El intento del independentismo radical catalán de convertir el Barça-Madrid --a través de la fantasmagórica plataforma Tsunami Democràtic-- en un escenario de primera clase para mostrar su musculatura a nivel mundial se le ha vuelto en contra. Las temidas acciones del presunto maremoto humano no han pasado de una tormenta en un vaso de agua. Un aguacero que, eso sí, ha contado con las ya habituales dosis de violencia como colofón.
Tsunami Democràtic apenas ha logrado movilizar a varios miles de manifestantes --alrededor de 5.000, según la Guardia Urbana--, y ni las pancartas ni los gritos independentistas durante el partido han diferido en contenido ("independencia" y "libertad presos políticos") o intensidad de los usuales en el coliseo azulgrana. Solo el lanzamiento de un centenar de pelotas amarillas a la cancha en la segunda parte y algunos disturbios generados por los sectores más violentos del independentismo en los aledaños del Camp Nou han alterado la normalidad de una jornada que pasará a la historia con más pena que gloria.
Los independentistas lanzan pelotas amarillas al Camp Nou en el clásico / CULEMANÍA
Tsunami admite su pinchazo
De hecho, la propia plataforma ha admitido su fracaso en las redes sociales. En un tuit, la organización ha reconocido que su plan para llevar el mensaje “Spain, sit and talk!” ("¡España, siéntate y habla!") a las gradas y al campo no ha transcurrido como esperaban. Buena parte de los carteles fueron retirados en los accesos al estadio --salvo una gran pancarta que presidió el encuentro-- y la mayoría de las pelotas con el lema escrito en ellas que querían introducir en Camp Nou tampoco pasaron el corte de los agentes de seguridad de las puertas.
“Esta segunda fase estaba reforzada con una gran acción que por la actuación policial no ha tenido éxito”, han señalado en un tuit. Aunque han tratado de restarle importancia: “Tsunami no pone excusas. ¿Epic fail? Tsunami no lo cree. La gente no ha fallado y sigue teniendo claro que esto continúa mientras no haya autodeterminación, derechos y libertad”.
Un lema que choca con la realidad
En realidad, el fracaso de Tsunami Democràtic ha empezado con la elección del lema para esta acción. Exigir a “España” que se siente y hable del conflicto generado por el nacionalismo catalán no parece el mensaje más apropiado cuando el PSOE --el partido del Ejecutivo español en funciones-- y ERC --la principal formación independentista y miembro del Govern-- llevan varias semanas reuniéndose para negociar la investidura del presidente del Gobierno de España.
Tampoco parece que la fallida performance de este miércoles vaya a ayudar a “recuperar la autoestima” del independentismo, como la plataforma ha divulgado en sus comunicados. Tras la jornada de movilizaciones, en las redes sociales predominaban los mensajes de desánimo entre los perfiles secesionistas.

“Acaparar el foco mediático”
En cambio, Tsunami Democràtic sí acierta al destacar que ha sido capaz de “acaparar el foco mediático”, marcar la “agenda” política y “tomar la iniciativa”. Unas expectativas que han contado con la inestimable ayuda de los medios públicos y buena parte de los privados de Cataluña.
En todo caso, lo cierto es que las amenazas de una organización de la que se conoce muy poco han logrado aplazar varias semanas uno de los principales espectáculos del país, obligar al Gobierno y a la Generalitat a desplegar un dispositivo de seguridad sin precedentes para este tipo de acontecimientos, modificar los desplazamientos de dos de las principales entidades deportivas, y monopolizar la atención de los medios de comunicación a nivel nacional.

La violencia se cronifica
Pero la acción de Tsunami Democràtic de este miércoles ha dejado sobre todo una conclusión: la de que la violencia empieza a cronificarse en un movimiento --el independentista-- que años atrás presumía, con razón, de su pacifismo.
Durante el partido, y hasta bien entrada la noche, los aledaños del Camp Nou se han vuelto a convertir en el escenario de una batalla campal entre independentistas radicales y antidisturbios de los Mossos d’Esquadra (que también ha salpicado a algunos periodistas). Los llamamientos de la plataforma a prescindir de la violencia no han conseguido evitar que la jornada haya terminado con una decena de detenidos, medio centenar de heridos y las imágenes de cargas policiales, lanzamiento de objetos a los agentes y barricadas ardiendo que empiezan a formar parte de la estampa tradicional de la ciudad.