Los electores han sentenciado quién era el responsable máximo del bloqueo, del desacuerdo y de la repetición de las elecciones: Ciudadanos (Cs) en primera instancia y Unidas Podemos (UP) en segundo lugar. También queda confirmado el temor que se expresaba este domingo en Crónica Global: las elecciones solo han servido para engordar a Vox.

En realidad, la situación política ha quedado aún más complicada que en abril. El PSOE ha aguantado, aunque ha perdido tres escaños; el PP no se ha disparado hacia arriba tanto como predecían algunos sondeos y ha quedado, con 88, lejos de los 100 diputados; Vox ha doblado de largo los 24 escaños de que disponía, y el desastre de Ciudadanos es estratosférico, mayor incluso del que le pronosticaban las encuestas. Albert Rivera queda incapacitado para la política después de perder la friolera de 47 diputados y dos millones y medio de votos. El PSOE ha perdido 700.000 votos, pero aún aventaja al PP en casi dos millones, aunque la distancia en escaños se ha reducido a 32 diputados frente a los 57 de abril. Es indiscutible, pues, que Pedro Sánchez está legitimado de nuevo por las urnas para seguir en la Moncloa, aunque la formación de gobierno puede ser tan complicada o más que hace seis meses. La distancia entre los bloques de izquierda y derecha, que en abril fue de 18 escaños, se reduce ahora a la mitad, debido al retroceso de Unidas Podemos, que pierde siete escaños, no compensados por los tres que obtiene Ínigo Errejón.

Errejón después de los resultados del 10N / EUROPA PRESS

Solo hay una razón indiscutible para augurar que no se repetirá el bloqueo, la de que ir a unas terceras elecciones sería una locura y quizá el fin de lo que algunos llaman “el régimen del 78”. Esa tentación, la del bloqueo y la del cuanto peor mejor, anida en algunas mentes, pero hay que esperar que esta vez los partidos responsables no vuelvan a jugar con fuego.

A algunos los dedos se les hicieron huéspedes. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, llegó anoche a decir, en su primera comparecencia para comentar el sondeo de TVE, que Sánchez debía renunciar a la investidura. Pero, descartado el sorpasso que la propaganda popular vendió como posible hasta la misma noche electoral, solo Sánchez está autorizado a formar Gobierno. En su primer discurso tras la victoria, insistió en que España tendrá un Gobierno progresista. También Pablo Iglesias se ofreció para conseguirlo. Pero habrá que ver de qué manera.

En cuanto a Cataluña, aunque la potencia de Vox es un factor de distorsión que puede endurecer el discurso del PP, cayendo de nuevo en el error de aproximarse a la ultraderecha, hay unas declaraciones de Sánchez que pasaron inadvertidas en el fragor de la campaña. “En Cataluña tenemos ya que dejar atrás la vía judicial y centrarnos en la vía política”, dijo en la entrevista que El País publicó el pasado viernes. Y en el artículo que publicaron varios medios internacionales fue también muy claro: “Es preciso actuar desde la templanza. Con firmeza para defender la convivencia, pero con inteligencia para entender que estamos ante la oportunidad de abrir una nueva etapa. Nunca me he negado al diálogo si se articula en el marco de la Constitución y la ley”, escribió. El nuevo Gobierno, si la otra parte, --el independentismo que sigue pujante--, no lo malogra, tiene el deber de intentarlo.