Artur Mas, Oriol Junqueras, Pere Aragonès, Carles Puigdemont y Quim Torra, cinco de los principales dirigentes del independentismo en los últimos años / FOTOMONTAJE CG

Artur Mas, Oriol Junqueras, Pere Aragonès, Carles Puigdemont y Quim Torra, cinco de los principales dirigentes del independentismo en los últimos años / FOTOMONTAJE CG

Política

Las promesas incumplidas del independentismo

De Pere Aragonès esperando "los últimos presupuestos autonómicos" en 2013 a la "vuelta" de Puigdemont tras su fuga, pasando por los "18 meses en el Congreso" de Rufián o las soflamas de Mas y Torra

24 mayo, 2021 00:00

De declarar la independencia de Cataluña en el Parlament --con una mayoría de diputados, ni siquiera de votos-- en 2017, y amenazar con repetir la unilateralidad en los años siguientes, a plantear ahora un referéndum pactado con el Gobierno y sin fecha. El nuevo pacto de Govern de ERC y JxCat ha causado malestar entre los sectores más radicales de ambos partidos --especialmente, en el caso de los posconvergentes-- y ha dejado al descubierto las contradicciones, cuando no falsas promesas, de sus planteamientos más maximalistas. Como por ejemplo, el propósito de presidir “una Generalitat republicana para culminar la independencia”, como anunció el jueves Pere Aragonès en su discurso de investidura. Un deseo que, a la hora de la verdad, choca con los incumplimientos protagonizados tanto por él mismo como por sus correligionarios en los últimos años, tal y como muestran la decena de casos que relatamos a continuación.

Mas, de plantear “cerrar la lista” a intentar repetir como ‘president’

Uno de los puntos más determinantes de la escalada de tensión nacionalista de los últimos años en Cataluña se remonta a 2015, cuando ERC y CiU --formación de la cual es heredera la actual JxCat-- acordaron concurrir juntos a las elecciones autonómicas del 27S en una candidatura denominada Junts Pel Sí (JxSí), pretendiendo presentar dichos comicios como un plebiscito por la secesión con un punto básico en su programa: lograr la independencia en 18 meses, y crear entre tanto "estructuras de Estado" como la Seguridad Social o la Hacienda catalana.

Hoja de ruta planteada por Junts pel Sí antes de las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015

"Hoja de ruta" planteada por Junts pel Sí antes de las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015

Uno de los principales impulsores de la confluencia temporal de ambas formaciones --aceptada a regañadientes por los líderes republicanos-- fue el por aquel entonces presidente de la Generalitat: el convergente Artur Mas, cuyas expectativas electorales iban en declive tras años de fuertes recortes en servicios públicos y casos de corrupción en su partido. Con esa estrategia plebiscitaria, Mas logró integrar a ERC en esa candidatura, no sin antes haber insinuado en algún acto su falsa disposición a no revalidar su cargo. Así, de anunciar que estaba dispuesto a ser incluso el último y "cerrar la lista” de JxSí para sacrificarse por la causa antes de confeccionarse la lista, finalmente se presentó como número cuatro, siendo en realidad el único aspirante a ser proclamado president de nuevo por un acuerdo interno del partido, a pesar de lo cual JxSí presentó como número uno a Raül Romeva, de ERC (algo que libró a Mas de dar la cara por su gestión en los debates electorales). Sin embargo, tras ganar las elecciones, Mas no obtuvo la presidencia debido al rechazo de la CUP a su investidura. El elegido para sucederle, ya en enero de 2016, fue Carles Puigdemont.

Del “los bancos no se irán” a la fuga de sedes y empresas

Apenas unos días antes de esas elecciones de 2015, el propio Mas pronunció uno de los discursos más recordados de su trayectoria política en un acto de campaña para tratar de ahuyentar el miedo que suscitaban, incluso entre sus propios votantes, las posibles consecuencias de la secesión de Cataluña.

“Tanto miedo, tanto miedo, y al final nos acaban diciendo que hasta los bancos se irán. Tranquilos, no se irá ninguno”, proclamó Mas, para acto seguido justificar su argumento alardeando, paradójicamente, de las cualidades de la Cataluña autonómica: “¿Sabéis por qué [no se irán]? ¡Porque Cataluña representa el 20% del mercado español, la primera economía exportadora, el primer destino turístico, uno de los grandes polos de inversión extranjera! ¡De aquí salen también las exportaciones extranjeras al resto de Europa! ¡Tenemos las mejores universidades y la mejor producción científica del sur de Europa! ¿Os creéis que se irán de aquí? ¡Claro que no se irán, se quedarán!”, exclamó, ante el deleite de su audiencia.

Pero esas profecías de Mas --que en otros actos reafirmó, diciendo que "los bancos se pelearían" por estar en Cataluña-- no se cumplieron. Días después de la declaración unilateral de independencia en el Parlament del 27 de octubre de 2017, las dos principales entidades bancarias de la autonomía, Caixabank y Banco Sabadell, trasladaron sus sedes sociales fuera de la comunidad: a Valencia, en el caso de los primeros, y a Alicante, los segundos. Un fenómeno propiciado, en parte, por la fuga de depósitos de ahorradores catalanes a otros lugares de España, espantados por la incertidumbre económica causada por la intentona secesionista de octubre de 2017.

