Viñeta cómica sobre Rajoy, que espera que los problemas de Cataluña se resuelvan solos / PEPE FARRUQO

Viñeta cómica sobre Rajoy, que espera que los problemas de Cataluña se resuelvan solos / PEPE FARRUQO

Política

El PP catalán exige ser interlocutor ante la Moncloa para evitar un nuevo 21D

Albiol advierte del 'efecto Junqueras' y reclama un papel más protagonista en la estrategia de los populares si se repiten elecciones en Cataluña

11 febrero, 2018 00:00

El reloj de la investidura está a cero. Así lo dictaminaron el pasado viernes los letrados del Parlament. Pero una vez despejada esta incógnita, queda por resolver el principal interrogante: ¿elecciones o candidato alternativo?

Los partidos catalanes se preparan para una eventual repetición de los comicios, especialmente aquellos que salieron mal parados el 21D. Este es el caso del PP catalán, que afronta esa posibilidad como una segunda oportunidad para recuperar voto y mitigar el golpe que supuso el triunfo de Ciudadanos. La formación liderada por Xavier García Albiol se ha conjurado para presentarse como único interlocutor ante el Gobierno de Mariano Rajoy, convencida de que, desde hace años, en la Moncloa se hace caso a los cantos de sirena de un independentismo supuestamente moderado. Algo que los populares catalanes califican de autoengaño.

Un debate permanente

Fuentes del PPC explican a Crónica Global que “el debate sobre la interlocución ante la Moncloa siempre está encima de la mesa. Albiol no olvida que, en la anterior legislatura, hubo momentos en los que se hizo más caso a Ciudadanos que a los populares catalanes”.

Pero lo que realmente irrita al líder catalán del PP es la autoritas que algunos dirigentes soberanistas han ejercido en Madrid. Primero fue el democristiano Josep Antoni Duran Lleida, animal político que aprovechó su cargo en el Congreso para moverse en ambientes gubernamentales y poner sordina al entonces incipiente proceso independentista. A esa teoría de que “no pasa nada” se abonó Miquel Roca, convencido de que el pulso convergente pilotado entonces por Artur Mas era más táctico que real. “’Son los convergentes de toda la vida, los que pactaban con González y Aznar. No llegarán hasta el final’, decían esos interlocutores”, explican las mismas fuentes.

La 'operación diálogo'

En paralelo, tanto la expresidenta del PPC Alicia Sánchez-Camacho como su sucesor, Albiol, aseguraban a todo aquel que quería oírles en la Moncloa que lo del procés iba en serio y que era urgente poner freno. Y que igualmente necesario era activar una estrategia política que incluyera un relato, medios económicos y aparato mediático. Ni caso.

Cuando las cosas empeoraron –consulta del 9N, gobierno de Carles Puigdemont al dictado de la CUP--, el Gobierno salió de su letargo. Fue entonces cuando se activó la operación diálogo, capitaneada por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a quien incluso se le cedió un despacho en la delegación del Gobierno en Cataluña. Y como no puede haber diálogo sin dos, entró en escena Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC. Junqueras se reveló como el alumno más aventajado de Duran y Roca en el sutil arte de dialogar con el rival político. Incluso llegó a ganarse la confianza del empresariado español.

Las reflexiones de Margallo

De la buena impresión que ha dejado el republicano en el Ejecutivo español dan fe las recientes declaraciones del exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo en las que asegura que la excarcelación de Junqueras –permanece en prisión preventiva en Estremera-- añadiría normalidad a la situación catalana. Es más: el político aseguró que se fiaba mucho más del republicano que de Puigdemont. Si se repiten las elecciones catalanas, la hipotética excarcelación de Junqueras supondría la peor pesadilla para Junts per Catalunya.

“La situación ha cambiado y en la Moncloa creen que es más fiable un independentista de toda la vida que un convergente que abraza esa causa por supervivencia electoral”, explica el entorno de Albiol.

Santamaría 'versus' Cospedal

La entente fallida entre Santamaría y Junqueras hizo aflorar el soterrado enfrentamiento entre las familias populares. Es decir, entre los sorayos, con quienes se alineó el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, frente al sector de los ministros María Dolores de Cospedal y Juan Ignacio Zoido, partidarios de aplicar medidas más contundentes contra el independentismo. Albiol se identificaba con los segundos y defiende que la aplicación del artículo 155 de la Constitución se hizo tarde y mal. Sin incluir a TV3, al servicio del cesado gobierno independentista, en la intervención.

Rajoy hizo honor a su fama de impredecible y, en contra de lo esperado, acortó la intervención de la medida constitucional, cuando estaba previsto que se prolongara durante seis meses. El PPC había advertido de las consecuencias negativas que supondría celebrar elecciones en plena aplicación del 155, esto es, con el mundo independentista hipermotivado por la “injerencia española”.

Por todo ello, la formación que lidera Albiol intenta que el Gobierno aprenda de los errores del pasado. El tiempo dirá si le dejan, ya que los malos resultados obtenidos por el PP el 21D –pasó de 11 diputados a 4— le llevaron a presentar su dimisión, no aceptada por la Moncloa a la espera de decidir un relevo.