López Aguilar, Celestino Corbacho y Trinidad Jiménez en un mitin de Susana Díaz en Madrid / MA

López Aguilar, Celestino Corbacho y Trinidad Jiménez en un mitin de Susana Díaz en Madrid / MA

Política

Corbacho o la atracción 'naranja' a falta de reconocimiento

El exalcalde de L’Hospitalet deja el PSC al entender que ya no es valorado en el partido, cuando Ciudadanos ha comenzado a jugar con su nombre

16 enero, 2018 00:00

Un político de raza nunca quiere irse. O cuando se va, cree que en algún momento le valorarán para cualquier decisión, y también, por qué no, para una responsabilidad, aunque ya no esté al nivel de sus anteriores cargos. Celestino Corbacho lo ha sido todo en la política: alcalde de su ciudad, L’Hospitalet, la segunda de Cataluña; presidente de la Diputación de Barcelona y ministro de Trabajo, con el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Ahora se había dejado querer y Ciudadanos había propuesto su nombre para la sindicatura de Greuges de L’Hospitalet. El PSC, que tiene como gran baluarte a la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, no lo veía claro. Y Corbacho, aunque rechace que ese sea el motivo, se va del partido por un cúmulo de sinsabores. ¿Justificados?

El PSC valoró su gran aportación al partido, y mostró su “enorme respeto”, pero no puede compartir que Corbacho deje la formación por alguna cuestión política. “Si formó parte de las listas del PSC en 2012, cuando se defendía el derecho a decidir, resulta extraño que se vaya ahora, cuando el partido ha sufrido mucho y se ha reorientado la estrategia con una oposición clara al soberanismo”, aseguran fuentes socialistas que conocen a la perfección al excalcalde.

Lo que ocurre es que la tentación siempre vive arriba, en el piso de al lado. Y en L’Hospitalet, el concejal y portavoz municipal de Ciudadanos, Miguel Garcia, ha llamado a la puerta. El histórico presidente del equipo de fútbol C.E. L’Hospitalet, ahora presidente de honor, se ha ido acercando a Corbacho, cuyo entorno niega que esté a las puertas de Ciudadanos. Pero se deja querer.

La falta de valoración, o de nuevas responsabilidades

A la mujer de Corbacho se la vio en la campaña electoral en mítines de Ciudadanos y eso dio pie a interpretaciones sobre su futuro en la ciudad. Pero pesan otros factores, que las fuentes consultadas relacionan con químicas personales, con la necesidad de todo excargo, y tan importantes como en el caso de Corbacho, de ser escuchados y valorados.

Son tiempos, sin embargo, de grandes pugnas. En las primarias del PSOE, Corbacho se inclinó por Susana Díaz, cuando la mayoría de la estructura orgánica del partido apostó por Pedro Sánchez, aunque la dirección dijera que se mantenía en una estricta neutralidad. Y Corbacho pensó que podía incorporarse, aunque fuera de forma tangencial, a la carrera política. No fue así.

El PSC quiere mantener la alcaldía de L’Hospitalet con Núria Marín al frente, que sustituyó a Corbacho cuando éste fue nombrado ministro de Trabajo, en 2008. Al regresar a Cataluña, tras una etapa muy dura y desagradable --el paro no dejó de subir, en el peor momento económico de España en décadas tras la explosión de la burbuja inmobiliaria--, Marín fue formando su propio equipo, con dificultades, y Corbacho no se encontró a sí mismo. Tampoco cuando formó parte de las listas del PSC al Parlament en 2012.

La ola 'naranja' y las alcaldías socialistas

En el último congreso del PSC, cuando Miquel Iceta fue elegido primer secretario de los socialistas catalanes, Corbacho no repitió como presidente del consejo nacional ni en la dirección del partido. Su voz era cada vez menos escuchada.

Pero Corbacho es uno de los pesos pesados de la historia reciente del partido. Y eso es lo que lamentan ahora las fuentes del PSC consultadas. No puede haber motivos políticos, como sí ocurrió con la salida de exconsejeros de la Generalitat que formaban parte del ala más catalanista del PSC, que dejaron de confiar en la formación bajo la dirección de Pere Navarro, a pesar de haber negociado con él la inclusión del derecho a decidir en las elecciones de 2012.

La tentación ahora es de color naranja, y, cuente Ciudadanos o no con Corbacho a corto plazo, es la amenaza que el PSC sabe que deberá afrontar para retener los municipios del área metropolitana que todavía gobierna.