Artur Mas, con José Montilla, bajo la mirada de Joaquim Nadal, en la librería Jaimes /CG

Artur Mas, con José Montilla, bajo la mirada de Joaquim Nadal, en la librería Jaimes /CG

Política

Nadal provoca una catarsis soberanista con Mas y Montilla

El exconsejero socialista reclama un nuevo pacto de Estado que lleve al independentismo a renunciar a la unilateralidad y a demorar una posible consulta

24 noviembre, 2018 00:00

Un silencio doloroso. Las palabras de Joaquim Nadal llaman a la reflexión, a admitir que los errores han sido enormes, y a interiorizar que se ha podido retroceder en el tiempo, que el independentismo con sus prisas y sus proclamas han llevado a una parte de la sociedad catalana a sentirse “más rechazada ahora que hace 20 años”. Nadal provoca una catarsis soberanista, con algunos de los protagonistas del proceso en primera fila, serios y, ahora, sí, muy conscientes de que la salida política en Cataluña, si la tiene, exigirá un tiempo prudencial.

Es la presentación del libro de Nadal Catalunya mirall trencat (Pòrtic), en la librería Jaimes. En la primera fila, los expresidentes Artur Mas y José Montilla. Se esperaba la presencia de Jordi Pujol, que, finalmente, no acudió. También quiso escuchar a Nadal la exconsejera Irene Rigau, que corre la misma suerte que Mas, con el Tribunal de Cuentas detrás de su patrimonio por la organización del 9N en 2014. Y también la exconsejera socialista Montserrat Tura y el historiador Borja de Riquer. Más alejado, en las sillas de las últimas filas, el ya candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona, Ernest Maragall, que abandona el acto a los pocos minutos por motivos de agenda.

Artur Mas y José Montilla se dan la mano en la presentación del libro de Joaquim Nadal, 'Catalunya, mirall trencat' /CG

Artur Mas y José Montilla se dan la mano en la presentación del libro de Joaquim Nadal, 'Catalunya, mirall trencat' /CG

Artur Mas y José Montilla, se dan la mano en el acto con Joaquim Nadal 

Ni referéndum ni república

Y, junto a Nadal, los periodistas Neus Tomàs y Toni Soler, que, cada vez que interviene, su mirada choca con la de Montilla, que le mira fijamente. El acto no pretende convencer a nadie. Todo lo contrario. Las dudas afloran, y aparecen los reproches y los miedos. Nadal no quiere disimular. Dejó el PSC poco después del inicio del proceso soberanista. Consideraba que el partido podía haber defendido el derecho a decidir, con criterio propio, y dejando claro que no era partidario de la independencia. No pudo ser. Pero ahora dice en voz alta que “el 1 de octubre no se celebró ningún referéndum, ni el 27 de octubre se proclamó ninguna independencia, ni se implementó ninguna república, pero se sigue insistiendo en que hay un mandato democrático, en que se debe defender la república”. Es un dardo al presidente Quim Torra y al independentismo exaltado que cada día insiste en que se debe seguir una vía unilateral que ya se ha visto qué consecuencias ha tenido.

Nadal es duro, aunque con esa retórica característica, que le sirve para ir trazando el mensaje, con cierta parsimonia: “El PSC se ha adelgazado y es curioso porque quien trabajó más para que eso pasara se lamenta ahora de que el PSC tenga poco peso. Hay empresarios, convergentes, con los que me veo, que me dicen que el PSC sería muy necesario. Y tiene posibilidades para recuperarse. Pero perdió electores que ahora han abrazado otras formaciones, como Ciudadanos, tal vez porque han pasado cosas que veo cada día”. Nadal se refiere a unas pintadas, en su recorrido en coche entre Palamós y Girona, en las que se señala “Xarnegos fuera”. Y es que “hay gente que se siente más rechazada ahora que hace 20 años y eso lo ha provocado una parte de ese independentismo exaltado”.

Apoyar ahora la Constitución

Las palabras duelen. Duelen porque todo eso se consideraba superado. Nadal va a más. Reprocha que se hable de franquismo, de presos políticos y exiliados, habla de la playas de Argelès, donde “los refugiados se morían de hambre”. Y señala, en relación a la efervescencia que ha vivido el mundo independentista en los últimos años, que nada tiene que ver con la efervescencia de los años ochenta, tras la irrupción de los ayuntamientos democráticos y con la transición: “Entonces aquella efervescencia no era desmentida por la realidad”, dejando claro que el independentismo ha vivido una ilusión que ha colisionado con la realidad de un Estado como España.

Soler, productor televisivo --en el programa de humor Polònia de TV3-- y activista independentista, quiso rebatir a Nadal, con el argumento de que el constitucionalismo, con la defensa de la Constitución, “tiene los pies de barro”, y que sería necesario un pacto de Estado que admitiera que no se puede seguir defendiendo a capa y espada aquella transición y lo que surgió en los siguientes años, con la monarquía como estandarte. Soler se basó para ello en el sondeo del CEO, que muestra que sólo el 17,4% de los catalanes apoyaría ahora la Constitución.

Joaquim Nadal, entre Neus Tomàs y Toni Soler /CG

Joaquim Nadal, entre Neus Tomàs y Toni Soler /CG

Nadal, entre Neus Tomàs y Toni Soler

Posible referéndum acordado

Nadal recogió el guante, en su estilo: “Un pacto de Estado, claro, pero ¿sólo esa parte tiene los pies de barro o hay también otro mundo que está en esa situación?”, en referencia al independentismo que sigue con la idea de la unilateralidad y del “todo está por hacer y todo es posible”, algo que rechazó por completo, al defender la trayectoria de los ayuntamientos desde las primeras elecciones democráticas, cuando se admitía que “ni todo estaba por hacer, ni todo era posible”, desde la premisa de que hay que mirar adelante, pero siempre valorando todo lo que se ha hecho previamente.

Pero hubo más. Lo que propone Nadal, expuesto en el libro, y como explicó en una entrevista en Crónica Global, es que muevan piezas en paralelo. Que el Estado admita “el error de la represión policial del 1-O”, y que el independentismo tenga claro que ni hubo referéndum ni se proclamó la república, ni se puede seguir apostando por una vía unilateral, y que se llegue, con todo el tiempo necesario, a un posible referéndum acordado con el Gobierno.

Papelera de la historia

Lo que no puede ser, a juicio de Nadal, es que un determinado mundo social, catalanista y nacionalista, “un mundo convergente”, se dé la mano con la CUP, y éstos “te manden a la papelera de la historia y te quiten la cartera”. “No puedo entender esa relación, que ahora parece que se va a reproducir en un instrumento extraño como es la Crida”, insistió.

En ese momento, Mas, que escuchaba con atención, no pudo evitar pronunciar un “yo ya estoy en la papelera de la historia”, que se pudo escuchar entre las primeras filas.

Mirada en el espejo

En plena catarsis estaban también otros asistentes, como Laia Bonet, Eva Granados, Jordi Maluquer de Motes, Ramon García Bragado y Josep Maria Carbonell.

No se habló de independencia. No se vivió ninguna sensación de optimismo. Rostros serios, abrazos contenidos, y firmas, eso sí, de un Nadal contento con su libro, pero, principalmente, de ver rostros conocidos, colaboradores en su etapa en la Generalitat,  y amigos socialistas, tenga o no ahora el carnet del PSC, y con la convicción de que el catalanismo que siempre ha representado acabará siendo reconocido por un independentismo que ha comenzado a verse en el espejo y ya no se gusta.