“Ser fantástico que se representaba bajo la forma de mujer, a quien se atribuía el poder mágico y el don de adivinar el futuro”. Así define un hada la Real Academia Española. 

Ada Colau tiene varios atributos de hada. Sólo le falta el poder mágico. Es mujer y tiene un cierto don para escrutar el futuro. Esta segunda condición se puso de manifiesto cuando la activista contra la banca decidió presentarse a las elecciones municipales y convertirse en alcaldesa de Barcelona con sólo 11 concejales en la lista que encabezaba. Ha sabido usar la técnica de la geometría variable y un día le apoyan los convergentes de Xavier Trias y Quim Forn, otras veces lo hacen los despistados socialistas de Jaume Collboni y cuando conviene usa a ERC.

También supo predecir el futuro al dar un paso atrás en la campaña de las elecciones autonómicas del 27S. Se mojó lo justo, por no decir que muy poco en unos comicios llamados a ser plebiscitarios por imposición de una parte de los concurrentes y donde los matices tenían poca cabida. Así se demostró en los flojos resultados obtenidos por su formación.

Sí que jugó, en cambio, el 20D. Participó en la campaña y fue la corresponsal del coletas Pablo Iglesias en la Cataluña de los líos. Empujó y logró que su formación fuera la ganadora de las elecciones en el territorio del nacionalismo independentista. Para asombro, dicho sea de paso, de todos aquellos que pensaban que ERC y CDC bajo sus nuevas siglas tenían algo que hacer aún.

Las sospechas de que Colau se está preparando para liderar la izquierda en unas eventuales elecciones autonómicas durante 2016 es más que un temor a día de hoy. En algunos casos constituye una obsesión de los nacionalistas, con más problemas de liderazgo que en otras ocasiones. Artur Mas puede quedar fuera de juego incluso con el gobierno en sus manos y el antiguo alcalde Oriol Junqueras será su principal competidor. ¿Por qué si no ha dimitido Junqueras como edil de Sant Vicenç dels Horts? 

Colau, angelical, cada vez más pragmática, puede ser una solución al impase catalán. Un hada madrina. ¿No queríamos reformas, pues el hada Colau puede traer un buen puñado? Un referéndum para contentar a una parte de los votantes y un nuevo estilo en la Generalitat. Quizá Colau pueda ser más contundente con algunos usos y costumbres del poder autonómico que el supuesto centro derecha catalán corrompido en un seno y comprendido desde ERC por razones de patriotismo. Incluso sería menos peligrosa que los cuperos y su número CUP.

Como en los cuentos de hadas, el final puede ser incluso dulce. Aunque a partir de ahora cualquier cosa que suceda en la Cataluña de los elfos dejará de sorprender. Hemos superado ya cualquier fase de raciocinio, posibilismo y pragmatismo político. Estamos, como dicen los modernos, en la siguiente pantalla. Ánimo lectores, el próximo año puede ser incluso peor…