El juez Castro que sentó a la infanta Cristina de Borbón en el banquillo tomará declaración en los próximos días a Florentino Pérez, presidente del conglomerado de empresas ACS. Lo hará después de que el mismo fiscal del caso Urdangarín haya presentado demanda ante el juez contra varios implicados en la adjudicación de un macrocomplejo hospitalario en Palma de Mallorca. Todavía no está imputado en el caso y acudirá como testigo, pero hay posibilidades claras de que esa condición pueda cambiar por la de imputado.

El centro, llamado Son Espases, se hizo durante el mandato del popular Jaume Matas, que ya ha sido condenado por corrupto. En las últimas horas se están produciendo diferentes comparecencias que tienen por objeto esclarecer por qué razón si la oferta de la constructora OHL, de Juan Miguel Villar Mir, era la que mejor puntuación técnica tenía se acabó llevando el gato al agua el presidente del Real Madrid.

El asunto tiene todos los ingredientes para ser un auténtico folletín: hay una consejera de Matas arrepentida (Aina del Castillo), quien ha cantado ante jueces y fiscales. Parece que todo lo que colaboró con el entonces presidente del gobierno balear fue insuficiente para mantenerse cómplice de aquellas fechorías. También hay concejales que tiraban de tarjeta de crédito pública, comisiones supuestas y un largo etcétera de avatares propios de una comedia.

A los catalanes no nos sorprende en exceso ese juego. Menos todavía cuando hemos sabido (lo acaba de decir uno de los imputados) que la comisión exigida era del 3% del valor de la obra. Vamos, que en todos lados, convergentes y populares, le cogieron cariño a ese guarismo. Recordarlo ahora parece incitar al voto en uno u otro sentido, pero olvidarlo es dejar que lo que fue moneda común en otro tiempo convierta la política en una bajeza estructural. Veremos a ver cómo sale de ésta Florentino, acostumbrado como está a hacer y deshacer en otros menesteres.