probable que Puigdemont, en su euforia rural y sin filtrar, y empujado por la CUP, caiga en excesos que limiten con el Código Penal. El precio político y emocional de tomar entonces alguna medida drástica contra él será muy inferior al de detener o encarcelar a Mas, que tiene una imagen mucho más presidencial y una puesta en escena que le da credibilidad como representante de todos los catalanes, incluso de los que no le han votado. En cambio, en Puigdemont no hay ninguna contradicción entre su aspecto y sus intenciones, y su semblante de payés asilvestrado coincide con su independentismo de trago y tupper. No infunde el nuevo presidente de la Generalitat ninguna sensación presidencial, hasta el punto de que si en algún momento hace algo que merezca su inhabilitación, o incluso su detención, no sólo no va a originar ningún martirologio sino que gran parte de los catalanes vamos a sentirnos aliviados".

No es de la misma opinión

En El Mundo, Federico Jiménez Losantos subraya el acierto de la jefa de la oposición catalana: "Inés Arrimadas ha dado con otro apodo para designar al nuevo 'patufet' de la democracia orgánica catalana -orgánica porque su designación clandestina "para corregir lo salido en las urnas", huele que apesta y catalana porque la democracia sigue allí tan orgánica como en el Franquismo y se eligen Honorables a dedo y en 'La Vanguardia' como antaño gobernadores civiles-. Al 'hereu del hereu' de Pujol, la jefa de la Oposición catalana y española, democrática y cívica, le llamó ayer Señor 'Masdelomismo'. Será más fácil de recordar para los que no han conocido la democracia orgánica, ni 'La Vanguardia' azul mahón, ni la sopa juliana del editorial de inserción obligatoria, ni el patriotismo con sede en Suiza."

En El País se arremanga hasta Juan Luis Cebrián, que se lamenta de los hechos, pide un acuerdo de Estado y que se vaya Rajoy, todo ello en un sólo artículo del que destilamos la receta cebrianita para salvar España: "Tanto que se habla ahora de la memoria histórica conviene no olvidar que este país debe su modernización y su incorporación al mundo global en un lugar relevante, aunque en progresivo declive, al esfuerzo llevado a cabo desde hace cuatro décadas por la cuestionada vieja política, capaz de conducir a los españoles a través de la senda de la reconciliación y el esfuerzo común. Ese logro corre hoy peligro de dilapidarse, pero la situación no es en absoluto catastrófica a condición de que los líderes políticos abandonen sus manías de aficionados y se dediquen profesionalmente a lo suyo. Lo suyo es hacerse cargo, y de manera urgente, de tres retos fundamentales:

1. La respuesta al desafío independentista catalán, con la integración de Cataluña en España de acuerdo al modelo federal ya implícito en el Estado de las Autonomías, que incorpore también las aspiraciones de otros territorios.

2. La sostenibilidad del incipiente crecimiento económico, sin el que será imposible generar empleo.

3. La implementación de políticas sociales concretas que acaben con los efectos perversos del denominado austericidio, promuevan la lucha contra la desigualdad y contribuyan al rescate de las clases más desfavorecidas".

Ha fallecido a los 69 años de edad David Bowie.

11 de enero, santoral: Tomás de Cori, Higinio, Honorata, Leucio, Paulino, Salvio y Tipaso.