El Mobile World Congress de Barcelona de 2019 va de hiperconectividad, de marcar el camino hacia una nueva realidad que está a la vuelta de la esquina con la que prometen que el día a día será más fácil y rápido. Las tecnológicas, un cajón de sastre en el que caben desde los que desarrollan redes hasta los que construyen un dispositivo, han empezado a dar forma al ecosistema que se requerirá en la sociedad del futuro, con el 5G como elemento central.

La nueva red será mucho más rápida y, en teoría, más fiable. Los primeros dispositivos con conectividad adaptada saldrán al mercado a partir de la segunda mitad del año. Será entonces cuando la nueva revolución esté de forma efectiva en marcha. De forma paralela a la carrera para adaptarse a este entorno, empieza a tomar una dimensión destacada el debate sobre hasta qué punto la innovación será positiva para el ser humano.

¿Estamos dispuestos a perder la privacidad? ¿Resulta un riesgo real que tu nevera te avise de que debes comprar leche porque se ha dado cuenta horas antes de que no te llega para el café de la mañana? ¿Quién almacenará toda esta información tan íntima y personal como la que se genera en tu casa? ¿Podremos desconectar en esta sociedad hiperconectada?

La vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, alertaba este lunes en Barcelona de que aún no se conocen qué efectos tiene sobre los cerebros de los bebés la alta exposición a las pantallas de los móviles que ya reciben. ¿Serán por la fuerza negativos?

Ninguna de estas preguntas tiene respuesta. Como tampoco el alcance de los cambios que implicará la hiperconectividad sobre el mundo del trabajo, con la desaparición de ciertas profesiones y el auge de otras con un perfil más tecnológico, las mismas que ya están muy demandadas y que no se logra cubrir.

Entre las muchas conclusiones a las que se llega en las discusiones que se mantienen en el MWC es que todos estos cambios están cerca (aún no se ha llegado a ellos) y la sociedad en general no está preparada para ellos. El común de los mortales está más impresionado por una pantalla que se dobla o por disfrutar de las nuevas experiencias que brinda la realidad virtual que en preocuparse por quién será en un futuro de su cara en el reconocimiento facial que se implementará en breve.

La hiperconectividad convertirá en real la ciencia ficción. Da miedo. La falta de consciencia social para abordarlo con todas las consecuencias, también.