Sigan este hilo. Y si al término del mismo no se le llevan los demonios, es que el conflicto catalán no tiene solución. Resulta que la entidad soberanista más subvencionada de todos los tiempos, Òmnium Cultural, ayudó a pagar la fianza de Carles Puigdemont, miembro del partido que aplicó los recortes sociales más grandes de toda Europa y que, la semana pasada, se negó a devolver la paga extra a los funcionarios.

Dicho de otra manera, que los 10 millones de euros que esta entidad ha recibido durante diez años han permitido, no solo comprar un casoplón en el Eixample de Barcelona, sino pagar con los impuestos de todos los catalanes, los caprichos separatistas de una generación neoconvergente que quiso hacer una revolución muy nostrada. Esto es, con dinero y sin ensuciarse demasiado. Lo del asedio del 15M al Parlament –por los recortes, debemos insistir-- dio mucho que pensar a los estrategas del secesionismo, pero si la clase dirigente dispuso aquel día de helicópteros para sortear a los desarrapados y aplicar el tijeretazo, hoy cuenta con el apoyo de empresarios gerundenses que financian el exilio dorado de Puigdemont y con la caja de resistencia habilitada por Òmnium y la Assemblea Nacional Catalana (ANC).

Lo del asedio del 15M al Parlament dio mucho que pensar a los secesionistas, pero si la clase dirigente dispuso aquel día de helicópteros, hoy cuenta con el apoyo de empresarios gerundenses que financian el exilio de Puigdemont y con la caja de resistencia de Òmnium

De casta le viene al galgo. Porque entre los padres fundadores de esa entidad, que pasó de defender la cultura catalana a atacar al "Estado opresor" en lo que tardó Artur Mas en tocar a rebato, se encuentran, entre otros próceres del soberanismo, Lluís Carulla o Fèlix Millet i Maristany. Apellidos que les sonarán por las investigaciones de Hacienda, en el primer caso, y por el llamado caso Palau, relativo a la financiación ilegal de CDC mediante la adjudicación de obra pública. O sea, por su supuesto empeño en sacar provecho del erario público.

A lo que íbamos. Con todas las ayudas recaudadas en los últimos años, ya sea en concepto de subvenciones o donaciones, es lógico que Òmnium pague la fiesta del independentismo. Lo hace con el dinero de todos, escondida bajo la bandera de entidad proscrita durante el franquismo. ¿Proscrita? Eso lo dejamos para otra ocasión. Pero lo de organizar un happening con los euros de otros es marca Millet. Y si no, que se lo digan a su consuegro. A bodas me convidas.