Vox ha conseguido marcar la agenda política de los últimos días con una iniciativa populista y polémica, justo la base ideológica del partido de extrema derecha. Poner lo que han denominado pin parental como requisito para aprobar los presupuestos de Murcia a PP y Ciudadanos --Lorena Roldán deja claro en la entrevista con Crónica Global que no aceptarán la medida-- ha sido un triunfo para la formación en lo que se refiere a tomar las riendas del sentido del debate político mucho más allá de las propias cuentas públicas y arrastrar al resto de los partidos a un terreno resbaladizo.

Tanto PSOE como PP se han lanzado con poco acierto al debate sobre el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos mientras los de Santiago Abascal se miran desde la barrera la pugna en el barro de las dos grandes formaciones con alguna aportación del líder para alborotar el avispero. Ha acusado de “perturbados y totalitarios” al Gobierno tras las declaraciones de la exportavoz y ministra de Educación, Isabel Celaá, de que los hijos no son propiedad de los padres. La coletilla que siguió al anuncio del Ejecutivo de llevar a los tribunales la iniciativa de Vox.

Con la ley en la mano, la socialista no yerra ya que el dueño de cualquier ser humano es sólo uno mismo, una cuestión básica en cualquier normativa democrática. Pero la forma cómo se ha planteado tras la reunión del Consejo de Ministros ha chirriado incluso en los oídos del propio Pablo Casado, que ha asegurado que “mis hijos son míos y no del Estado”.

 

 

El líder popular abona de este modo el campo a las tesis de Vox y su demanda de que los centros educativos (públicos, como siempre) tengan que informar a los padres de las actividades complementarias que organicen dentro del horario lectivo con “carga ideológica o moral contraria a sus convicciones” para que puedan decidir si sus hijos participan o no. O, tal y como se apunta en el debate propiciado, “si un niño musulmán no come carne de cerdo en el comedor, por qué debe asistir el mío a una clase sobre sexualidad”. La única aportación positiva de la reflexión es que pone en el mismo plano el comer físico y el intelectual.

Vox ya ha ganado con una confusión colosal de lo que es la responsabilidad de cualquier padre o madre con sus hijos y la propiedad de los mismos, además de hacer explotar cualquier posibilidad de abordar el gran pacto en materia de educación en el país. Uno de los consensos más necesarios para acabar con planes educativos de corto recorrido según el color político en Moncloa.

Ha creado una brecha respecto a la libertad de decidir qué contenidos se enseñan en las aulas, un debate extremadamente delicado en que se obvia una cuestión central. Los niños pensarán lo que sus padres les enseñen, siempre que sus padres les enseñen a pensar.