Pablo Iglesias, durante su toma de posesión como diputado en el Congreso

Pablo Iglesias, durante su toma de posesión como diputado en el Congreso

Política

El Congreso es una institución muy seria, ¿o no?

Los vaqueros y las camisetas irrumpen en el hemiciclo con la llegada de una nueva generación de parlamentarios

13 enero, 2016 21:13

¿O no, señores de Podemos? Pues no lo parece para ustedes. Han llegado al Congreso como si fueran a hacer un 'botellón'. Sólo les ha faltado la litrona de cerveza. Independientemente del niño. Carolina Bescansa, ideóloga del partido, ha pretendido marcar el primer tema a debatir en el Congreso. La conciliación familiar. Pero señora Bescansa, en el Congreso hay una guardería. Con preguntar, le hubiesen informado. No haga el numerito.

Está admitido que el numerito lo haga en su despacho de la calle Princesa para superar, un suponer, algún problemilla respecto a su niño. Problemilla suyo, claro. Porque al Congreso se va a trabajar. O se iba. Si los lactantes deben acompañar a la mamá será un encendido debate, pero más adelante. Por orden. Con el voto recibido por su niño para presidir la Cámara ya tuvo usted su minuto de gloria.

Vaqueros y camisetas

La otra gloria ha sido ver desfilar a los nuevos diputados. Se dudaba si alguno era el chico de la limpieza (con todo el respeto) o el electricista (igual respeto) que había ido a cambiar una bombilla fundida. No se distinguían. Vaqueros y camisetas, incluso sucias, tiene todo el mundo. De el Che y de Los Ramones, para más identificarlas. Incluso las damas llevan vaqueros con gran elegancia. Pero no en el Congreso. Un respeto. Pueden ir como deseen, faltaría más, pero la elegancia no está reñida con la calle que ustedes quieren representar o apropiarse de su representación.

Pero los pasillos parecían la salida de la primera clase de una facultad cualquiera. Despiste general. Habrá que poner acomodadores, como en el cine, para que sus señorías, algunos, encuentren su asiento-escaño. Los ujieres observaban a los diputados de Podemos y no sabían si abrirles paso o mandarlos al cuarto de los arreglos. Estaban hechos un lío, palabra.

"Menos mal que conozco a uno"

Este Congreso va a ser divertido. Seguro. Dure poco o dure mucho. Hay tantos nuevos que ya casi nadie conoce a nadie. Al encontrase dos viejos conocidos el abrazo es largo para romper la soledad. "Menos mal que conozco a uno", repetía un veterano periodista con más de quince años en el Congreso. "Parezco yo el nuevo", se repetía. Aunque los viejos son los nuevos del PP. Rajoy y Villalobos parecen los abuelos (con cariño).

Los veteranos diputados han sido los más ignorados. Ni los ministros han llamado la atención. Varios paseos por los pasillos para llamar la atención. "Que estamos aquíiii...", parecían decir. Ni Montoro, dicharachero y divertido normalmente, llamó la atención de la prensa. Los nuevos. Sólo los nuevos. Con niño, vaqueros, camisetas, desconcierto, despistes... y todo lo imaginable. A algunos tendrán que enseñarles a andar por la ciudad. A respetar los semáforos. Se cruza en verde, no en rojo, no vayamos a intercambiar los colores. De momento no hay morado en los semáforos. Pero todo se andará.

Tenemos a Paxi López de presidente. ¿Y de presidente del Gobierno? Negociaciones. Más negociaciones. Puede llegar Semana Santa. De momento Rajoy, en su banco azul, rumiaba su soledad. Mucha soledad en el día del 'botellón' sin cerveza, camisetas descoloridas y vaqueros rotos. Dignidad para el Congreso. No es pedir demasiado.