No, no les hablo de Mariano Rajoy. Que el gallego se vaya después de revelarse incapaz de encontrar un solo apoyo para formar gobierno se antoja complejo. Aguantará. Quiere llegar al cuerpo a cuerpo con Pedro Sánchez en una investidura fallida que nos lleve a otras elecciones generales en el corto plazo. No, no me refería a los incombustibles clásicos de la política, sino al secretario general de la UGT catalana, el asturiano Josep Maria (Pepe) Álvarez.

Está el líder sindical intentando que su carrera no finalice. Se agarra al poder como quien persigue la inmortalidad en una película. Lleva excesivos años al frente de la federación catalana de la UGT; es responsable primero del desmoronamiento sistemático del sindicato en Barcelona; para colmo aspira a liderar la UGT española. Todo un síntoma de un sucedáneo de las puertas giratorias en el ámbito laboral: deja la UGT autonómica e intenta la aventura española. Eso aunque su organización catalana es más una organización política soberanista que de corte sindical.

Si Álvarez suspira por la política lo tiene fácil: que le pida a Carles Puigdemont un cargo gubernamental. Ya lo han hecho sus principales colaboradores, en especial la consejera Neus Munté, pero también otros hombre de confianza como el nuevo delegado de la Generalitat en Barcelona, Miguel Ángel Escobar. De secretario de comunicación, análisis e innovación de la UGT catalana a miembro del Govern. Iba en las listas de CDC al Senado pero no fue elegido. En pago por sus servicios e implicación le ha sido concedido el cargo, para que el que había demostrado hasta la fecha más meritaje de adhesión que de capacidad. ¡Qué tiempos aquellos en los que Escobar luchaba por los trabajadores de la Seat!

Matías Carnero, un hombre forjado en la factoría de automóviles de Martorell, puede ser un buen líder del sindicato. Es de los pocos que conoce las fábricas y puede sustituir al actual secretario general con solvencia, recuperando la neutralidad política de la central. Le resultará sencillo: Álvarez parece haber olvidado el escaso tiempo que pasó en la Maquinista Terrestre y Marítima (MTM), hoy convertida en Alstom.

El dirigente asturiano vive ya más acostumbrado a los despachos y a los pasillos. El ruinoso estado de la UGT catalana en múltiples sentidos es responsabilidad de su gestión de los últimos años. Su entrega a la causa del independentismo sólo puede comprenderse por las prebendas que el sindicato ha obtenido de la administración autonómica, leyes de representatividad institucional aparte. Resulta curioso que los últimos dirigentes de UGT y de CCOO en Cataluña tengan un perfil tan político y tan poco sindical. Vean, por ejemplo, cual ha sido el final de la carrera de Joan Coscubiela, enfrascado tras abandonar Comisiones en la batalla de Iniciativa per Catalunya, primero, y de En Comú Podem, después.

Y si quieren ser políticos, es muy loable. Pero nos hubiera gustado que los sindicatos fueran capaces de enfrentarse a la corrupción que ha vivido el país. Ese fenómeno hace daño a las empresas, a las que pagan y a las que son damnificadas por la falta de competencia en el sistema. En consecuencia, también a sus trabajadores.

No han sabido, no han querido hacerlo, se han entregado al poder y al pensamiento único nacionalista con el cuento del espacio social y nacional catalán. Qué lástima de trayectoria, jamás podrá ser ensalzada como las de Marcelino Camacho, Nicolás Redondo o, incluso, Antonio Gutiérrez. Han canibalizado el sindicato para ejercer la política de baja intensidad, sin dar la cara, ante sus representados. Sin adaptarse a los nuevos tiempos más que para lograr la permanencia en sus sillones.

Lo mejor, antes de que la histórica UGT se diluya en Cataluña o quede en manos de ERC y CDC, es que Álvarez lo deje, se vaya. Que abra el camino a Carnero para darle un nuevo impulso a la organización. Seguro que el nuevo secretario general o presidente ejecutivo no perderá el tiempo en criticar a los medios que somos capaces de cantarle la caña sin complejos ni servidumbres. Sobre todo, si al contrario que Álvarez, tiene ocupaciones más útiles para sus afiliados.