El ex secretario general de ERC y ex portavoz del partido en el Congreso de los Diputados, Joan Ridao

El ex secretario general de ERC y ex portavoz del partido en el Congreso de los Diputados, Joan Ridao

Política

Joan Ridao: "La Constitución no permite la celebración de una consulta soberanista"

Joan Ridao (Rubí, 1967) escruta la realidad política como miembro del Consejo de Garantías Estatutarias. Podría decirse que ahora mismo observa los toros desde la barrera. Deja claro que no puede mojarse en cuestiones partidistas a causa de su cargo institucional. Así que declina comentar sus impresiones sobre el apoyo de ERC a CIU y el viraje de la formación hacia posiciones menos sociales. Se muestra, en cambio, proclive y expansivo a la hora de abordar la corrupción política, una de sus obsesiones presentes. Le dedicó el libro de reciente publicación Contra la corrupció y un buen puñado de artículos periodísticos.

31 marzo, 2014 09:33

¿Una de las escasas consecuencias positivas de la crisis ha sido el fin de la "banalización de la corrupción"?

En el caso de España, en los años setenta, ochenta y parte de los noventa, había presidido la acción colectiva en el ámbito político. Mucha gente se dedicaba a la política sacrificando su ocupación o profesión habituales. Ahora asistimos a un descrédito profundo, una crisis de régimen, y una de las causas de dicha crisis de legitimidad es la corrupción, aunque hay otros muchos factores. La crisis económica ha provocado que la gente sitúe en la jerarquía de sus preocupaciones, tal y como revelan encuestas del CIS o del CEO, la corrupción al lado de la economía y la ocupación. Es importante porque hace diez años no era así. La gente, además, sublima este cabreo colectivo frente a la crisis, y está dispuesta a no tener una actitud indulgente o inhibirse como en el pasado.

En el caso de la corrupción no existe hecho diferencial catalán.

En este aspecto no creo que exista hecho diferencial catalán. Aun así, el informe que hizo público recientemente la Comisión Europea aplaude algunas medidas catalanas como, por ejemplo, la Oficina Antifraude o la transparencia en materia de compensación pública. Hay elementos positivos desde el punto de vista de la transparencia y de fiscalización de control. Ahora bien, en la raíz del problema, el modelo de crecimiento económico catalán también se sustentó en el llamado pelotazo inmobiliario, y algunas cajas actuaron muy mal. Aquí se han producido casos de corrupción, como el Palau o Pretoria, que contradicen la idea de un oasis en medio de un desierto. En todo caso será un oasis de aguas estancadas, si alguien quiere.

En cambio, la inexistencia de una ley electoral propia sí que es una anomalía.

Es una asignatura pendiente pese a que los partidos están negociando para llegar a un acuerdo. En materia de autorregulación, por ejemplo, se podría hacer más. Tal vez se podría haber redimensionado algunos órganos de fiscalización de control. Ciertamente el Tribunal de Cuentas tiene la potestad exclusiva, pero la Sindicatura podría hacer más, y el propio Parlamento [autonómico] también. Algunas comisiones de investigación se han cerrado en falso. El presidente Mas auspició una cumbre con todos los órganos de control y allí se defiende la honorabilidad de los políticos, pero se reconoce que hay cosas por hacer.

Afirma que en materia de corrupción no hay diferencias entre los países del norte y del sur.

Me rebelo contra el cliché de norte, como decía Espriu, culto, despierto, inteligente y un sur indolente. Sin embargo, reconozco que hay algunos aspectos de la ética protestante del centro y el norte de Europa que sí han traído la adopción de algunos valores de mayor exigencia. Pese a todo, la corrupción es un fenómeno universal. Un ejemplo del retraso atávico que arrastra Cataluña y España es la carencia de una ley de transparencia que permita rastrear hasta el último ticket de caja y que permita que un ciudadano pueda conectarse a la web de un ministerio y pueda saber qué se hace con el dinero público. Ahora mismo la Casa Real se ha visto obligada a publicar más o menos la asignación de los recursos. En las monarquías parlamentarias europeas de larga tradición democrática esto se ha hecho siempre. Por lo tanto llevamos un retraso considerable.

