Pese a que algunos de sus redactores hablan alegremente de los exiliados catalanes y de presos políticos, cabe suponer que los responsables de Radio Barcelona --y sobre todo los de la Cadena Ser-- han debido pasar un mal trago antes de admitir el regalo de la consejera Meritxell Budó para su campaña de Cap nen sense joguina (Ningún niño sin juguete) de este año, convocatoria en la que ha cambiado de género para denominarse Cap nena sense joguina.

Hace 54 años que la emisora decana de España, de la mano de entidades como el Ayuntamiento de Barcelona, Casino L'Aliança del Poble Nou y empresas como El Corte Inglés, organiza una subasta de obsequios para entregar regalos a niños desfavorecidos el día de Reyes. El futbolista famoso entrega una camiseta, como el tenista regala una raqueta y el cantante un disco dedicado o una guitarra. Sin embargo, la consejera de Presidencia de la Generalitat ha demostrado nuevamente cuál es su categoría política obsequiando una urna, de aquellas chinas de plástico que se emplearon en el referéndum ilegal de 2017, firmada por ella. Su propósito, dice, es que los niños conozcan el valor de la libertad, según reza la dedicatoria con la que trata de intoxicar a la opinión, en este caso de los más pequeños.

Budó es farmacéutica, especialista en veterinaria. Cuando fue nombrada consejera de Presidencia por su proximidad a Carles Puigdemont después de haber pasado por la alcaldía de La Garriga, deslumbró con unas declaraciones en las que señalaba que tras su experiencia profesional en laboratorios farmacéuticos había descubierto que los cerdos, las gallinas y las personas reaccionaban igual a los mismos principios activos, que solo cambiaba la dosis. Parece que sigue aplicando el mismo criterio en la política: idéntica medicina para los mayores que para los chicos, con la diferencia de que para los niños la cantidad de moléculas tóxicas es mayor.

Sus ruedas de prensa dirigidas a los adultos están llenas de silencios delatores de incapacidad, de exabruptos --se empeñaba en no contestar en castellano-- y de contradicciones palmarias. Cuando se dirige a los pequeños, se suelta el pelo y lanza el engaño sin freno: presenta una urna ilegal, por cuyo uso se han dictado sentencias condenatorias desde el Tribunal Supremo, y lo hace como símbolo de libertad. El summum de ese delirio político es que sus mismos protagonistas quieren creer que lo que hacen es revolucionario y progresista, cuando en realidad no pasa de ser una absoluta falta de respeto por los demás sin ninguna idea que lo respalde, solo la confrontación, el gamberrismo político.

Qué papelón el de Radio Barcelona, el Casino L'Aliança del Poble Nou, El Corte Inglés y el Ayuntamiento de Barcelona, los que organizan y patrocinan la fiesta, que han tragado tamaña manipulación de una de las políticas que pasarán a la historia encabezando el ranking de la incompetencia y el despilfarro de Cataluña. Hacer la vista gorda ante tal despropósito, en la línea activista de las pancartas de Quim Torra en el Palau de la Generalitat que le costaron su inhabilitación como president, les convierte en cómplices, no de un delito, claro, sino de una necedad fuera de lugar, especialmente en un día como el de hoy.

(Mientras escribo estas línea oigo a los periodistas de Radio Barcelona calentando motores del programa de seis horas de Cap nen sense joguina mientras anuncian los regalos que podrán conseguirse en la subasta solidaria. Todos ellos tienen el buen sentido de omitir el donativo de la señora Budó).