Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ha decidido ocupar el espacio de derecha del PP sin contemplaciones / EFE

Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ha decidido ocupar el espacio de derecha del PP sin contemplaciones / EFE

Política

Ciudadanos gira a la derecha para rescatar luego a los electores del PSOE

La formación naranja entra en el cuerpo a cuerpo con un PP obsesionado con buscar las contradicciones ideológicas del partido de Rivera

12 febrero, 2018 00:00

Orden. Constitución. Territorio nacional. Coherencia. Todos estos son los principios que defiende Ciudadanos, un ideario que se ha asociado tradicionalmente a la derecha, una posición con la que quiere desbancar más rápido que tarde al PP. La estrategia es clara, pero con la intención de representar el centro político y poder con ello atraer también a una parte sustancial del voto socialista. Es la táctica del partido de Albert Rivera, que ha salido reforzado en las últimas encuestas publicadas.

La última es la de Metroscopia, elaborada para El País, que le pronostica a Ciudadanos el 28,3% de los votos, por el 21,9% del PP, y el 20,1% del PSOE, que mantiene el tercer puesto por delante de Unidos Podemos. Encaramado por su victoria en las elecciones en Cataluña, aunque ello no ha servido para tener opciones de formar gobierno, el partido que lidera Albert Rivera eleva el tono de su discurso: ahora lo que prima es buscarle las cosquillas al PP en todo lo relacionado con Cataluña, pero también en aquellas cuestiones que atañen a la política penitenciaria, como la idea de endurecer el acceso al tercer grado y a los beneficios penitenciarios.

El eje orden-desestabilización

Lo que ocurre es que la lucha es enorme, a cara de perro, porque el PP quiere arrinconar a Ciudadanos hacia la izquierda, y Rivera y su equipo se agarran al tobillo de Rajoy para demostrar que nadie les ganará respecto a la defensa de políticas firmes y de Estado. Rajoy, de forma incomprensible para muchos dirigentes de su propio partido, según fuentes consultadas, ha tomado la prisión permanente revisable como el bastión para desnudar a Ciudadanos. Y es que la formación naranja pactó su derogación “inmediata” en el acuerdo de gobierno que firmó con el PSOE en 2016, pero luego se abstuvo en la admisión a trámite del proyecto del PNV que quería acabar con la medida. Y ahora no puede desmarcarse del PP. No puede ni quiere.

“No se trata de derechizar el partido, sino de apostar por un eje que no es tanto derecha-izquierda sino orden y Constitución, o desestabilización y parálisis”, según fuentes del partido de Rivera y Arrimadas.

Rajoy, nervioso

Los estrategas de Ciudadanos estudian todos los datos demoscópicos, mientras el secretario de organización, Fran Hervías, dibuja esquemas sobre cómo entrar en cada circunscripción con la fuerza necesaria para desbancar al PP o al PSOE, en distritos electorales demasiado pequeños para dar opciones a la fuerza política que queda en tercera posición. Por ello, Ciudadanos juega en todas direcciones, y organiza reuniones con Podemos o con el PSOE para recabar posibles apoyos con el objeto de reformar la ley electoral.

Y el hecho es que ha logrado poner nervioso a Rajoy, que no tiene, además, ninguna simpatía por Rivera. Y teme que el PP inicie un camino como el PSOE en los años noventa, carcomido por la corrupción.

¿Estado federal?

La formación naranja ha comprobado que los nuevos votantes que recoge llegan en dos terceras partes del PP y en un tercio del PSOE. Y eso supone que ha sido identificado como el partido sustitutivo de la derecha española, sin renunciar a ocupar una posición de centro que pueda atraer a los socialistas que no quieren aventuras ni experimentos territoriales.

Eso encaja a la perfección con las zonas electorales en las que Ciudadanos, hasta ahora, no ha podido penetrar: las provincias de las dos Castillas, principalmente. Pero supone una clara advertencia para los propios cuadros y militantes de Ciudadanos y del PSOE que habían apostado, hace tan solo dos años, por amplias y profundas reformas de Estado, que podían pasar por una reforma constitucional en clave federal.

Bloqueo institucional

Todo eso es sobre el papel, porque, como todos los partidos, el objetivo es obtener el poder, y luego ya se verá. Pero Ciudadanos no está dispuesto ahora a dejar de morder un enorme hueso que se llama PP, y tratará de erosionarlo en los próximos meses, en un momento de la legislatura, además, que se caracteriza por el bloqueo institucional.

Fuentes de la dirección de Ciudadanos lamentan, precisamente, ese clima enrarecido. “No se puede apenas avanzar ni reformar nada, aunque se pusiera toda la intensidad. El PP no quiere moverse, y en el PSOE los interlocutores no dejan de cambiar. Es ya una legislatura inútil”, se asegura, con todo pendiente de Cataluña.

Asuntos menores pero simbólicos

Sin presupuestos, con el PNV esperando a que el Gobierno retire el 155 de Cataluña para sentarse a negociar los presupuestos de 2018 –y eso no está claro hasta que los partidos independentistas formen un nuevo gobierno—, el PP y Ciudadanos se han enzarzado por asuntos menores respecto a la afectación de casos particulares, pero importantes por la carga simbólica que conllevan.

Porque ahora el eje que prima en España es el de la seguridad, la integridad del Estado, la defensa de la Constitución y… la prisión permanente revisable. Todo en el campo de la derecha, con el resto de actores en fuera de juego, entre ellos el PSOE de Pedro Sánchez y Podemos, con Pablo Iglesias en horas bajas.