La manifestación de este sábado en Barcelona contra Vox ha sido un fracaso. A pesar del amplio eco mediático que ha tenido y de que estaba respaldada por más de medio millar de organizaciones --entre ellas los principales partidos y sindicatos catalanes--, la marcha apenas ha congregado a unos cientos de personas --3.500, según la Guardia Urbana, cuyos responsables políticos, los comuns, eran parte activa de la movilización--.
Pero el fracaso no debe circunscribirse únicamente al escaso poder de convocatoria de los organizadores. Los actos contra Vox pueden conseguir el efecto contrario al deseado, haciéndole la campaña a la formación de extrema derecha.
Vox, protagonista
La marcha de ayer en Barcelona se convocó con motivo del Día Internacional contra el Racismo pero el lema principal era “Stop Vox”, con la excusa de que el próximo fin de semana el partido de Santiago Abascal tiene prevista una manifestación en la capital catalana.
Además, los insultos contra el líder de Vox --“Abascal criminal”, “Abascal racista”-- taparon el resto de reivindicaciones y le otorgaron todo el protagonismo al político vasco.
Satisfacción por los ataques
Lo cierto es que en Vox reciben este tipo de ataques con satisfacción. Los asumen como la constatación de que son una opción de voto real de cara al inminente ciclo electoral, les da visualización mediática a coste cero y les permite estar en primera línea del debate político a nivel nacional pese a que solo cuentan con representación institucional en el Parlamento autonómico de Andalucía.
Basta con comprobar la arrogancia con la que la propia formación de extrema derecha difunde en sus redes sociales actos como el de Barcelona, convencidos de que podrán rentabilizarlos en las urnas.
Los progres totalitarios que pretenden amordazar a la sociedad mediante su ingeniería social han salido a pasear por Barcelona. Saben que @vox_es obtendrá unos magníficos resultados el #28A: tienen miedo. La #EspañaViva sale a recuperar el terreno.#StopVOX pic.twitter.com/Pif9X33mWb
— Ignacio Garriga (@Igarrigavaz) 23 de marzo de 2019
El independentismo, como Podemos
Hasta ahora, las principales embestidas contra Vox procedían de Podemos y de su entorno. Una estrategia que ha recibido fuertes críticas de una parte de la extrema izquierda por considerar que se lograba el efecto opuesto al buscado, como ha ocurrido con el debate sobre las armas que se ha extendido por todo el país en los últimos días.
Pero el nacionalismo catalán parece que no lo ve así y ha decidido apostar por la misma vía de acción para movilizar a los suyos, aún a riesgo de que los que se oponen al independentismo consideren a Vox la mejor opción para frenarlos.
Ataques y boicots del nacionalismo radical
En Cataluña, el nacionalismo más radical dio el primer paso en esa dirección. En los últimos meses se han producido agresiones y boicots a la formación ultra con motivo de sus actividades políticas, como carpas callejeras o charlas en bares. En la mayoría de los casos se trataban de actos muy minoritarios que, de otra forma, habrían pasado totalmente desapercibidos para los medios.
Y todo apunta a que así continuará ocurriendo, pues Arran --los cachorros de la CUP-- ya ha amenazado con reventar el evento que Vox prepara para el próximo sábado en la plaza de España de Barcelona. Lugar elegido por los de Abascal después de que Colau les impidiera utilizar el Palau Sant Jordi con la excusa de que en esas fechas estaba previsto realizar “trabajos de mantenimiento” en el pabellón.
El PSC en fuera de juego
En todo caso, en la manifestación del sábado los ataques a Vox se produjeron no solo por parte de los antisistema sino también de la mano de formaciones políticas y sindicales que ocupan la centralidad política en Cataluña, como JxCat, ERC, los comuns, UGT y CCOO.
Capítulo aparte merece la participación del PSC --representado por el diputado del Parlament Ferran Pedret-- en una movilización capitalizada por el nacionalismo y que ha equiparado a Cs y PP con Vox y con el racismo.