Casos oscuros como las tarjetas black de Caja Madrid, luego Bankia, salieron a la luz en comandita. Es decir, en pocos meses conocimos que Jordi Pujol defraudaba a Hacienda, que el PP tenía una red propia e interna de corrupción política, que las cajas de ahorros estaban gestionadas por algunos caraduras y que en Andalucía las políticas de empleo dejaban mucho que desear por el uso que daban a los fondos públicos.

Aquella tormenta alrededor de la corrupción nos llevó a pensar que vivíamos en un mundo nuevo de desfachatez e injusticia. Las heridas que había dejado la crisis económica en las clases populares y en los estratos medios de la sociedad fueron suficientes para que lo que íbamos conociendo se magnificara en términos de opinión pública.

Simona Levi fue una de las responsables de que algunos de esos casos vieran la luz. Por ejemplo, el de las tarjetas opacas de la caja madrileña. En su paso por Barcelona, la activista e impulsora del movimiento 15MpaRato ha dejado algunas reflexiones interesantes de analizar: el nulo papel de los medios de comunicación para aflorar la corrupción y el volumen de la cosa. No hay más que antes, sostiene, pero sí que resulta hoy conocida y eso permite que se ponga en manos de los jueces, no como en otros tiempos.

La entrevista que ha mantenido con Crónica Global tiene enorme interés. Su plataforma Xnet fue responsable de que desde la ciudadanía vieran la luz reveladores documentos (los famosos correos de Blesa) que pusieron en jaque a lo más granado de la antigua administración de las cajas de ahorros. “Fuimos la fuente principal, pero no se dice porque, entonces, la prensa y las instituciones quedan mal. Los periodistas se lo curran, pero luego chocan contra los intereses comerciales”, explica para señalar que movimientos como el que lidera representan un cambio en la forma de afrontar la lucha contra los abusos.

Es curioso que quien puso sobre la mesa uno de los mayores abusos sea quien rebaje el 'soufflé' de la corrupción en España

De las reflexiones que ha traído hasta la Ciudad Condal vale la pena quedarse con los cambios experimentados en la lucha contra determinada injusticia. El paradigma de la corrupción ha cambiado, la impunidad ya no es total y la posibilidad de ser arrollado por la ley es un freno para las mentalidades corruptas que puedan habitar en el sector público. Se queja de que los políticos se adueñen del concepto transparencia en tanto que metalenguaje con el que refugiarse de las malas prácticas y los abusos cometidos.

Es curioso que sea una directora de teatro quien transforme en comedia el auténtico drama de la corrupción. Que, justamente, quien puso sobre la mesa uno de los más sangrantes asuntos de abuso con recursos del prójimo acabe rebajando el soufflé. El nuevo paradigma de la corrupción es la relatividad.