Las conversaciones se intensifican y el acuerdo podría llegar en los próximos días, porque el independentismo ha llegado a la conclusión de no puede desaprovechar la formación de un nuevo gobierno. La posibilidad de elecciones sigue presente, pero también asusta. El hecho es que existen algunos escollos notables. La lista de Carles Puigdemont, Junts per Catalunya, quiere colocar Interior a ERC, y los republicanos se resisten. Dependerá del equilibrio de fuerzas final, pero Esquerra prefiere no quedarse con los Mossos d’Esquadra.
Ocurrió exactamente lo mismo con la formación del segundo tripartito, cuando el socialista José Montilla nombró al ecosocialista Joan Saura al frente de Interior, una responsabilidad que terminó quemando al consejero de ICV, con una erosión enorme, y con diferentes casos que determinaron la suerte de la formación que lideraba, precisamente, el propio Saura.
Gobernación y Cultura
Pero la negociación en las últimas horas no se ha centrado únicamente en Interior. Esquerra, al margen de todo lo relacionado con los medios públicos de la Generalitat, duda en reclamar dos responsabilidades, Gobernación o Cultura. En el primer caso, es Junts per Catalunya la más interesada, que desea nombrar a Marc Solsona, alcalde de Mollerussa. Se trata de un joven dirigente, con gran proyección, que el PDeCAT quiere potenciar, y que la lista de Junts per Catalunya, en manos del llamado club de Puigdemont, valora también para que sea uno de los hombres fuertes del nuevo ejecutivo catalán.
ERC, sin embargo, sabe que se trata de un departamento que puede ser clave, y no desea encasillarse en Cultura, tradicionalmente más proclive para consejeros republicanos.
El futuro de Trapero
Todo dependerá ahora de cómo se pueda solventar ese equilibrio de poderes sobre el ámbito de la comunicación del Govern. Sólo en ese caso, si Esquerra logra el poder en la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA), los republicanos podrían aceptar Interior, que, entre otros asuntos, debería abordar el futuro profesional de Josep Lluís Trapero, el antiguo mayor de los Mossos d’Esquadra.
La guerra entre republicanos y convergentes por el control de TV3 y Catalunya Ràdio se arrastra desde la anterior legislatura. El ala oeste del Palau de la Generalitat fue escenario de la pugna entre los herederos del exconsejero de Presidencia Francesc Homs –es decir, de la alargada sombra de Artur Mas— y de los ámbitos comunicativos controlados por ERC. No es gratuito que la formación de Oriol Junqueras presione para que Miquel Martí Gamisans, actual secretario general de Comunicación, sea el futuro portavoz de la Generalitat. Sobre todo si se tiene en cuenta que una hipotética presidencia simbólica de Puigdemont desde Bruselas convertiría la Consejería de Presidencia –de quien dependen tanto la portavocía como el control de los medios públicos— en una pieza clave del futuro gobierno catalán.
La batalla por el 'agitprop' independentista
Sin embargo, esta batalla por el dominio del agitprop independentista ha sublevado a los trabajadores de TV3 y Catalunya Ràdio, controladas ahora por JxCat y ERC, respectivamente. Llueve sobre mojado porque los comités de empresa de ambas cadenas llevan meses denunciando los recortes presupuestarios y la politización de sus medios. “Hay que espera a ver cómo acaba la negociación, pero es alarmante que se trate la CCMA como un instrumento a patrimonializar desde del Govern o desde los partidos del Govern, y no como lo que deben ser los medios públicos de un país moderno y democrático”, aseguraban ayer los comités de empresa de la televisión y la radio catalanas en un comunicado.
Por su parte, el Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC) tildaba de “reparto bananero” de la CCMA las negociaciones entre JxCat y ERC. “Dos años después del último reparto pirata de la CCMA, y de TV3 y CR, por parte de CDC y ERC, estas dos fuerzas vuelven a pugnar para controlar la presidencia de la Corporació, como si se tratara de una consejería más, es decir, como si formara parte del Gobierno. No hay un retrato mejor de lo que es la dependencia gubernamental de la Corporación y del sentido patrimonial que, en la mejor tradición española, practicas estos partidos en relación a los medios públicos de comunicación”, indica el sindicato.
A su juicio, “lo más grave es que lo hacen descaradamente, sin disimulo como cuando esconden los nombramientos partidistas de consejeros y responsables de TV3 y CR, haciendo ver que se eligen por mecanismos parlamentarios que ya subvirtieron en 2012 con la contrarreforma de CiU y el PP que devolvió la CCMA a la situación anterior a 2007, que era de dependencia gubernamental abierta e iniciada en 1983 en pleno pujolismo”.