A ello se sumó otro grave perjuicio, la fuga de miles de empresas de Cataluña: más de 7.000 trasladaron sus sedes sociales desde 2017 hasta 2021 a otros lugares de España (lo que, restando las 2.509 llegadas, representa un saldo negativo de -4.498), según datos del Colegio de Registradores: 2.536 de ellas, entre octubre y diciembre de 2017.

Unas consecuencias que, tras la investidura de Aragonès este viernes, Mas no duda en achacar ahora a ERC, pese a haber sido él presidente en el arranque del procés desde 2010 hasta enero de 2016: "Si la ERC con la que yo conviví hubiera tenido un sentido más realista de las cosas, algunas de las cosas que sucedieron en esa época no habrían pasado, y habríamos avanzado más", ha dicho en Catalunya Ràdio.

El “reconocimiento internacional” que nunca llegó

Otro de los señuelos utilizados por los dirigentes independentistas para intentar fomentar la participación en su referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 fue hacer creer que tanto su celebración como su resultado serían reconocidos por otros países. Algo que no sucedió.

Sin embargo, en plena campaña del 1-O, el por entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, llegó a insinuar que ello ocurriría, y que el referéndum tendría incluso el respaldo de la Comisión Europea y del Departamento de Estado de los EEUU, según reflejaba JxSí en sus redes sociales. Un argumento en la línea de lo que manifestó un año antes cuando, en septiembre de 2016, sostuvo en una entrevista a 8TV que “si la gente de Cataluña quiere la independencia, Cataluña lo será. Y los países la reconocerán, como en otros precedentes”.

Puigdemont, anunciando reconocimientos internacionales antes del referéndum ilegal del 1-O en el perfil de Twitter de su partido

Puigdemont, anunciando reconocimientos internacionales antes del referéndum ilegal del 1-O en el perfil de Twitter de su partido

Por esas fechas, el conseller de Exteriores de la Generalitat, Raül Romeva, también apuntó que “fuera reaccionarán a lo que hacemos, no esperamos a que fuera nos resuelvan lo que nosotros tenemos que hacer", añadiendo que "hasta que no eres un Estado, las actitudes internacionales son unas, y cuando lo eres cambian". Una teoría que también suscribían otros consellers, como Josep Rull, Jordi Turull o Clara Ponsatí.

En la misma línea, el líder de ERC Oriol Junqueras llegó a decir, una semana antes del referéndum, que “nadie se había pronunciado en contra de la posibilidad de una república catalana”, a pesar de que gobiernos de países como el Alemania, Reino Unido o los EEUU ya habían expresado con anterioridad su apoyo a una España unida.

Puigdemont, dando por hecho el reconocimiento internacional de la secesión, según el perfil de Twitter de su partido

Puigdemont, dando por hecho el reconocimiento internacional de la secesión, según el perfil de Twitter de su partido

Una DUI “de farol”

De hecho, incluso los propios líderes del procés han afirmado, después de proclamar la secesión unilateral en el Parlament el 27 de octubre de 2017, que la DUI de Cataluña no fue real, sino meramente declarativa. Entre ellos, algunos de los dirigentes condenados por sedición, que durante el juicio en el Tribunal Supremo apuntaron que se trataba de una “declaración simbólica”, “un acto no concluyente”, “intrascendente” o “sin consecuencias jurídicas”.

“La prueba es que estamos aquí y no está la independencia", apuntó la exconsellera Dolors Bassa en el juicio. En la misma línea, el abogado de Joaquim Forn afirmó en su alegato final que la secesión "nunca fue real". O, según dijo de forma ilustrativa la fugada Clara Ponsatí en una conferencia, “íbamos de farol”. Y también el artífice del procés, Artur Mas, quien en una entrevista a RAC1 sostuvo que “no era una mentira”, sino “una exageración” y un acto de “simbolismo sin efectos reales”.

Desobediencia... hasta cierto punto

Otra de las soflamas que los líderes del procés blandieron ante sus seguidores fue el de no acatar, llegado el caso, las sentencias y condenas de la justicia por sus actos. “No aceptaremos inhabilitaciones ni suspensiones de los tribunales españoles”, proclamaba Puigdemont en el diario Le Figaro dos meses antes del 1-O. “Sólo me puede suspender el Parlament”, decía.

Sin embargo, horas después de proclamar la DUI en el Parlament, Puigdemont --a diferencia de otros dirigentes hoy encarcelados por sedición-- se dio a la fuga y su Govern acató la intervención de la autonomía y el cese de sus mandatarios tras aprobarse la aplicación del artículo 155 de la Constitución para Cataluña en el Senado. Y eso a pesar de que, apenas cuatro días antes de la DUI, el exconseller de Exteriores Raül Romeva sostenía en la BBC que los funcionarios de la Generalitat no acatarían "las órdenes de Madrid".

De los “18 meses” de Rufián en el Congreso...