La financiación de los partidos también es asunto espinoso...

La financiación es la clave de bóveda del problema. Hay un elemento transversal que se da en todos los casos: el político no sólo mete la pata sino que mete la mano en la caja. No siempre es para enriquecerse personalmente sino que en la mayoría de casos se trata de beneficiar ilícitamente el funcionamiento del partido político. Lo vimos en el caso Filesa en su día y ahora lo vemos presuntamente en el caso Bárcenas y en el caso Palau. Por lo tanto, la financiación de los partidos es insuficiente. Entiendo que ahora mismo esta afirmación puede crear perplejidades. Obviamente la gente que tiene problemas para llegar a fin de mes no lo compartirá, pero la democracia es cara y se requieren recursos. Evidentemente, los partidos podrían adoptar medidas de austeridad, por ejemplo en esas campañas electorales que cada día son más atrevidas y onerosas.

Recuerdo una campaña electoral de ERC original y polémica, pero que no debió de ser barata.

Sí, hace años. Fue original y costosa. Las siguientes fueron más austeras. En cualquier caso, hacen falta más recursos. Para evitar la injerencia de grupos de presión o lobbies, no creo en el sistema de barra libre privado de las campañas norteamericanas sino en un sistema público controlado. Esto también pasa con los sindicatos. En relación a otros países europeos, la afiliación a partidos y sindicatos es bajísima. Con las aportaciones de los militantes no puede vivir un partido político.

No sé hasta qué punto es naíf o cínico afirmar que un nuevo Estado conllevaría mayor transparencia y calidad democrática

Una cosa no tiene que ver con la otra. Entiendo que la gente que quiere un Estado propio piense que una nueva estructura institucional servirá para empezar de cero. Pero por otra parte, hay unos condicionantes de cultura política que no florecen de un día para otro.

¿Las advertencias de la UE no son suficientes para aparcar el proceso de independencia?

Creo que la UE hace lo que tiene que hacer de entrada: inhibirse y decir que se trata de un tema interno de un Estado. Ciertamente, los tratados de la unión afirman la integridad territorial de las naciones-Estado de la UE. Pero dicho esto, históricamente la UE ha resuelto políticamente los conflictos de este orden. Lo hizo en el caso de la reunificación alemana, en el de Dinamarca y Groenlandia o en el caso de Argelia después de la guerra. La UE siempre resuelve este tipo de cuestiones. Estoy convencido de que si el proceso catalán continúa con la misma determinación que hasta ahora y el presidente de la Generalidad decide convocar la consulta, y el presidente del Gobierno no lo acepta, la UE está llamada a tener un papel.

¿Es partidario de la tesis según la cual el proceso nace a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto?

Creo que son un conglomerado de factores. En cualquier caso, pienso que se ha producido un fracaso de la vocación histórica del catalanismo de encontrar un encaje en España. La tradición del catalanismo no era independentista sino que pretendía influir en la vida política y económica española. Se produce un cambio en el momento en el que el epicentro del catalanismo se desplaza hacia el soberanismo a consecuencia de la apuesta de CiU. Una de las causas es el desenlace poco feliz del Estatuto, pero también hay factores de orden cultural y lingüístico, e incluso en el ámbito de las infraestructuras. Decisiones que tienen que ver con un modelo radial. Creo que todo esto influye en un imaginario colectivo en el cual el encaje o la conllevancia no tienen cabida. Y también hay un factor económico. Como decía Vicens Vives, Cataluña tenía en su base durante siglos la voluntad de ser la locomotora hispánica. Y hoy en día, por muchos factores no imputables a Cataluña, aunque también es verdad que no ha gestionado bien la crisis, ya no es la locomotora. España es un país avanzado. Ya no es un país depauperado en el cual Cataluña había hecho buenos negocios con los aranceles, la corrupción de la Restauración o durante el franquismo. Actualmente, Cataluña no es una locomotora hispánica y Madrid se ha convertido en una megalópolis peninsular en el que hay residenciado todo el poder político, económico y financiero. Ciertamente, hay factores que no sólo son de carácter histórico y evolutivo, como por ejemplo el déficit fiscal que tanto molesta a mucha gente. Pero la locomotora hispánica ha pasado a ser un vagón más, cualificado eso sí, y además en plena crisis se le exige que llegue puntual a la estación. Es decir, que no tenga déficit, y esto genera un problema. Creo que el desenlace del Estatuto y la situación económica han eclosionado en el paisaje político actual.

