Hace muchos años, siendo un servidor un joven periodista de información económica, Joan Gaspart intentaba disputarle la presidencia de la Cámara de Comercio de Barcelona a Antoni Negre i Vilaveccia. Era una lucha muy pareja, ambos contendientes habían conseguido una paridad de fuerzas similar y sus hombres de comunicación pugnaban para ver quién conseguía hacerse con la silla.

Antoni Rodríguez i Pujol, propietario de Intermedia, la agencia de comunicación que vivió durante años del negocio que le daba Negre, hizo fortuna con una frase. Nos recordaba a los periodistas que Gaspart, uno de los hombre fuertes del Barça entonces, había dilapidado el imperio familiar y que su cadena de hoteles acabaría muerta empresarialmente por su incapacidad.

Fuera premonitorio o sencillamente una argucia, lo cierto es que Gaspart murió electoralmente con la frase de Rodríguez: “Gaspart no sabe leer un balance”.

Perdió las elecciones el empresario hotelero y además se acuñó una forma de entender la economía en Barcelona. ¿Cómo alguien incapaz de interpretar un balance de una empresa podía ejercer cualquier cargo vinculado a la economía?

Algo similar ocurre ahora que sabemos que ERC se encargará del área económica del nuevo gobierno. Sirva explicar que los republicanos son en estos momentos los más moderados de la plaza y que sus líderes se han aplicado en extender esa tesis. Pero, en cualquier caso, lo cierto es que Oriol Junqueras, que podría acabar como vicepresidente económico del Gobierno, es especialista en asuntos vaticanos, en historia de lágrima y campanario, pero difícilmente está preparado para leer un balance. Por supuesto, ni idea de un balance de una empresa, pero mucho menos del de un banco, por ejemplo.

Algunas de esas cosas parece que no importen en la Cataluña actual. La independencia y sus derivada todo lo pueden. En cualquier caso, lo cierto es que darle a los republicanos de ERC el área económica es un sinsentido mayúsculo. No lo es porque sean asamblearios, tampoco porque algunos de ellos sean activistas antisistemas, no. La barbaridad radica en que sus diputados y asesores saben algo de política independentista y casi nada de realidad empresarial y económica.

Junqueras, con su mirada extraviada, con su tono monocorde y predicador, es un perfecto analfabeto en materia de economía aplicada. En la Cataluña de los prodigios eso parece importar poco o casi nada. Es el puñetero amo, más por sus silencios de los últimos días que por su propositivas palabras.