El secretario general de la Presidencia de la Generalitat, Jordi Vilajoana

El secretario general de la Presidencia de la Generalitat, Jordi Vilajoana

Política

El Gobierno español se siente engañado por Vilajoana y Duran

En Moncloa aseguran que ambos interlocutores ocultaron la ‘gravedad’ del proceso secesionista de Artur Mas

11 diciembre, 2015 20:50

La campaña de las elecciones generales del 20D ha dejado en suspenso el debate sobre el proceso independentista catalán en el seno del Gobierno español. Si finalmente hay acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP para investir presidente a Artur Mas, se avecinan días de desafío y desobediencia que, hasta hace unos meses, eran inimaginables en Moncloa.

Uno de los responsables de esa ignorancia respecto a las verdaderas intenciones del líder de CDC es su hombre de confianza, Jordi Vilajoana, cuyos contactos en Madrid le convirtieron en el interlocutor ideal entre Gobierno y Generalitat. Según ha podido saber Crónica Global, el Gobierno se siente engañado por Vilajoana, quien siempre sostuvo que el pulso soberanista no se saldría del cauce legal y, mucho menos, caería en manos de posturas antisistema.

Reproches

Esos reproches se han hecho extensivos al líder de Unió, Josep Duran Lleida, que hasta la ruptura con CDC fue portavoz de CiU en el Congreso. Duran hizo valer su vocación de hombre de Estado, aseguran fuentes gubernamentales, para ofrecerse como confidente.

Tanto Duran como Vilajoana eran los referentes de Jorge Moragas, jefe de gabinete de Rajoy, transmisor, por tanto, de esos mensajes de tranquilidad lanzados por ambos portavoces del procés. Vilajoana, a quien Mas considera su único amigo, venía avalado por su condición de secretario general de Presidencia de la Generalitat y por su trayectoria en Madrid, donde fue diputado y senador. Al igual que Vilajoana, Duran estaba considerado en los círculos del poder como un firme defensor del diálogo.

Señales de alarma

A pesar de las advertencias de los dirigentes del PP catalán, quienes aprovechaban sus contactos con sus interlocutores nacionales para asegurar que el órdago de Mas iba en serio, el Ejecutivo de Mariano Rajoy estaba totalmente convencido de que había mucho postureo en la deriva secesionista.

Las primeras señales de alarma se produjeron el 9 de noviembre de 2014, cuando el Govern llevó a cabo la consulta secesionista. Desde Moncloa llegaban mensajes confusos. Por un lado, se restó importancia a esa votación por tratarse de un simulacro. Por otro, la maquinaria jurídica del Estado se puso en marcha para presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional.

Sin embargo, no fue hasta el surgimiento de Junts pel Sí, fruto del pacto entre ERC y Convergència, cuando el Gobierno comenzó a reaccionar, aseguran fuentes gubernamentales. Sin Unió como contrapeso moderado, el partido de Mas hizo suyos los postulados de desobediencia y desacato que defienden los republicanos y la CUP.

Este es el escenario al que se enfrentará el Gobierno que salga de las urnas el 20D. Un Gobierno previsiblemente sin mayoría absoluta abocado a incluir el ‘problema catalán’ en su política de pactos.