Hace unos días, el siempre ocurrente e imprevisible Gabriel Rufián sorprendió con uno de sus tuits en el que ponía a caer de un burro, de forma elegante, al conseller de Interior, Miquel Buch, quien se quejó en rueda de prensa de que el Gobierno hubiera destinado una partida extraordinaria de 1,714 millones de mascarillas a Cataluña, una cifra que al responsable de los Mossos d’Esquadra le pareció un agravio porque le recuerda al año 1714. Rufián, el moderado, comparó la bochornosa reacción de Buch con el programa de sátira política de TV3, Polònia, aunque la realidad supera a la ficción; si ya sonó a pataleta del consejero catalán en un inicio (con la ayuda de su amigo y jefe de prensa), el ridículo crece con los días. Sí, ese número es una caprichosa casualidad.

La operación es simple: el Gobierno repartió 10,5 millones de mascarillas a las comunidades autónomas el fin de semana; a dividir, por lo tanto, entre la población española (47.026.208 habitantes a 1 de enero del 2019, en datos del INE). La operación da como resultado 0,22327975 mascarillas por persona. Si se multiplica esa cantidad por el número de catalanes (7.675.217) se obtiene 1.713.720. Redondeando, 1,714 millones de máscaras. Así, comunidad por comunidad. Buch, sin embargo, lleva días haciendo operaciones matemáticas y, oiga, que no hay manera, que no le cuadra nada. Cuando alguien se obceca se obceca. ¡Qué decir de la torpeza del Gobierno, incapaz de plantearle este razonamiento al conseller (y al Govern en pleno), por absurda que sea la situación!

Al rescate de Buch salió la portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó, que, como otros miembros del Ejecutivo autonómico, ve una ofensa en ese redondeo de mascarillas al alza (alguno iluminado sugiere por Twitter que pudieron redondear a la baja, privando así de decenas de mascarillas a los ciudadanos de Cataluña…). La cuestión es que Budó tampoco parece muy familiarizada con los números. Para comprobarlo hay que retroceder hasta las pasadas elecciones de Barcelona, en las que la suma de los partidos independentistas pasó de 18 a 15 concejales (sobre 41). El secesionismo quiso vender que había ganado en la capital catalana, y así lo defendió Budó: “Los números son evidentes, 15 concejales independentistas es más que lo que suman” los demás grupos por separado o las posibles coaliciones (como se ha demostrado, ejem). Brillante.

Ejemplos de este tipo hay varios. Solo hay que mirar las multitudinarias manifestaciones independentistas de los últimos años, en las que hay que reconocer que había mucha gente, mucha gente menos de la que ellos decían. ¿Y los muertos por coronavirus en Cataluña? De repente, el Govern se ha iluminado y ha encontrado fallecidos por todas partes. Resulta que son casi el doble de los anunciados hasta la fecha, pero la cifra tampoco termina de cuadrar. Parece que este ejercicio de transparencia es otra maniobra del amigo Torra (que seguirá de presidente mal que le pese porque no es momento de pensar en elecciones) para marcar la agenda política y engrosar la estadística para pregonar que las medidas del estado de alarma del irresponsable “Gobierno del Estado español” son insuficientes. Pero le han pillado.

Como se ve, en política, 2+2 no son siempre 4. De hecho, rara vez suman 4. Se trata de adaptar los números para que encajen con el relato. O eso o (que también) estamos en manos de unas personas que no veían Barrio Sésamo; que ni siquiera saben sumar y restar. No lo descarto. Lo de dividir lo llevan mejor: han partido Cataluña en dos. Y lo de contar también: no hacen más que contar milongas.