La semana termina en Cataluña más liada que la anterior, igual que el viernes pasado acabó peor que el previo. Y llevamos así excesivo tiempo. Demasiadas chapuzas, demasiada incompetencia y demasiado egoísmo político. Lo peor es que los nubarrones siguen en el horizonte y se antoja complicada una salida positiva en el corto plazo. Solo faltaba condimentar la situación con un poco de caos sobre la fecha de las elecciones, si es que Pere Aragonès, vicepresidente con funciones de presidente, tiene competencias para convocarlas.
Se vote cuando se vote (en la última semana hemos pasado de poner las urnas el 14F a hacerlo el 30M y, de nuevo, el 14F), el trayecto se le está haciendo eterno a ERC. Una vez más, ha liderado las encuestas durante largo tiempo y, una vez más, se quedará a las puertas de la victoria, como muestra la última foto fija del CIS. Junts, por un lado, y el PSC, por el otro, tienen fuerzas para superar a los republicanos en el esprint final. Los seguidores de Junqueras están desfondados y desorientados y, cuando vence el cansancio, se toman peores decisiones.
La candidatura del ministro de Sanidad, Salvador Illa, para el PSC alteró el mapa político catalán el 30 de diciembre. El anuncio tapó el fichaje de Lorena Roldán por el PP y puso de los nervios al independentismo, que, por primera vez en mucho tiempo, ve que puede perder el control de Cataluña. En este escenario, los fieles de Puigdemont se crecen, con mensajes cada vez más radicales para una parroquia entregada a la causa, mientras los republicanos se encogen, y se encuentran en tierra de nadie. Sin capacidad de reacción.
La Generalitat (gobernada por JxCat-ERC) se guardó un as bajo la manga para frenar el efecto Illa: la suspensión de las elecciones del 14F con el pretexto del coronavirus, y la nueva convocatoria para no antes del 30 de mayo. Pero todo les sale al revés a los republicanos, los grandes perjudicados por el devenir de los hechos de los últimos días. Tal es la situación que (salvo sorpresa) no solo irán a elecciones en febrero, con todas las encuestas actuales en contra, sino que el TSJC ha inhabilitado a su conseller Bernat Solé. Los independentistas señalan a partes iguales a la justicia y al PSC por todo ello.
El desconcierto en ERC es tal que hasta el inconsciente le juega malas pasadas. Los republicanos tienen tan interiorizado el peligro que supone Illa para sus intereses que se refieren a él como “president” en el Parlament ¡Menudo lapsus! Ciertamente, Esquerra está centrando ahora su mensaje en atacar al todavía ministro, en especial desde que el TSJC ha anunciado que las elecciones deben ser el 14F. Pero lo hacen como el niño que rompe un jarrón y señala a otro, entre el temor a ser descubiertos y la vergüenza de saber que obran mal.
No es casual que el líder de ERC, Oriol Junqueras, mencionase a Illa tras la decisión de la justicia: “Al candidato Illa lo ganaremos en las urnas, pero el ministro Illa debería valorar qué pone por delante, si la salud o los cálculos electorales”. La portavoz del partido, Marta Vilalta, añadió: “El PSC apunta, la Moncloa maniobra y la justicia ejecuta. Felicidades, Illa, ya tienes lo que querías”. Quieren convencer de que los socialistas mueven los hilos para que los comicios sean cuando más les conviene, con el único argumento de que se oponían a suspender las elecciones sine die (aunque se avinieron a retrasarlas unas pocas semanas por la evolución del Covid-19). En esto también se quedan solos.
Àngels Chacón (PDECat), por ejemplo, también ve muy lejos la fecha del 30 de mayo, mientras que, desde dentro del Govern, Ramon Tremosa (JxCat) sugiere una relajación de las restricciones a mediados de febrero. Por su parte, los representantes de Esquerra en el Ejecutivo tampoco andan muy vivos, y asumen en público que la suspensión del 14F se debe más a motivos políticos que sanitarios, dado que la transmisión del virus está frenando en los últimos días. Ni siquiera les ha funcionado la baza de que los socialistas están a favor de adelantar el toque de queda mientras urgen a votar en Cataluña, dado que el propio Illa ha dicho que, de momento, la reclusión nocturna seguirá, como muy pronto, a las diez.
Los republicanos, una vez más, están en fuera de juego, pese a los esfuerzos de los últimos meses de alejarse algo del radicalismo para ser un poco útiles en el futuro político. Ya lo dice el refrán: tanto nadar para morir en la or-Illa.