Dice el refranero popular algo impensable para un periodista, pero eficaz como ciudadano: "No preguntes por saber, que el tiempo te lo dirá, que no hay nada más bonito que saber y no preguntar". La distancia temporal, en efecto, nos ha explicado cuál es la razón por la que el expresidente del Barça Sandro Rosell dio la estampida del club cuando nadie lo esperaba, sus colaboradores directos no entendían las razones y la opinión pública sospechó que ninguna de sus razones oficiales era cierta.

La detención del matrimonio ayer por fuerzas policiales en una operación controlada por la justicia pone de manifiesto que existían argumentos sobrados para que Rosell abandonara el club en busca de un perfil público más bajo. Quizá pueden entenderse también ahora sus denodados intentos por acceder al cargo en una campaña que duró años y en la que intentó implicar a cualquiera con capacidad de prescripción del entorno culé.

La detención de Rosell pone de manifiesto que existían argumentos sobrados para que abandonara el Barça en busca de un perfil público más bajo

Las andanzas, comisionadas, de Rosell por Brasil con Ricardo Teixeira habían sido objeto de denuncias ante la justicia de diferentes lugares y en la prensa. Pero el presidente de un club como el Barça es fuerte y dispone de un inmenso aparataje con el que guarecerse del mal tiempo. Al hoy detenido e imputado la sombra culé le venía de perlas para mantener con discreción sus operaciones internacionales y saberse poderoso ante determinados poderes fácticos que son conocedores de que ir contra alguien del club contiene el riesgo de ser presentado como alguien que va contra el club, o contra Cataluña, en los últimos tiempos.

Rosell dejó el Barça por la puerta trasera diciendo que algunos radicales habían hecho unos disparos de aire comprimido contra su domicilio, que su familia, su esposa y sus padres, estaban preocupados y así un largo reguero de excusas que jamás resultaron fiables para nadie. Es obvio que la familia debía estar preocupada: Sandro no podía viajar a Brasil (no se desplazó con motivo del mundial celebrado en el país carioca) y tenía algunas extrañas operaciones en el armario que un día u otro podían aflorar.

Rosell, como buen catalán, también usaba el cajero autómatico andorrano para sus cosas. Qué curioso que la familia Rosell, los Sumarroca y los Pujol fueran, tiempo atrás, buenos amigos y nacionalistas furibundos todos ellos

Por si todo eso fuera poco, el fichaje de Neymar fue una mayúscula chapuza en términos jurídicos y puede acabar costándole al club que presidió Rosell algún dinero más de lo que se dijo en su día. Rosell, como buen catalán, también usaba el cajero autómatico andorrano para sus cosas. Qué curioso que la familia Rosell, los Sumarroca y los Pujol fueran, tiempo atrás, buenos amigos y nacionalistas furibundos todos ellos. ¿Quién enseñó a quién los trucos? ¿Se reunían en la Cerdanya para intercambiar experiencias tras bajarse algún queso del Principado?

El declive que vive el Barça en estos momentos como institución, entregada al nacionalismo más trasnochado, y como club deportivo no comenzó con Joan Laporta. El abogado indepe y amante del Moët Chandon cometió muchos errores pero jamás perjudicó a la entidad. Al contrario que su sucesor, con Rosell y sus fallos el club entró en una fase de mediocridad y prescindibilidad absoluta. Como diría el parafraseado Gerad Piqué: "Rosell, contigo empezó todo".