Pese a lo mal que cae Mariano Rajoy a sus adversarios (cosa que no pasó en igual medida con otros líderes, salvo en la recta final de José María Aznar) tendremos que empezar a reconocerle algunos méritos. El primero es que a la chita callando el presidente del Gobierno acabará haciendo una limpieza reclamada desde antiguo en el PP catalán.

Nombrar a Dolors Montserrat como nueva ministra de Sanidad es una apuesta clara e inequívoca por finiquitar una etapa en la sede de los conservadores en Cataluña. Se acabó la hegemonía infinita de los Fernández y Fernández, como se conocía con tanto miedo como sorna, a los hermanos Fernandez Díaz, Alberto y Jorge.

La titular de la nueva cartera es una persona de la órbita de Xavier García Albiol y que nada debe agradecerle a ninguno de los hermanos que han controlado el PP en Barcelona desde tiempos inmemoriales. Es más, la opción ultraconservadora del hasta ayer ministro del Interior tenía una opinión sólo regular (miope y rancia) de la vida personal de la política que Rajoy ha decidido aupar al ministerio.

Se acabó la hegemonía infinita de los Fernández y Fernández, como se conocía con tanto miedo como sorna, a los hermanos Fernandez Díaz, Alberto y Jorge

La cuota catalana de ministros pasa a ser femenina y un golpe en el mentón del PP más antiguo y rancio. Alberto Fernández ha pasado a ejercer de correpasillos por el Ayuntamiento de Barcelona mientras que su hermano Jorge puede recalar en una de esas embajadas que le gustan al Opus Dei o en un cargo de similar signo. Se acabó poner medallas y condecoraciones policiales a las vírgenes. Rajoy parece decidido a dar una vuelta de tuerca al partido en la nueva fase de gobierno que se abre.

Cuando digo que Don Mariano tiene méritos ocultos me refiero a esas cosas: consigue resolver los asuntos sin aspavientos. Algo que no consiguieron ni Alicia Sánchez Camacho ni Josep Piqué mucho antes y con muchos más apoyos. Sorprendente, pero cierto.