Las negociaciones entre PSOE y ERC para que Pedro Sánchez supere la investidura y conforme el Gobierno de coalición con Podemos han progresado un poco este martes en Barcelona. Se ha avanzado, sí, pero sin vislumbrar aún un posible acuerdo. Los mensajes que se han mandado desde ambos partidos contenían un optimismo moderado, especialmente por parte de unos republicanos sometidos a la presión independentista.

Y es que la abstención (que no apoyo) que se intenta abordar en unas conversaciones que incluso pasan por los Presupuestos Generales del Estado ha molestado a los más irredentos. Guardianes de las esencias de la república catalana como el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, que pone deberes a los negociadores. Les exige que debatan del “problema catalán” en su totalidad y que nombren a un mediador internacional para resolver el conflicto. Todo ello, mientras anuncia que la independencia de Cataluña llegará como un “hecho natural”. ¿No sería entonces más sencillo sentarse a esperar a que ocurra como quien espera a que empiece a llover?

Las posiciones más escoradas del independentismo catalán reclaman diálogo, pero sólo para ratificar sus tesis. Olvidan, quizá por falta de experiencia propia, que negociar es un verbo en el que también se conjuga ceder. Transigir no forma parte de su argumentario, y toman casi como una ofensa personal que JxCat retirase la enésima moción sobre la autodeterminación que se debía debatir en el pleno del Parlament que empieza este miércoles para retener algo de protagonismo en la negociación de la investidura.

Nunca se debería considerar una derrota dar un paso tan insignificante como el del partido de Quim Torra. Es más, ceder debería ser lo habitual en una sociedad adulta como la que pretendemos vivir. Un entorno que no debería dar espacio a declaraciones tan fuera de tono como las del Síndic de Greuges, Rafael Ribó. El que culpa primero al resto de autonomías de provocar las listas de espera de la sanidad pública catalana y alega un día después que se han manipulado sus declaraciones... en una entrevista de radio en directo.

Nuestro Govern mantiene un inmovilismo muy revelador ante esta situación y ratifica los actos públicos que tenía en agenda con Ribó. Otro ejemplo de la parálisis y de las pocas ganas de actuar ante un personaje que, en el fondo, sólo confirma las tesis de esta parte del independentismo más radical en que se incluye el president. ¿Quién es el valiente que se atreve a desmarcarse? ¿ERC?