La polémica de los lazos amarillos ha centrado la atención mediática de las últimas semanas y, con mayor intensidad, de los últimos días.

En el sector constitucionalista no son pocos los que consideran que eso es una nueva victoria del nacionalismo, pues aseguran que elevar al primer nivel del debate un tema menor como este --dicen-- les permite al independentismo marcar la agenda política y supone para sus contrarios ir, de nuevo, a remolque. Así, su propuesta es pasar del tema para ver si así se calman.

No comparto el análisis. Es infame la ocupación del espacio público por parte del nacionalismo; es ruin que lo hagan impunemente; es miserable que --en cambio-- se persiga a quien se toma la libertad de restablecer la neutralidad en ese espacio --lo que empieza a dar la razón a los que hablan de “policía política”--, y es un error que se reste importancia a esta cuestión por considerarse una batalla menor. Casi todos los avances del nacionalismo han empezado con pequeñas cesiones por parte del constitucionalismo para evitar tensiones. Tal vez ha llegado la hora de cambiar de estrategia.

Sí estoy más de acuerdo con los constitucionalistas que apuntan que los lazos amarillos consiguen tapar otros debates también relevantes. Por ejemplo, la polémica sobre cómo es posible que para reducir a un atacante con un cuchillo en una comisaría de los Mossos se le tenga que coser a balazos hasta la muerte. Cuáles son las propuestas del Govern para mejorar la vida de los catalanes. O, cómo es posible que las escuelas públicas sigan aplicando la inmersión lingüística obligatoria exclusivamente en catalán, pese a las innumerables sentencias que han declarado su ilegalidad.

Pero no hay duda de que el debate sobre los lazos amarillos también le permite a Torra y a su Govern ir tirando sin tener que dar más pasos concretos hacia la “implementación” de la “República catalana” que prometieron a los suyos. Digamos que el lacismo, de momento y de forma incomprensible, les sirve para tapar las vergüenzas ante sus simpatizantes más radicales.

Recordemos que Torra y su Govern son los que custodian en sus cárceles a los que ellos mismos denominan “presos políticos”. Si tan convencidos están de que son “presos políticos”, ¿a qué esperan para abrir las puertas de las prisiones y liberarlos?

De igual forma, ¿a qué están esperando Torra y su Govern para “implementar” la “República catalana” proclamada ya dos veces (el 10 y el 27 de octubre pasados)? ¿A otra “hoja de ruta” de la mano de Pilar Rahola, Jaume Alonso-Cuevillas y otros frikis de la escuela Santi Vidal? ¿Para hacer qué? ¿Otra vez lo mismo?

Señores del Govern, tengan coraje, quiten el lazo, pongan la república y aténganse a las consecuencias... o dejen de engañarnos y de esparcir un veneno que condenará a Cataluña a una fractura que durará generaciones.

Coda: Societat Civil Catalana (SCC) tiene una gran oportunidad para copiar algunas de las prácticas más exitosas de la ANC y Òmnium Cultural, por ejemplo, ofrecerse a pagar las multas de la Generalitat a los que quitan lazos amarillos.