La reunión de Turull y Ortuzar que marca la enésima catarsis de Convergència

El contacto entre Turull y Ortuzar, cargado de simbolismo, se produjo en el marco de la visita que hizo el líder del PNV a la Ciudad Condal, donde pronunció una conferencia organizada por La Vanguardia y acudió a la sede de Foment del Treball. Pero no pasó desapercibida para los asistentes a la citada conferencia de Ortuzar --quien explicó su hoja de ruta reformista y nada rupturista-- la presencia de destacados representantes de la antigua CiU: el propio Turull, Xavier Trias, Albert Batet, Germà Gordó, Marta Pascal, Jordi Xuclà, David Bonvehí, Josep Antoni Duran Lleida y Josep Sànchez-Llibre --actual presidente de Foment--, entre otros.

Pilar Rahola, celebrando una calçotada de dirigentes de Junts con el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol / TWITTER

Calçotada con Jordi Pujol

Pocos días después, Turull acudía a una calçotada con los expresidentes de la Generalitat Artur Mas y Jordi Pujol como principales protagonistas de un cónclave en el que también participaron empresarios, y en el que Junts volvía a arrojar señales de nueva catarsis: la que retrotrae a las esencias convergentes. No hace tanto --y sobre todo, durante la campaña de las elecciones catalanas del 14F--, dirigentes de esta formación acusaban a los peneuvistas de practicar el “autonomismo”.

Pujol intenta preservar su legado convergente

Hubo un tiempo en el que el nacionalismo vasco y catalán encontraron un común denominador que, incluso, llevó a PNV y CiU a liderar junto a sus homólogos gallegos del BNG una coalición electoral europea: Galeuscat. Sin embargo, cuando Artur Mas sucedió a Pujol y se lanzó en brazos del independentismo, peneuvistas y convergentes siguieron rutas diferentes. Así, mientras los vascos abandonaban la vía de la confrontación y optaban por una estrategia de negociación con el Gobierno --lo que se traducía en la inclusión de inversiones para el País Vasco en los Presupuestos Generales del Estado--, los convergentes abandonaban sus siglas para convertirse en PDECat, primero, y después Junts, liderado por Carles Puigdemont, cerebro del referéndum del 1-O junto a Oriol Junqueras (ERC). 

Fuentes soberanistas recuerdan, no obstante, que las relaciones entre Junts y PNV nunca se rompieron del todo, y que el presidente de los nacionalistas vascos se desplazó en varias ocasiones a la cárcel de Lledoners para visitar a los condenados por el referéndum del 1-O.

El desafío independentista

Tras la conocida respuesta judicial al desafío independentista, Esquerra optó por un cambio de rumbo --basado en el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez y el abandono de la unilateralidad separatista-- que le llevó, por primera vez, a obtener la presidencia de la Generalitat con Junts como socios de gobierno. Pero el pacto con los neoconvergentes apenas duró año y medio, y en un último intento de demostrar músculo secesionista, las bases de Junts votaron a favor de salir del Consell Executiu. La decisión agudizó las divisiones internas en Junts, donde algunos dirigentes se mantienen a las órdenes del fugado Puigdemont, mientras que crecen los partidarios de un cambio de rasante.

No es anecdótico que, en los últimos días, Pujol se prodigue más a menudo en actos públicos. A pesar de ser un defraudador confeso, su entorno --que incluye a Mas-- reivindica su figura. Ambos expresidentes arroparon a Trias --exconseller de Salud durante el gobierno de Pujol-- en el arranque de su precampaña como candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona.

¿Enésima catarsis en la formación liderada ahora por Turull y Laura Borràs? Ni la presidenta del Parlament, juzgada estos días por supuesta corrupción, ni Quim Torra acudieron a esa calçotada organizada por Pilar Rahola a modo de reunificación el partido. Sí que estuvieron presentes los exconsejeros de Economía y Justicia Jaume Giró --quien también asistió a la conferencia de Ortuzar y que ya no esconde su deseo de ser candidato a la presidencia de la Generalitat-- y Lourdes Ciuró, ambos contrarios a la salida de Junts del Govern. No fue Trias, firme en su decisión de marcar distancias del “ruido” que todavía rodea las siglas que le toca representar: no ha acompañado a Borràs a la sede judicial donde es juzgada ni participó en la manifestación contra la cumbre hispanofrancesa celebrada en Barcelona.