No es gratuito que la izquierda indepedentista haya elegido el popular barrio de Bellvitge, situado en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) para arrancar una campaña sobre la futura “república catalana”. La ciudad menos independentista de Cataluña fue escenario el pasado jueves de la conferencia de un nuevo tripartito que, según los sondeos de intención de voto, podría estar llamado a gobernar. Para ello necesita de transversalidad, es decir, de pescar en caladeros poco soberanistas como el del área metropolitana, pero sensibles a un discurso social. Precisamente el que pronunciaron Anna Simó (ERC), Carme García (exdiputada de ICV), David Companyon (EUiA), Josep Ferrer (EUiA) y Mireia Boya (CUP).
Apenas un centenar de personas acudieron al Centre Cultural de Bellvitge, donde Simó, vicepresidenta de la Mesa del Parlament y que en breve prestará declaración como inculpada ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por un supuesto delito de desobediencia, sentó las bases de ese independentismo social. “La república catalana no es para satisfacer sueños húmedos, sino para garantizar y ampliar los derechos de la gente”, dijo.
"No es una movida de la burguesía"
“Que no nos vendan motos. Las izquierdas deben defender el referéndum porque es democracia. No es una movida para tapar las vergüenzas ni una movida de la burguesía. Es una movida popular”, dijo la exconsejera de Educación, desmarcándose definitivamente de PDECat, actual socia de gobierno de ERC, identificada con la derecha independentista.
Para Carme García, “es necesario huir del victimismo y defender, sin complejos, la democracia y las libertades”. Según la ecosocialista, “todas las leyes de protección social y los derechos fundamentales que ahora están suspendidos por el Tribunal Constitucional entrarán en vigor en el minuto cero de la República catalana”. También se aplicarán, afirman, impuestos ecológicos y los que gravan el capital y los pisos vacíos.
"Actos unilaterales"
En este mismo sentido se pronunció Companyon, quien advirtió de que “no se puede ser de izquierdas si no se defiende el ejercicio de la soberanía”. Y avisó de que hay que “asumir riesgos, desobedecer y llevar a cabo actos unilaterales”.
Compartió este desafío Mireia Boya, quien retó a la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín: “Si cierra colegios el día del referéndum, abriremos otros”.
Para la cupaire, “no apoyar el referéndum es ponerse al lado de lo peor, del Estado más reaccionario. Es someterse a la dictadura de la troika, a la UE y al Tribunal Constitucional”.