Cariacontecido, el presidente del nonato Partido Demócrata Catalán (PDC) comparece ante la prensa: “No nos quieren ni en pintura, no nos quieren inscribir ni como partido político con mil excusas”. Se dirige a los informadores asistentes con la mirada fija en las cámaras y añade: “El partido se acabará inscribiendo”.

De quien les hablo es de ese pescador de fin de semana, del que fuera presidente de la Generalitat de Cataluña y que ahora se dedica a realizar la autopsia de CDC, Artur Mas i Gavarró. Ya sin el atuendo que lucía en el barco con el que navegó por aguas baleares (por cierto, ¿quién es el de la barba que le acompaña en las fotos? Tiene toda la pinta de ser el pagano), el político catalán aprovecha la petición del Ministerio del Interior para que se subsanen los errores en la inscripción para regresar al victimismo de siempre, atávico casi. Ni el verano ni la pesca del raor (ese apreciado pescado del que se acaba de abrir la temporada en las aguas por las que navegó) lo apaciguan.

Hay trileros que podrían darle lecciones del embolica que fa fort para que mejore su rocambolesca argumentación. Es cierto que estamos en la antesala de la Diada y toca calentar el ambiente: España no nos quiere, no nos deja ni constituirnos como partido político en el registro oficial. Muchos de sus emocionales seguidores se cargan de razones y vuelven a atizar a lo español sin distingo ni contraste.

Intoxicar con el nombre del partido permite de nuevo apelar al victimismo y tapar el patinazo cometido en la refundación de CDC

Lo cierto, sin embargo, es que si el PDC no está inscrito como partido político en Interior la responsabilidad es más fácil encontrarla en Barcelona que en Madrid. Ya se sabe que la realidad no existe y cómo se aproximan Mas y sus gregarios resulta incluso hilarante. Son justamente tres partidos catalanes los que se han opuesto ante el registro de Interior a la inscripción de la rebautizada CDC: Demòcrates de Catalunya, Partit Demòcrata de Catalunya y Plataforma Democràtica de Catalunya.

Se non è vero, è ben trovato debe pensar un Mas declinante, desubicado, apestado para las necesarias CUP y ladeado por los que fueron sus aprendices de gobernantes. Es probable que ese desamparo le lleve a practicar su ejercicio preferido: el marketing político oportunista. Nuevo servicio a la causa, que curiosamente las inscripciones a las movilizaciones de la ANC para la Diada flojean.

Intoxicar con el nombre de la cosa no tiene más trascendencia ni le reporta ningún otro rédito que no sea meramente emocional. Lo que sí es útil para Mas es tapar la cosa del nombre, donde patinó, como tantas otras veces, ante los militantes de la supuesta refundación y ante los que pensaron que su líder guardaba estrategia política alguna que no fuera un más de lo mismo, pero más chapucero. Casi le saldrá más a cuenta comprarle a Joan Laporta sus siglas, al fin y al cabo todos más o menos son buenos amigos con los que compartir negocios o paellas estivales.