Zona Franca

La impudicia de CDC en Madrid

20 julio, 2016 00:00

¿Peix al cove? Se acabó esa actitud dijeron. Ahora, el nuevo partido que encabeza Francesc Homs en Madrid y que todavía dirige Artur Mas en Cataluña se ha declarado independentista del séptimo cielo. Y sí, en una nube deben estar sus dirigentes, que cuando se entrevistan con Mariano Rajoy lo hacen a espaldas de la opinión pública y que cuando votan con el PP y Ciudadanos intentan esconderlo para que no se les confunda con el paisaje del centro derecha español del que tanto abominan.

Pero así sucedió ayer: CDC votó con populares y su muleta parlamentaria actual de C’s. Lo hizo en las votaciones sobre la composición de los órganos de gobierno del Congreso de los Diputados, como si tanta manifestación del 11 de septiembre contra el PP y sus manejos no hubieran servido para nada. Más de uno de sus votantes se escandalizaría si salieran en público a decirlo, pero los hombres de Homs prefieren la confusión.

La pérdida de grupo parlamentario, de 30.000€ al mes, está detrás del pacto oculto con el PP 

Los convergentes se habían quedado, de facto y por sus pocos votos en estas últimas elecciones, sin grupo parlamentario propio. Los tiempos de Minoría Catalana pasaban a la historia por primera vez desde la recuperación de la democracia. No sólo se perdía el símbolo, con él se esfumaban unos 30.000 euros mensuales de asignación para la causa.

La perspectiva económica explica a la perfección el voto convergente y el pacto no escrito con el PP. Lo que no justifica, sin embargo, que siga existiendo tamaña distancia entre lo que dicen a los electores y lo que hacen con sus votos después. Homs ha pactado con los populares para no quedarse en el mayor ostracismo posible. No pasa nada, es correcto que el catalán Sazatornil venda porteros automáticos en Madrid y pague alguna montería de paso. Lo que no puede hacer después Homs es cambiar su mensaje en cuanto desciende del puente aéreo.

Deberían dejar de demonizar a Ciudadanos por hacer justo lo mismo que ellos ocultan y explicar con claridad que aún pesan más en su ADN los genes conservadores que ningún otro. Incluso podrían avisarnos de que sin dinero y recursos no pueden hacer la revolución de las sonrisas. Aunque todo resulte impúdico, la claridad se agradecería, pero tratándose de esa formación política cuesta admitir que algún día cumplan con su responsabilidad.