Hay informaciones en las que un exceso de rigor puede generar alarma social, pero sobre las que es necesario referirse a pesar de que provoquen un azoramiento general momentáneo. Es lo que hoy les cuenta Crónica Global sobre el fenómeno de inseguridad en Sant Cugat del Vallès, que se ha convertido en la segunda ciudad de España que acumula más robos con fuerza a domicilios.

La cuestión no es baladí. La ciudad tiene una renta familiar disponible por habitante de 20.500 euros, muy por encima de los 16.200 euros de promedio catalán. Está próxima a los 90.000 habitantes y es sede social de un buen número de empresas, algunas de ellas de carácter internacional. En suma, un lugar para que atracadores y todo tipo de mafias fijen sus intereses.

Los datos son todos públicos, incluso el elevadísimo número de incidentes que se han producido en la primera mitad de este año. La cuestión ha corrido como la pólvora entre los habitantes y ha llegado a suponer que algunos de ellos estudien huir de la localidad como el gato del agua escaldada. Hay un cierto temor y un gran silencio institucional, que no se ha roto hasta las últimas horas cuando la propia alcaldesa convergente de la localidad ha pedido a la Generalitat más seguridad en apoyo de los habitantes de la ciudad. Estamos ante situaciones de miedo, de auténtico pavor confesadas por los vecinos.

Mientras la plana mayor de CDC acompañaba a Francesc Homs al espectáculo circense de su comparecencia ante el Supremo en Madrid, la alcaldesa de Sant Cugat no está tan asistida en sus problemas de inseguridad ciudadana por sus compañeros de partido

Mientras la plana mayor de Convergència Democràtica de Catalunya (hoy un partido de nombre impronunciable y provisional) acompañaba a Francesc Homs al espectáculo circense de su comparecencia ante los tribunales en Madrid, la alcaldesa de Sant Cugat del Vallès no está tan asistida por sus compañeros de formación política, más ocupados de aquellas cosas que de verdad interesan a los catalanes. A saber: el proceso, el procés o el prusés.

Como la sanidad o la educación pública, la seguridad ciudadana debe ser una cuestión que no quede fuera de las ocupaciones del gobernante. Es uno de los pilares del Estado del Bienestar. Algunos políticos de la nueva era pijo-progre tienen una cierta paranoia con las cuestiones en las que debe intervenir la policía, pero los convergentes de toda la vida están perdiendo el tiempo en otros juegos. Sant Cugat es el municipio más grande de cuantos gobierna ese partido y la alarma social creada es en parte una responsabilidad de su inacción.

Al final, habrá que hacer caso de aquel poeta inglés llamado Thomas Macaulay que decía que "los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país". Es una posibilidad, que no debemos descartar.