El respaldo que obtenga mañana la extrema derecha en Andalucía va a contribuir al diseño del panorama político español después del bipartidismo. Si Vox consigue entrar en el Gobierno autonómico, el espectro de la derecha quedará partido en dos bloques definidos, mientras que la izquierda puede quedar tan fragmentada que difícilmente sumará para gobernar por más que el PSOE gane las elecciones. Pasó en las andaluzas del 2018 y puede repetirse en cualquier lugar.

La salud del sistema recomienda alternativas de gobierno templadas a derecha e izquierda. Si en Andalucía ha de gobernar el PP, sería deseable que lo hiciera con Ciudadanos. En el caso de que el PSOE tuviera esa posibilidad, tendría que hacerlo con su izquierda, dado que los centristas ya se negaron hace cuatro años y repitieron en 2019 en el Congreso.

Pero la izquierda del socialismo vuelve a presentarse dividida en las elecciones de mañana. Por un lado, ha consolidado la separación entre Teresa Rodríguez, que conserva las siglas de la candidatura Adelante Andalucía, e Inmaculada Nieto, procedentes ambas de Izquierda Unida, que concurre al frente de Por Andalucía.

Además, Yolanda Díaz, la vicepresidenta y ministra de Trabajo ungida por Pablo Iglesias como sucesora al frente del espacio que ocupa Podemos y que, lógicamente, respalda a Nieto, sufre el boicot de su propio mentor y el círculo más cercano de este. Le contraprograman mítines y evitan coincidir con ella en otros. Todo a la vista de los electores.

Díaz se propone lanzar un movimiento --Sumar-- que supere las siglas y reúna voluntades que un día estuvieron cerca del PCE, de IU y quizá decepcionadas de la socialdemocracia del PSOE, pero ya se ve que sus propios compañeros se lo pondrán difícil. En las dos últimas elecciones autonómicas de Andalucía, el espacio político que pretende liderar ha perdido el 30% del respaldo popular; en Castilla y León, el 40%; el 54% en Euskadi; y el 80% en Galicia.

Los únicos comicios de los últimos tres años en los que ha crecido fueron los madrileños, donde aumentaron resultados en un 33,5%. La caída del PSOE y la movilización de la derecha que hizo que el PP casi duplicara sus votos ensombrecieron esa mejora. Veremos qué sucede mañana, pero esperar buenos datos parece ilusorio.

La próxima cita antes de las generales podría ser Cataluña y, en el caso de que así ocurriera, la opción de Yolanda Díaz podría encontrarse un panorama semejante al andaluz. Su decisión de fichar como asesor a Xavier Domènech puede considerarse un error; o, como mínimo, muy polémica.

El profesor de la UAB ha trabajado últimamente en la arquitectura ideológica de una nueva organización de España a través de lo que él denomina alianzas plurinacionales, no directamente a través del independentismo que ha fracasado; en realidad, está más cerca del BNG que del PCE, IU o las Mareas donde ha militado la candidata. Domènech dejó sus cargos en Catalunya en Comú por discrepancias con Ada Colau, la gran aliada de Díaz en Cataluña. Es difícil establecer en qué siglas despierta más simpatías, pero en la izquierda constitucionalista parecen escasas.

Como dice la dirección de Comuns Federalistes, es muy poco probable que el PSOE pueda ganar unas elecciones con suficiente margen para gobernar en solitario: deberá apoyarse en su izquierda. Por eso precisamente resultan tan desconcertantes los movimientos que se producen en este espacio político.