¡Qué fácil resulta para muchos medios y analistas decir que cada vez que se produce una sospecha de corrupción en Cataluña lo que se pretende es atentar contra las ansias independentistas de una parte de su población!

Démosle la vuelta al argumento: cuando ayer, a primera hora de la mañana, conocíamos diferentes registros vinculados con la corrupción del clan Pujol y, un par de horas más tarde, las fuerzas independentistas mostraban su hoja de ruta, ¿acaso estaban tapando con la política utópica los hechos relativos a la podredumbre del corrupto y su entorno?

Es obvio que no. Las coincidencias existen y, en muchas ocasiones, la victimización no es más que una defensa endeble para quienes piensan, como el ladrón, que todos son de su condición.

Que el clan Pujol esté bajo sospecha guarda una relación muy menor con los postulados independentistas de una parte de los catalanes. Pero mantiene, en cambio, poca distancia con el aparataje de poder que ayudó a elevar ese sentimiento de manera torticera y manipuladora.

Sin embargo, nadie piensa que Junts pel Sí y la CUP estén tapando la corrupción de CDC y de sus máximos dirigentes y líderes durante años. Los registros de ayer y la declaración parlamentaria de los dos grupos independentistas nos servirán, como mucho, para analizar cómo tratan la noticia los medios catalanes. Mírense sus portadas hoy y saldrán de dudas sólo con preguntarse quién hace prevalecer qué. Sencillo.