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Política

El abrazo a Colau, un nuevo tropezón de Artur Mas

Muchos de los pasos que da el President en su camino hacia la independencia vuelven como un boomeran contra las bases tradicionales de su partido

31 julio, 2015 21:19

Las vicisitudes que sufre Artur Mas en su afán por sobrevivir a la desaparición de CDC se han transformado en un boomeran que vuelve sobre la cabeza del partido que ha gobernado Cataluña durante casi 30 años para separarle de sus bases tradicionales y dejarle en manos de unos socios que despiertan recelo entre sus cuadros y militantes.

En su carrera por sumar adeptos a la causa, el President ha terminado por abrazar a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que por más que trata de rectificar el tiro no deja de encarnar todo lo que los votantes convergentes y la gente de orden de la ciudad rechazan.

Primero fue Antoni Abad, presidente de la patronal de pymes Cecot y viejo compañero de viaje de CDC, luego la poderosa Cambra de Comerç de Barcelona, por supuesto también Foment del Treball. Y el último bastión convergente en el mundo de la emprendeduría, los botiguers, ha lanzado un aviso a navegantes criticando duramente al Ayuntamiento de Barcelona justo 24 horas después de que Colau proclamara el “apoyo institucional” a Mas y a su proyecto político; y de que éste le hiciera algunas sonoras concesiones, como el tranvía.

La deriva de los acontecimientos políticos crea una enorme confusión. Algunos de quienes figuran en los primeros puestos de la lista del President –Junts pel si- tienen la misma procedencia política e ideológica que sus homólogos de Catalunya sí que es pot, y además hacen propuestas similares. De tal forma, que a veces cuesta trabajo dibujar la frontera entre ambas opciones.

Es una mezcla que aumenta las contradicciones y anuncia complicaciones en caso de llegar a gobernar. Como dice Lluís Rabell, el cabeza de lista de Catalunya si que es pot, la mera presencia del ex eurodiputado de ICV Raül Romeva en la misma candidatura que Mas lo es. Mientras el President aplicaba políticas de austeridad y recortes incluso antes de que Madrid las reclamara, Romeva se oponía con fuerza desde Estrasburgo.

El último paso que ha dado Artur Mas en ese sentido ha sido la escenificación de su abrazo con Ada Colau, a la que había recibido tan fríamente cuando llegó a la alcaldía. ¿Qué ha pasado para que 45 días después selle una alianza con la líder de Barcelona en Comú que le ha costado incluso una respuesta de su partido en Barcelona? Probablemente, que ha visto la posibilidad de sumar efectivos a su carrera hacia la independencia de Cataluña. O de neutralizar a indiferentes.

Pero eso, como todo, tiene un precio. Los botiguers no han tardado ni 24 horas en lanzar una inusitada –por fuerte- andanada contra Colau, a la que acusan de ser permisiva con la actividad del top manta, que vuelve a invadir el centro de Barcelona.

Josep Antoni Duran Lleida ha visto rápido el nuevo tropezón de su antiguo aliado y trata de sacar tajada apelando al sentido del orden del votante tradicional de CiU. En su carta semanal a la militancia, denuncia el mismo fenómeno del negocio callejero de copias falsas de “bolsos o gafas” por parte de vendedores a los que nadie dice nada.

Afirma que Mas permite que se adopte lo que él llama la “fórmula Colau” para toda Cataluña. En su opinión, las palabras Oriol Junqueras y Carme Forcadell sobre la necesidad de colaborar con Catalunya sí que es pot son indicativas de unos planes que no casan en modo alguno con lo que ha sido siempre el “modelo económico, social y espiritual” de CiU.