Llega la campaña electoral y la demagogia y el populismo florecen en invierno como si fuera primavera. Antaño, los protagonistas siempre presentes del debate político fueron los pensionistas. Durante años y legislaturas todas las acciones de los días de propaganda electoral se encaminaron a aproximarse a ese colectivo, bien fuera generando su confianza en un partido o bien desacreditando al contrario o, literalmente, metiendo miedo sobre sus intenciones.

Hoy, los pensionistas han pasado a un segundo plano. Más o menos porque hay un cierto consenso después del Pacto de Toledo de no politizar la previsión social más allá de los incrementos previstos y algunos retoques a la edad y condiciones de jubilación.

La materia prima política de la campaña son ahora los autónomos. No hay partido político que no se acuerde de los 3,1 millones de cotizantes al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Ese colectivo es muy amplio. Incluye tanto al carpintero del barrio como al consejero delegado de una multinacional. No tiene intermedio, los autónomos están agrupados en un solo régimen dentro de la Seguridad Social.

Desde el populista Pablo Iglesias hasta el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tienen a los autónomos siempre en sus oraciones políticas. No pasa lo mismo, en su práctica. Una vez gobiernan, los autónomos siguen con un sistema de protección social discutible (en desempleo y pensiones) y con una pesada losa administrativa a sus espaldas que hace las delicias de asesores y gestorías. Sin embargo, en los discursos son los verdaderos creadores de empleo, el motor de la economía productiva, el tejido empresarial verdadero…

Quien critica a los autónomos lo hace de forma general porque el sistema es tan perverso que permite algo más de fraude fiscal que el realizable por los trabajadores por cuenta ajena. Es cierto, pero en el país del Lazarillo de Tormes hay fraude en todas las capas de la sociedad, desde la persona más acaudalada hasta un perceptor del desempleo público.

Da un poco de miedo que los políticos se hayan aprendido el número de autónomos existentes, que los lleven en su programa electoral con medidas vagas (incentivaremos, promoveremos, defenderemos, apostaremos…) y, sin embargo, siga sin existir en España una especie de pacto social aceptado por todas las fuerzas políticas desde la derecha a la izquierda sobre este régimen de trabajo y de cotización al Seguro. Sería deseable que así fuera, es la única forma real de que ese amplio colectivo pueda creerse un programa electoral por más que los mencione.