Nadie podrá negar que Pedro Sánchez sea una persona que se arriesga y hasta ahora ha acertado en sus apuestas políticas. Su apuesta por el Consejo de Ministros en Cataluña el 21D fue una nueva demostración. Y a pesar de todas las negras perspectivas creadas por gente interesada el resultado ha sido, sin duda, un triunfo para Sánchez y su Gobierno.

A estas alturas, todo el mundo puede ver --por las reacciones-- qué han dado los ganadores y qué los perdedores de esta apuesta política. Pedro Sánchez se ha ratificado en su política de resolver mediante el diálogo y la negociación dentro de la legalidad y ha salido ganador.

La crispación de la derecha nacionalista española ha sido evidente. Sus mensajes apocalípticos reflejan una realidad virtual similar a la de los unilateralistas catalanes. ¿Dónde está la rendición de la que hablaban Casado y el PP? ¿Dónde está el apocalipsis del que hablaban Arrimadas y Rivera respecto a no poder salir la gente de su casa el 21D?

El  21D fue un día bastante tranquilo en Barcelona. Excepto por pequeños conatos en lugares muy localizados efectuados por radicales, la jornada fue plenamente tranquila y normal. Hubo manifestaciones pacíficas, menos numerosas que en otras ocasiones y el Consejo de Ministros se celebró sin problemas. En él se aprobaron las medidas sociales previstas, salario mínimo de 900 euros e incremento salarial por los funcionarios de todas las administraciones. Y dos medidas simbólicas para Cataluña, las referidas a la reparación de la figura del presidente Lluís Companys, gesto hacia ERC y al conjunto de la ciudadanía catalana, y poner el nombre del presidente Tarradellas al aeropuerto de Barcelona, una referencia al consenso y capacidad de diálogo en la Transición, medida consensuada con los Ayuntamientos afectados, pero no con la Generalitat.

El día antes la reunión entre Sánchez y Torra, fue un encuentro a solas entre los dos, mientras en otra sala dos ministros y dos consellers esperaban haciendo pasar el tiempo. El comunicado final es un triunfo de las tesis de Sánchez, en Cataluña hay un conflicto político que hay que solucionar mediante el diálogo y amplias mayorías para llegar a un acuerdo con seguridad jurídica, es decir dentro de la ley. Torra, tan alocado en público, se ve que se encoge cuando está ante un interlocutor a quien considera con más poder y rango. Simplemente llegó a un acuerdo que contradice todas sus proclamas. No hay duda que es uno de los perdedores de las jornadas. A pesar de todo hay que pensar que el Gobierno de Torra continuará con su política de dos caras, una en privado negociante y otra enragè y provocadora en público.

El hecho más gráfico de la noche del día 20D fue la sorpresa de Torra al ver como el responsable de los Mossos reportaba al presidente Sánchez como máxima autoridad presente en la cena de los empresarios. El cuerpo de los Mossos d'Esquadra es uno de los otros ganadores de la jornada. Han demostrado que, cuando se les deja actuar, saben hacer con profesionalidad el mantenimiento del orden público. Se vio que tenían ganas de reivindicarse.

No hay duda de que parece que una puerta se abre. Faltan muchos pasos aún que dar. A los sectores más pragmáticos del independentismo de ERC y del PDeCAT les corresponde dar nuevos pasos en el camino de retorno a la racionalidad. Y en algún momento --de forma explícita o práctica-- tendrán que hacer la autocrítica de sus errores, y de haber vendido un relato "virtual e irreal" a la sociedad catalana. El camino será lento, la reconciliación interna de la sociedad catalana todavía más y los destrozos producidos por el procés en todos los ámbitos se irán notando con el paso del tiempo, porque la realidad social en Cataluña es grave en términos de desigualdad y crisis del bienestar derivado del mal gobierno de los últimos años. Por todo ello hay que potenciar en primer lugar la negociación entre los partidos en Cataluña para encontrar una salida de consenso lo más amplia posible, este 75% del que ha hablado Sánchez. Parece que entramos en el 2019 mejor de como lo hicimos en 2018.

La parte más sensata de los dirigentes independentistas tiene que analizar la necesidad de apoyar un cambio radical de lo que han sido los últimos años. El espejismo se ha acabado y hay que afrontar la realidad. Al contrario de lo que muchos puedan pensar, el juicio de los políticos presos no es un momento para hacer un pulso al poder del Estado, al contrario: es el momento en el que la realidad del coste de los hechos erróneos realizados y las ilegalidades cometidas pasará cuentas a sus responsables. Es el momento clave de la rectificación y de la autocrítica, que puede hacerse poco a poco y de varias formas. La prisión provisional puede haber estado excesiva, hay que ver cómo ha influido la fuga de algunos, la petición de penas excesiva pero a la vez no es cierto que no hayan hecho nada más que posar urnas. Los políticos presos vulneraron de forma grave la ley y deben responder de sus actuaciones.

El clima político que se respire puede permitir medidas de perdón a las penas a que puedan ser sentenciados, al margen de la inhabilitación que puedan tener que cumplir. Ahora solo hace falta que, en el ámbito estatal, la mayoría conseguida en la moción de censura se mantenga aprobando los Presupuestos del Estado, lo cual permitiría que la legislatura se pudiera prolongar. Esto daría tiempo a la nueva mayoría y al gobierno de Sánchez para implantar su calendario de medidas sociales necesarias para las clases trabajadoras y más desfavorecidas que han sufrido los efectos de la crisis y de las políticas del PP.