El 2022 empieza con ómicron disparada, con flurona calentando en la banda, con Pedroche calva y con el independentismo más ultra vomitando racismo contra quienes no tienen todos los apellidos catalanes. En esta ocasión, el nacionalista de turno ha traspasado todas las líneas rojas dos veces, al verter su odio y su ignorancia sobre un niño, ¡qué digo un niño!, un recién nacido, el primer bebé del año en Cataluña (bienvenida al mundo, Alexa, por cierto). Jordi, que así se llama el tuitero intolerante, ha decidido que Alexa no es catalana porque sus padres se llaman Valentina y Alexander y, en apariencia, tienen rasgos poco compatibles con la barretina, los castells y la sardana. Qué bien nos vienen las redes sociales para identificar con rapidez a ciertos personajes. Jordi, hay que reconocerlo, ha pedido disculpas por el “revuelo” ocasionado. Lo peor es que no es una excepción.

El independentismo es, en esencia, racista y excluyente por más que los moradores de la Generalitat y sus afines, convenientemente subvencionados, pretendan ocultar la realidad destacando solo las bondades del Estado propio y las maldades de España. Por eso, el mensaje de Jordi no es para nada nuevo, más allá de que carga contra un bebé. Hay que remontarse a los años de otro Jordi, Pujol, para encontrar declaraciones similares, aunque en sus años de gobernante movió hilos para acoger a población marroquí a la que adoctrinar y catalanizar, todo por un interés político y un sesudo plan nacionalista. No es casual que Cataluña sea la comunidad española con más presencia de ciudadanos originarios de Marruecos; solo en Barcelona provincia son más de 137.000, por los 90.000 de Murcia y los 81.000 de Madrid, en datos del INE del 2020.

Pujol, que siempre mantuvo buenas relaciones con Marruecos, llegó a sugerir en el 2000 que había que dar un trato de favor a los inmigrantes para facilitar su integración –o comprar sus votos–, como darles prioridad en el acceso a las viviendas sociales. No daba puntada sin hilo el expresident, que también ofrecía cursos intensivos de inmersión lingüística a los hijos de padres recién llegados a Cataluña sin nociones de castellano. Es cierto que esta llegada de inmigración del norte de África no solo se le puede atribuir a él, como reflejan los datos (en 20 años, hasta el 2020, los marroquíes residentes en la comunidad han aumentado un 206%, y se han construido más de 150 mezquitas desde 2004) aunque fue quien puso la semilla para, tiempo después, quitarse la careta y cargar contra la inmigración, “el primer problema de Cataluña”, afirmó en 2008. Su mujer, la retorcida Madre Superiora, ya se la había quitado antes, al asegurar que los inmigrantes “tienen poca cosa, pero lo único que tienen son hijos”, y las “ayudas son para esta gente que no saben lo que es Cataluña”. Sobre los musulmanes añadió que, “en breve, las iglesias románicas no servirán, solo servirán las mezquitas”. ¡Menuda era la matriarca! Pero la utilización política de los nouvinguts ha sido una constante del independentismo –Àngel Colom, de CDC, recorría las mezquitas antes de las elecciones que adelantó Artur Mas en el 2012, las del inicio del procés, para decir que no se podía construir un Estado catalán sin la participación de los catalano-marroquíes, y que estos obtendrían antes la nacionalidad en un Estado propio–, hasta que han estorbado y se les ha dado una patada.

Jordi (el tuitero y profesor), en esta línea, añadió otro mensaje a su repugnante bienvenida a Alexa, en la que afirmaba que el 90% de los alumnos de las escuelas públicas catalanas son “inmigrantes, mayoría marroquí, padres que la mayoría ni te entienden el catalán y en el paro y todos subvencionados por la Gene. Y no paran de parir”. ¿Se inspiraría en Marta Ferrusola? ¿O llegó a esas conclusiones solito? A pesar de todo, no parece que los catalanes de origen marroquí sean el principal problema del independentismo –que también–. No, a ellos les preocupan mucho más los ciudadanos como Alexa, como reconocieron Heribert Barrera –otro que tal– y Pujol en 2012, al asegurar que es “más difícil” integrar a los latinoamericanos que a los andaluces durante el franquismo, y “más que a un marroquí, porque a los latinoamericanos les cuesta entender la catalanidad”. No es que no entiendan la catalanidad, es que hablan en castellano, que para desgracia del separatismo es lengua cooficial y mayoritaria en Cataluña, y complica sus planes secesionistas y de adoctrinamiento. En todo caso, racismo, xenofobia, ignorancia… cada uno que lo califique como considere. Si la Moreneta hablara…