Sede del Banco Central Europeo / EFE

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Política

La salida del euro, ¿una solución para el sur de Europa?

Partidos del sur de Europa se alían contra la moneda común y se reabre el debate sobre las ventajas e inconvenientes de continuar con la divisa única

16 enero, 2016 23:57

El pasado 14 de diciembre se votó en el Parlamento Europeo de Estrasburgo una resolución sobre la "realización de la unión económica y monetaria en Europa", presentada por el presidente de la Comisión de Economía del Parlamento Europeo, Roberto Gualteri.

Esta resolución fue enmendada por varios partidos críticos con las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas, entre ellos Podemos que, con el voto de sus cinco eurodiputados, se adhería a una propuesta que le alineaba con formaciones con posicionamientos euroescépticos --como el Sinn Féin en Irlanda, o el Movimiento 5 Estrellas en Italia-- o de partidos con tintes xenófobos y populistas --como el Frente Nacional en Francia y la Liga Norte en Italia--.

Podemos se defiende

Desde el departamento de comunicación de Podemos en Estrasburgo explican a Crónica Global que no han votado “a favor de la disolución de la zona euro” y argumentan que, en la propuesta de resolución de Gualteri, "se ha desaprovechado la oportunidad de estudiar el abanico de opciones alternativas”. Entre estos desaprovechamientos, citan la posibilidad de "unos mecanismos de salida unilateral" del euro por parte de un país que lo reclame.

Pese a su rubrica a la enmieda presentada por los eurodiputados del Movimento 5 Stelle Marco Valli y Marco Zanni, insisten en que “Podemos no ha hecho esa propuesta de enmienda”, sino que su adhesión tiene como objetivo que las instituciones hagan una “reflexión”. “En ningún caso Podemos pide con ello una salida del euro”, comentan a este medio.

¿Salir del euro o avanzar en la unión fiscal?

La Unión Europea se encuentra dividida entre los partidarios de avanzar en la integración fiscal y los que pretenden recuperar soberanía frente a las políticas comunitarias de Bruselas. A estas dos posiciones, sin embargo, se le añade la coexistencia de especifidades propias de cada estado miembro como son el régimen foral del País Vasco y Navarra, el llamado dumping fiscal de Irlanda o la laxitud del regimen tributario de Luxemburgo, que complican aún más tomar partido hacia la integración.

En este sentido, la tolerancia de Europa ante la disparidad de sistemas de fiscalidad ha dado alas a los críticos de la integración que, a día de hoy y con la crisis económica aún como telón de fondo, se han hecho oír con más fuerza en esta disputa. Con todo, y pese a los matices que alegan desde Podemos para no ser asociados con Le Pen o Matteo Salvini, su suscripción ahonda en la división entre dos proyectos antagónicos para Europa.

Soberanía y moneda propia

Las principales ventajas que indican los partidarios de la salida del euro es, por un lado, la recuperación de la soberanía monetaria, con el consiguiente control sobre los tipos de intereses y sobre el tipo de cambio y, por el otro, acuñar una moneda propia con valor inferior al euro que serviría para ganar en competitividad respecto a los otros miembros europeos.

Esta última ventaja, sin embargo, es matizada por el economista y politólogo Diego Arroyo, experto en inversión que ha trabajado en el banco de inversión Nomura, en Nueva York, y en el fondo de inversión Variv Capital, en México, que explica a instancias de Crónica Global que España ya ha conseguido ser competitiva a través de “la contención de los salarios”.

“España ya ha conseguido exportar más barato frente a otros países de la zona euro. Y fuera de ella, el euro ha sufrido ya una devaluación frente a las grandes monedas, lo que explica que las exportaciones ya supongan el 27% del PIB español”, asegura el economista, que añade que “las supuestas ventajas ya no lo son tanto”.

Desventajas de la salida

Según Arroyo, las consecuencias de abandonar la moneda común serían mayores que las de permanecer en el euro, y califica estas desventajas de “enormes”. “Una moneda más débil significa que las deudas se multiplicarían al estar denominadas en euros”, afirma el economista.

Otras de las principales desventajas que señala es el “cierre de acceso a los mercados tanto para les empresas como para el Estado hasta que la nueva moneda se estabilizara”. Y, una vez estabilizada, “sería más caro financiarse”. “Los intereses se convertirían en la principal partida de gasto del Estado frente a Educación o Sanidad”, prosigue.

Las exportaciones españolas también se verían afectadas. El mercado único supone un 50% de las exportaciones totales. Un porcentaje que se vería altamente reducido al tiempo que las importaciones se encarecerían, especialmente las relativas a la energía.

Por último, una política monetaria nacional es un incentivo perverso para los Gobiernos de turno. Arroyo adiverte de que “siempre es más sencillo darle a la máquina de imprimir dinero que realizar las reformas estructurales necesarias”. Esta situación podría hacer crecer la inflación de forma notable y devaluar la moneda nacional.

La posición de los críticos

El secretario de Economía de Podemos, Nacho Álvarez, reconocía las “duras consecuencias” que tendría salir del euro de forma unilateral en una entrevista en el Instituto New Economic Thinking.

Álvarez, no obstante, también calificaba el euro de haber sido un “experimento histórico fracasado” y advertía de que seguir en la unión monetaria contribuiría a acrecentar “el autoritarismo, la pérdida de soberanía y la falta de democracia”.

Ahora, Podemos pretende que Estrasburgo estudie la propuesta basada en crear “mecanismos de salida unilateral”. Este posicionamiento está arrelando con fuerza en un sector de Europa. Sin ir más lejor, el Movimiento 5 Estrellas exigía a Bruselas “tener un plan B” tanto para los partidarios como detractores de la moneda común en caso de que no haya más opción que renunciar a ella.

De momento, las tres grandes familias europeas --Conservadora, Socialdemócrata y Liberal-- rechazan categóricamente esta opción y está por ver si es una posición que se consolida y coge fuerza o, como afirman algunos expertos, es solo una forma para presionar al Banco Central para que sea más flexible con los países deudores del sur de Europa.