Miquel Iceta ha superado al invento político de José Zaragoza para enfrentarse a Ada Colau: Núria Parlon, la alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet. El primer secretario sale reforzado de las elecciones de este pasado fin de semana, en las que reafirmó su liderazgo. Su adversaria cerró con un fiasco la primera oportunidad para asaltar la cúpula del partido. La extraña (sobrenatural, diríase) alianza que Parlon mantenía con la presidenta andaluza facilita darle dos lecturas a los resultados del sábado: Susana Díaz y sus propuestas no son del agrado de la militancia en el norte, y extrañas comparticiones de cama (Parlon abogaba por una modalidad sui generis del derecho a decidir que su aliada andaluza jamás avalaría en otros lares) provocan pesadillas políticas.

El peronismo rociero, como alguna mente preclara de la prensa sevillana bautizó al populismo de Díaz, no tiene acomodo fuera de Andalucía. Es más, ni tan siquiera allí: la “rebelión de Triana [su feudo originario]”, las divergencias en el seno del PSOE andaluz lideradas por dos localidades de la capital hispalense tan notables como Dos Hermanas y Alcalá de Guadaíra y su balance de gestión convierten en sorprendentes las inconfesadas esperanzas que la presidenta andaluza todavía alberga de dirigir el partido socialista en España.

Díaz practica el 'peronismo rociero', según alguna prensa andaluza. Ahora se le rompe la sanidad y el partido le discute un liderazgo menguante

A Díaz se le ha roto la sanidad (que presenta las peores ratios de toda España, con Antoni Comín, el consejero republicano catalán, incluido en el ranking), no controla las alcaldías de las principales ciudades de la región y, para más inri, mantiene casi todos sus apoyos en el ámbito rural, una muestra de ese modo de hacer política de corte clientelar y subvencionado que convierte al PSOE en el partido del régimen en Andalucía.

Pese a la necesidad de que todo el socialismo español se aclare, que Parlon fracasara demuestra que determinadas orientaciones hacia políticas festivaleras y de corte populista pueden resultar útiles en unos territorios, pero ser nefastas en otros. El entorno de Díaz apuesta por un PSOE que facilite la investidura de Mariano Rajoy mediante una abstención en las Cortes. Iceta, sin embargo, ha prometido dar voz al socialismo catalán, no con la arquetípica visión diferencial del nacionalismo, sino como una forma de entender la política con coherencia y sentido común, distante de los usos y costumbres cainitas de los partidos políticos, importados en buena parte de cómo el socialismo sureño y el autoritarismo interno del PP ningunea a la militancia. Ahora, tras pasar por las urnas de las primarias, los parlamentarios del PSC quedarán legitimados para votar en Madrid de manera particular sobre quién gobernará el país. Los socialistas catalanes tendrán voz propia en el hemiciclo con independencia, eso sí, de que Iceta sea uno de los políticos menos secesionistas que aún quedan en el centro izquierda catalán.

La presidenta andaluza se equivocó con su apuesta en Cataluña, que ha resultado perdedora en las elecciones primarias

La baronesa Díaz intentó apartar a quienes desde Cataluña defendieron las tesis y el liderazgo de Pedro Sánchez. Su intervención indirecta en la campaña de primarias perseguía afear la conducta de Iceta. Se equivocó en la tentativa. Incluso sucede que el PSC se revitaliza en las últimas encuestas hasta recuperar la posición que le ganó en su día el voto a Ciudadanos. De ser así, es obvio que no se puede hablar sólo de un triunfo del bailongo Iceta sin ponerlo en el contexto de la primera y severa derrota recibida por la presidenta Díaz en su carrera hacia el control del partido socialista en toda España. Un revolcón en toda regla, vamos.