La alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet, Núria Parlon

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Política

Los partidos tradicionales, faltos de sillas para el 27S

Las encuestas y las alianzas situan a la mayor parte de partidos catalanes ante la perspectiva de tener menos escaños a repartir entre los suyos el 28S. Algunos diputados ya están dejando sitio.

24 julio, 2015 22:27

Algunos de los partidos tradicionales en Cataluña se enfrentan en las elecciones del 27S, por sus expectativas de voto y por sus alianzas preelectorales, a una no muy agradable perspectiva: es previsible que el 28S se encuentren con menos escaños de los que ahora disponen. Lo que implica que hay que hacer sitio en el Parlament. Algo que no parece ajeno al goteo de diputados que ya se han hecho a un lado y han anunciado que no repetirán como candidatos.

Los partidos más expuestos, a priori, a perder representación en el Parlament son el PSC y el PP. Pero también CDC y, en parte ERC, corren ese riesgo. Según la última encuesta con proyección de escaños, publicada hace tres semanas por La Vanguardia, los socialistas deberían conformarse con entre 9 y 13 escaños, y los populares con entre 7 y 9. La encuesta presentaba dos escenarios -lista conjunta de las tres formaciones independentistas y tres listas separadas- que ya no se van a producir. Pero, en cualquier caso -y junto a otros estudios anteriores- pronostica un claro descenso de ambos partidos. En 2012, el PSC obtuvo 20 diputados, y el PP llegó a los 19.

CDC pierde asientos; ERC, como mucho se mantiene

Más complejo es el cálculo de las expectativas de CDC y ERC. Ambos partidos se presentan en una lista conjunta con amplia -pero aun no definida- participación de miembros de la sociedad civil. Además, también está previsto que se incluya a representantes de la diáspora independentista del PSC y de los ex críticos de Unió.

La encuesta concedía entre 52 y 54 escaños a la suma de CDC y ERC si se presentaban por separado. Y entre 68 y 72 en caso de hacer coalición con la CUP. El escenario final no será ni uno ni otro, sino el de una lista de CDC y ERC -con más actores añadidos- y otra de la CUP. Aun teniendo en cuenta esta precaución, el supuesto más favorable para la lista 'Junts pel Sí' no parece que debiera superar al resultado conjunto de CDC y ERC en 2012, que fue de 71 escaños.

A esta cifra, que consideraremos máxima, habría que hacerle algunos retoques. Hay 11 puestos de salida de la lista -los tres primeros y el sexto y séptimo de Barcelona, más los dos primeros de Tarragona, Girona i Lleida- que están ya reservados para miembros de la sociedad civil. De los 60 escaños restantes, un 60% corresponden a CDC, y un 40% a ERC. Eso da una cifra cercana de 36 para CDC, que en 2012 obtuvo 37 -restando los 13 representantes de UDC-, y de 24 para ERC, que consiguió 20. De esas cantidades habría que descontar la cuota de exsocialistas y ex Unió. En resumen -y siempre según la última encuesta-: CDC obtendría en el mejor de los supuestos menos diputados de los que ahora dispone, y ERC podría aspirar como mucho a mantenerlos.

El resto de partidos tienen perspectivas de mejora. De mucha mejora, en el caso de C's y la CUP. Y también para ICV-EUiA, pero con el matiz de que el probable aumento de diputados deberán repartirlos los ecosocialistas con Podemos, independientes y quizás alguna otra formación -como Procés Constituent-.

El goteo de renuncias

Con este panorama en perspectiva, en los últimos días se ha producido una cascada de anuncios de diputados de renuncia a ir en las listas del 27S. En algunos casos estas renuncias parecen explicables también por cuestión de edad y renovación. Como los de Núria de Gispert (ex UDC), Dolors Montserrat (PP), Celestino Corbacho (PSC) o Jaume Bosch (ICV).

En otros casos no se da este componente de la edad. Como con las renuncias de Núria Parlon (PSC), Carles Pellicer (CDC), Pere Bosch y Gemma Calvet (ERC), Joan Mena (EUiA), o incluso del socialista Xavier Sabaté -veterano, pero que ha dejado claro que no repite por estar en minoría en el partido-. En uno y otro caso, el resultado práctico es el mismo: diputados que dan un paso al lado, renuncian a batallar por su asiento -una batalla que algunos ya podían considerar difícil de ganar-, y dejan su puesto libre ante la perspectiva de escasez de escaños a repartir.