No es un deseo sencillo. Lo pida el Rey, lo repitan hasta la saciedad las imágenes de la publicidad televisiva o constituya uno de los grandes eslóganes comerciales de la Navidad.

Es difícil conseguir paz. No sólo en un sentido puramente bélico, que por fortuna ahora no es una de nuestras preocupaciones. Paz en el sentido de menor beligerancia, más concordia y actitudes de aproximación al prójimo. La política lo ha pervertido un poco todo, y es momento en el país de grandes cambios de actitud.

Las próximas horas, días y semanas sucederán una infinidad de acontecimientos que romperán el oasis de tranquilidad navideña. Es una lástima que no podamos prolongar ese espíritu algo más. Nos habría ido bien como comunidad.

En nombre del equipo que hacemos Crónica Global les deseo unas felices fiestas. Tranquilas, en paz.