¿Con la Constitución en la mano es posible una consulta?

La Constitución afirma que el único sujeto de soberanía es el pueblo español y, además, declara la unidad indivisible de la nación española. Por lo tanto, desde este punto de vista, la Constitución no lo permite. Defiendo que hay un sujeto único de soberanía, pero también constato que el principio democrático tiene un valor importantísimo, como hemos visto en el caso de Quebec o de Kosovo, y se tiene que conciliar con el orden democrático interno de un Estado. Por lo tanto, la solución pasa por llegar a un acuerdo político. No se trata de una separación unilateral, sino de una negociación jurídico-política en términos de reforma del Estado y, en consecuencia, de la Constitución. Si esto no se acepta, que es democráticamente una construcción impecable, entonces entiendo también a los que se han postulado abiertamente por otras soluciones. Pero defiendo y sitúo en un plan de igualdad el principio democrático y el principio que emana de la Constitución.

¿Entonces defiende la DUI?

No, yo he dicho que entiendo a los que puedan plantear otros escenarios. Y hasta aquí puedo leer...

Volviendo a la crisis y a sus consecuencias políticas, ¿qué le parecen plataformas como la PAH?

Muy bien. Cuando era diputado, fuimos el primer grupo parlamentario, junto con IU y UPyD, en asumir los planteamientos de la plataforma en el Congreso. A veces la gente sitúa a todos los partidos en el mismo nivel, pero pienso que, en esa ocasión, demostramos un mayor nivel de sensibilidad. Finalmente la iniciativa ha ganado mucho terreno. Pero constato la falta de voluntad política, sobre todo por parte del PP y del PSOE durante mucho tiempo, para operar cambios profundos en el sistema financiero y para abordar cuestiones tan sencillas que merecen un solo retoque casi quirúrgico en nuestra legislación hipotecaria. Es algo que clama al cielo.

¿Y qué opinión le merecen los escraches?

Es un problema de ponderación. Cualquier ejercicio de derechos se tiene que ponderar y ver cada caso concreto. El derecho a la participación política y a la libertad de expresión son defendibles siempre y cuando no vayan en contra de los derechos de las personas a circular libremente o a su intimidad.

¿El tradicional eje político derecha-izquierda está cambiando por el de nacionalistas-no nacionalistas?

La agenda política catalana está hegemonizada por el eje de la cuestión nacional, sin embargo el eje derecha-izquierda existe. Prueba de ello es que el mapa político estatal es bipolar, aunque hay un ligero ascenso de los partidos menores, y aquí se expresan entre siete, ocho o nueve fuerzas políticas. La mayoría de ellas con representación parlamentaria y tributaria de la izquierda o la derecha en todos sus matices. Pero como el debate sobre el futuro político colectivo copa la agenda política parece que hay un desplazamiento y los temas derivan hacia allí.

¿Se considera nacionalista?

Este es un debate interesante y que provoca grande ríos de tinta.

Está considerado el gran mal ideológico del siglo XX.

Efectivamente, el término nacionalismo está estigmatizado no sólo por las guerras mundiales sino también a causa de la guerra de los Balcanes. Ahora mismo la actitud de Putin es claramente nacionalista. Ahora bien, dicho esto, ¿quién no es nacionalista? Por ejemplo, el nacionalismo banal del que hablaba Billig o el de Estado que no se reconoce como tal. Cuando el PP o el PSOE hablan de nacionalismo hacen referencia al catalán o al vasco, pero luego colocan una bandera española de cincuenta metros cuadrados en la Plaza Colón de Madrid y lo encuentran normal. ¿No es una manifestación propia del nacionalismo? Pienso que sí. Por otra parte, el independentismo no tiene por qué ser nacionalista, aunque el nacionalismo tiene como consecuencia un Estado propio. Así el nacionalismo romántico de Renan o el revolucionario francés. Por lo tanto, aunque exista una estigmatización, repito: ¿quién no lo es?