Entre las promesas de los líderes secesionistas que peor han envejecido con el paso del tiempo figura una del actual portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. El diputado lleva en su escaño desde enero de 2016 a pesar de que, un par de meses después de haber ganado Junts del Sí las elecciones autonómicas de 2015, manifestaba, en el digital El Nacional, que su partido estaría “18 meses en el Congreso, ni un día más”. Aludiendo de este modo a que, en un año y medio, se cumpliría la promesa de una Cataluña independiente.

Por aquellas mismas fechas, Rufián daba también por hecho que acordar un referéndum de secesión con el Estado sería “imposible”, desdeñando así planteamientos como los de los comuns o Podemos. Sin embargo, a día de hoy, ese es uno de los objetivos políticos de ERC.

... a “los últimos presupuestos autonómicos” de Aragonès

Otro protagonista destacado en los momentos álgidos del procés fue Pere Aragonès. El recién investido nuevo presidente de la Generalitat expresaba en noviembre de 2013, siendo diputado y uno de los negociadores de ERC en materia económica en aquellos tiempos, su deseo de que las cuentas del Govern presentadas ese año fueran las últimas de la autonomía: “Esperamos que este sea el último presupuesto autonómico de Cataluña”, afirmaba.

Siete años después de esas afirmaciones, y tras haber sido vicepresidente del ramo en la pasada legislatura --e impulsor, por tanto, de los presupuestos autonómicos del 2020--, Pere Aragonès preside ahora la comunidad.

El ‘no retorno’ de Puigdemont

En ocasiones, las falsas promesas de los líderes secesionistas se han producido incluso por duplicado. El caso de Carles Puigdemont es uno de los más flagrantes, por cuanto el líder de JxCat insinuó dos veces que volvería a Cataluña si salía elegido en unas elecciones. La primera de ellas, antes de las autonómicas de diciembre de 2017, en caso de que se diera un resultado a favor de la “restitución” de su Govern y su investidura. De hecho, su partido se acabó imponiendo en dichos comicios después de haber tenido como lema de campaña que “para que vuelva el president, hay que votar al president, tal y como puede verse en su anuncio electoral.

La segunda de ellas fue en 2019, cuando dijo que si conseguía un escaño como eurodiputado en las europeas --algo que también ocurrió-- regresaría a Cataluña. “Si tengo el acta de eurodiputado, yo vuelvo a Cataluña”, sostuvo en una entrevista en RAC1. A día de hoy, permanece en Waterloo y no ha vuelto a pisar la comunidad, donde sigue reclamado por la justicia. Como mucho, se ha acercado a los Pirineos para hacer actos en la localidad francesa de Perpiñán, a la que siempre se refiere como parte de "la Cataluña norte".
 

JxCat, planteando las elecciones de diciembre de 2017 como un plebiscito para la vuelta de Puigdemont

JxCat, planteando las elecciones de diciembre de 2017 como un plebiscito para la vuelta de Puigdemont

El ‘récord’ de Quim Torra

Y entre quienes más incumplimientos han acumulado en su breve trayectoria política figura uno de los dirigentes secesionistas más vehementes: Quim Torra. El anterior presidente de la Generalitat dejó en el tintero, muy a su pesar, buena parte sus promesas en clave nacionalista: desde restituir a los consellers cesados en 2017 tras la aplicación del 155 --parte de ellos, encarcelados o fugados por el procés-- a celebrar otro referéndum unilateral --como planteó por sorpresa en un pleno del Parlament--, pasando por la elaboración de una Constitución catalana. Nada de ello se produjo, ante lo cual cargó buena parte de las culpas a sus socios de ERC.

Los casi tres años de mandato del dirigente de JxCat se caracterizaron, en cambio, por sus encendidos discursos y gestos simbólicos, tales como resoluciones parlamentarias contra la monarquía y a favor de la “autodeterminación”, o la colocación de pancartas partidistas en la Generalitat, que acabó retirando fuera de plazo durante la campaña electoral. Torra entró en la recta final de su legislatura siendo inhabilitado, precisamente por este motivo, como diputado por desobediencia, a pesar de haber dicho que desacataría la sentencia del TSJC. Tras perder el acta, su papel en la Cámara pasó a ser meramente presidencial, absteniéndose en las votaciones o renunciando a presentar iniciativas. Algo que nunca le perdonaría al presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent.

Los planes estériles de la ANC

Tampoco las asociaciones afines a los dirigentes de la Generalitat se han librado en todo este tiempo a la dinámica de promesas incumplidas del independentismo. Una de sus entidades privadas más activas, la ANC, ha elaborado numerosos planes para fantasear con un Estado catalán separado de España: así, sus sectoriales especializadas han llegado a presentar informes para, por ejemplo en 2014, diseñar una futura Armada catalana con 2.000 efectivos, disponer de un cuerpo de espías o proclamar la secesión el día de Sant Jordi de 2015, hasta campañas de “desobediencia fiscal” sin efecto real, pues el pago de impuestos a la Agencia Catalana de Tributos que, aún hoy, proponen, acaba en la Hacienda española.